Agendas
La clave de la pol¨ªtica en la democracia de audiencia audiovisual reside en un solo resorte estrat¨¦gico: el arte de fijar la agenda. Ejercer¨¢ el control y llevar¨¢ la sart¨¦n por el mango quien determine el ranking jer¨¢rquico de los principales problemas a resolver por orden de prioridades. Y esto lo sabe perfectamente Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, que gracias a eso contin¨²a siendo el l¨ªder del partido socialista. Por eso, al abrir la Conferencia Pol¨ªtica que organiz¨® para tratar de salir del agujero en que se halla metido el PSOE desde mayo de 2010, marc¨® la agenda de la reuni¨®n con una frase lapidaria: ¡°Primero, el proyecto; y despu¨¦s, el candidato¡±. As¨ª anulaba las agendas pol¨ªticas de todos aquellos pretendientes que pretend¨ªan poner sobre la mesa el debate de las primarias destinadas a renovar el liderazgo del partido. Pues gracias al apoyo de la baronesa andaluza, Rubalcaba se llev¨® el gato al agua: primero las ideas, despu¨¦s las personas.
Toda una contradicci¨®n en los t¨¦rminos, porque equivale a poner la carreta delante de los bueyes. El sentido com¨²n determina que primero hay que elegir conductor para que despu¨¦s proceda a fijar y establecer una agenda pol¨ªtica que pueda asumir como propia. De ah¨ª que en las primarias cada candidato deba presentarse con su propio esbozo de proyecto propio bajo el brazo. Y en cuanto sea elegido el nuevo secretario general, lo primero que har¨¢ l¨®gicamente es orillar el proyecto surgido de esta conferencia para pasar a redise?ar otra nueva agenda. A no ser que interpretemos la frase de Rubalcaba como un lapsus freudiano que revelar¨ªa su propia agenda oculta de repetir como candidato electoral, dada su autor¨ªa ¨²ltima sobre la ponencia marco.
Rubalcaba debe ser como Mois¨¦s: dotar al partido de unas ¡®tablas de la ley¡¯ y dejar paso a otro l¨ªder
Y esto revelar¨ªa un doble error garrafal. Primero, Rubalcaba no debe seguir siendo el l¨ªder electoral del partido. Y no debe serlo porque encarna en su propia persona todas las responsabilidades pol¨ªticas que la ciudadan¨ªa reprocha al partido socialista tras la malhadada ejecutoria del Gobierno Zapatero. Es verdad que en el haber de Rubalcaba cuenta mucho haber reconducido el llamado proceso de paz, una vez que ante su evidente fracaso fue llamado para ocupar el Ministerio del Interior. Pero esa cara positiva est¨¢ doblemente contrarrestada por las dos cruces con las que debe cargar Rubalcaba. La primera fue la de negociar la versi¨®n definitiva del nuevo Estatuto catal¨¢n que despu¨¦s desnaturalizar¨ªa el Tribunal Constitucional, tras cepillar el anteproyecto que Zapatero hab¨ªa pactado con Artur Mas. De aquel ¨¦xito pol¨ªtico de Rubalcaba procede el actual maremoto secesionista que hoy nos amenaza. Y su segunda cruz fue respaldar el giro hacia el austericidio adoptado por el Gobierno de Zapatero en mayo de 2010. Semejante traici¨®n a sus se?as de identidad socialdem¨®crata, que ha hundido al pueblo espa?ol en la devaluaci¨®n, la deflaci¨®n y la depauperaci¨®n, es algo que las bases socialistas jam¨¢s perdonar¨¢n.
Por eso la misi¨®n de Rubalcaba no puede ser la de liderar al partido cuando concluya su traves¨ªa del desierto sino la de actuar como Mois¨¦s, encarg¨¢ndose de dotarlo de unas nuevas tablas de la ley capaces de refundarlo, pero solo para dejar despu¨¦s el paso a otro nuevo l¨ªder electoral que lo conduzca hasta la tierra prometida. Y con esto llego al segundo error garrafal cometido en esta Conferencia Pol¨ªtica, que no ten¨ªa que dise?ar una nueva agenda pol¨ªtica para concurrir al pr¨®ximo ciclo electoral (eso solo podr¨¢ hacerlo el futuro l¨ªder por elegir), sino algo previo mucho m¨¢s b¨¢sico y necesario: los nuevos mandamientos destinados a refundar institucionalmente el partido.
Las propuestas pol¨ªticas adoptadas en la conferencia como cat¨¢logo de promesas electorales est¨¢n muy bien, pero presentan un problema, y es que precisan indefectiblemente del consenso con el PP, que este se negar¨¢ a prestar. Y si lo prestase a¨²n ser¨ªa peor, pues significar¨ªa caer en el denostado bipartidismo. No, lo que ahora hab¨ªa que proponer no era una nueva agenda pol¨ªtica para Espa?a (federalismo, reforma fiscal, etc.), sino una nueva agenda interna de reforma institucional para el propio PSOE. El partido socialista no necesita ahora un programa pol¨ªtico que merezca la aprobaci¨®n de sus electores y el consenso del Gobierno, sino algo previo muy distinto. Antes de eso, el PSOE tiene que dar ejemplo de regeneraci¨®n moral con acciones que solo dependan de s¨ª mismo. ?Qu¨¦ acciones? Una verdadera autocr¨ªtica que reconozca, asuma y depure todas sus responsabilidades sin descargar las culpas en los rivales; una reorganizaci¨®n institucional, que renuncie para siempre a la actual cooptaci¨®n olig¨¢rquica; y una promesa cre¨ªble de accountability c¨ªvica que le permita restaurar su capacidad de representaci¨®n, recuperando la confianza de sus electores.
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