Lo que no se quiere o¨ªr sobre Catalu?a
El problema del encaje catal¨¢n en Espa?a es el del encaje de un pueblo norte?o en un pa¨ªs sure?o
Hay cuestiones de fondo sobre Catalu?a que no se quieren o¨ªr y, mucho menos, escuchar. No puedo obligar a nadie a escucharme pero, al menos, voy a intentar hacerme o¨ªr. En este art¨ªculo quiero aportar cuatro reflexiones sobre Catalu?a y sobre la relaci¨®n de Catalu?a con Espa?a. Bien a un lado del Ebro, bien al otro o bien a los dos, estas cosas no se quieren o¨ªr. En primer lugar discutir¨¦ el ¡°hecho diferencial¡± catal¨¢n desde la dial¨¦ctica Norte-Sur en la Europa actual. El problema del encaje de Catalu?a en Espa?a, como el de Lombard¨ªa en Italia, es el del encaje de un pueblo norte?o en un pa¨ªs sure?o. A continuaci¨®n caracterizar¨¦ a Catalu?a como una sociedad compleja a¨²n vertebrada por una mentalidad menestral cuyas ra¨ªces se remontan a la baja Edad Media. Catalu?a se desarroll¨® y lleg¨® a ser lo que es gracias al decreto de Nueva Planta de 1714, no a pesar de ¨¦l. En tercer lugar argumentar¨¦ que el contencioso Catalu?a-Espa?a oculta otro contencioso entre catalanes que tiene importantes consecuencias para la sociedad catalana. A Espa?a y a Catalu?a les ir¨¢ mejor juntas que separadas si consiguen un acuerdo de convivencia que potencie el futuro de ambas. Por ¨²ltimo dar¨¦ unas pinceladas sobre qu¨¦ hacer en la situaci¨®n actual. Mis argumentos surgen de consideraciones geogr¨¢ficas e hist¨®ricas que considero razonables.
LOS CATALANES, EUROPEOS PATA NEGRA
Los catalanes son europeos desde el siglo IX. A eso, en castellano, se le llama ser pata negra. El concepto actual de Europa naci¨® con Carlomagno, cuya capital Aquisgr¨¢n dista solo un centenar de kil¨®metros de las actuales capitales de la Uni¨®n Europea Bruselas y Luxemburgo. Esta coincidencia geogr¨¢fica no es casual. Robert Kaplan se?ala en su reciente libro La venganza de la geograf¨ªa que la columna vertebral de Europa sigue estando en la diagonal que va del Canal de la Mancha a los Alpes, ruta de comunicaci¨®n principal del imperio franco. En ese mapa, carolingio y actual, Catalu?a ocupa una situaci¨®n peculiar. Desde finales del siglo VIII fue parte de la Marca Hisp¨¢nica, zona defensiva entre el Imperio y Al-?ndalus que, seg¨²n Vicens Vives, se caracterizaba no por ser una fortaleza de monta?a sino por ser un corredor protegido por monta?as. Este car¨¢cter de corredor y de portal de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hacia Europa ha conformado, para Vicens, el europe¨ªsmo distintivo de la mentalidad catalana y su ¡°permanente ¨¦xtasis transpirenaico¡±. Esta mentalidad y este ¨¦xtasis constituyen, en mi opini¨®n, el llamado ¡°hecho diferencial catal¨¢n¡±.
La mentalidad catalana tiene un permanente ¨¦xtasis transpirenaico
Tony Judt se refiere repetidamente a Catalu?a en su ensayo de 1996 ?Una gran ilusi¨®n? Judt establece un paralelismo entre las regiones europeas de Baden-W¨¹rttemberg, Rh?ne-Alpes, Catalu?a y la antigua Lombard¨ªa carolingia, autodenominadas los Cuatro Motores de Europa en un acuerdo que firmaron en 1988. Son regiones pr¨®speras, ninguna de las cuales incluye a la capital del Estado, que se consideran culturalmente m¨¢s pr¨®ximas entre s¨ª que con otras regiones de sus respectivos pa¨ªses. Seg¨²n Judt se sienten europeas, pagan sus impuestos, est¨¢n mejor educadas, tienen una ¨¦tica del trabajo y una industriosidad que no comparten otras regiones de los Estados a los que pertenecen ¡ªregiones a las que se ven obligadas a subvencionar¡ª y tienen poco peso en la toma de decisiones de sus gobiernos. Como se?ala Kaplan, son regiones ¡°norte?as, que no se sienten identificadas con las que creen regiones atrasadas, perezosas y subsidiadas del sur mediterr¨¢neo¡±. Vicens Vives nunca lo hubiese escrito tan crudamente. El problema del encaje catal¨¢n en Espa?a es el del encaje de un pueblo norte?o en un pa¨ªs sure?o. Es un problema de muy dif¨ªcil soluci¨®n, agravado por la ausencia hist¨®rica de un Cavour catal¨¢n que impulsase un proyecto nacional capaz de integrar a los dem¨¢s pueblos de la Pen¨ªnsula. Es un problema que se arrastra desde hace siglos y que no se arreglar¨¢ ignor¨¢ndolo o neg¨¢ndolo.
Una an¨¦cdota del ya centenario Swann ayuda a entender qui¨¦n es qu¨¦ en la relaci¨®n con Europa. Unos parvenus amigos suyos hab¨ªan tenido la ocurrencia de contratar a unos arist¨®cratas arruinados para ponerlos de porteros en su mansi¨®n. Swann se lo desaconsej¨®, advirti¨¦ndoles que las visitas de calidad nunca pasar¨ªan del portal. En el debate sobre la integraci¨®n en Europa de una Catalu?a independiente, los independentistas tendr¨ªan todo que perder si el debate se situara en el terreno de la estricta legalidad de los Tratados, pero tendr¨ªan todo que ganar si se situase en el terreno de la legitimidad, es decir, si el debate fuese sobre qui¨¦n es el parvenu. Lo m¨¢s probable es que la discusi¨®n se sit¨²e, llegado el caso, en un punto intermedio entre las dos alternativas. Lo que desde Madrid se ve como un problema jur¨ªdico es, en realidad, un problema pol¨ªtico en el que las autoridades espa?olas pueden llevarse m¨¢s de una sorpresa. Quiz¨¢ sea ¨²til recordar, como precedente, la alfombra roja que se puso a otro pata negra europeo, la tambi¨¦n carolingia Eslovenia, para su integraci¨®n en la Uni¨®n Europea y en el euro en un tiempo r¨¦cord. O la posici¨®n europea sobre el corredor mediterr¨¢neo.
UNA MENTALIDAD MENESTRAL
Sigo con Vicens Vives, buen conocedor de los catalanes. Y sigo con su ensayo Noticia de Catalu?a, que deber¨ªa ser le¨ªdo y rele¨ªdo con mucha atenci¨®n tanto al norte como al sur del Ebro. Para Vicens lo m¨¢s distintivo de la mentalidad catalana, junto a su europe¨ªsmo, es su car¨¢cter menestral. La menestral¨ªa, con fuerte presencia ya en la Catalu?a del siglo XIII, es ¡°una mentalidad m¨¢s que una situaci¨®n, un concepto de la vida m¨¢s que una forma de gan¨¢rsela¡±. Surge de la ¡°gente de gremio, pueblo menor, hombre y herramienta¡±. Los menestrales ¡°acabaron ocupando un lugar entre las minor¨ªas dirigentes del pa¨ªs, desde el que difundieron el esp¨ªritu originario de clase: la dedicaci¨®n al trabajo, la inclinaci¨®n pr¨¢ctica de la vida y la limitaci¨®n de horizontes¡± y ¡°constituyeron la reserva humana y social de Catalu?a, la plataforma sobre la que iban a montarse los siglos XVIII y XIX¡±. La mentalidad menestral sigue articulando hoy en d¨ªa una sociedad catalana que, a pesar de su complejidad actual, se sigue reconociendo en el trabajo entendido no como ¡°castigo divino¡± sino como ¡°signo de elecci¨®n¡± y sigue mostrando una caracter¨ªstica falta de ambici¨®n en su proyecci¨®n hacia el mundo exterior.
Catalu?a se desarroll¨® gracias al decreto de Nueva Planta, no a su pesar
El feudalismo catal¨¢n, surgido dentro del imperio carolingio, tuvo muy poco que ver con el del resto de la Pen¨ªnsula. Fue mucho m¨¢s robusto y ¡°europeo¡±, y cre¨® unas instituciones que, en lo esencial, perduraron hasta principios del siglo XVIII. Hasta el 11 de septiembre de 1714, para ser m¨¢s precisos. Cuando Ortega achaca la anomal¨ªa hist¨®rica de Espa?a a la anomal¨ªa de su feudalismo y a la baja calidad de los godos que la invadieron, se olvida del caso catal¨¢n. Las instituciones medievales franco-catalanas fueron solid¨ªsimas, hasta el punto de poder asimilar la mentalidad menestral sin cambiar sustanci¨¢ndote, porque la menestral¨ªa encajaba bien en el corporativismo de la ¨¦poca. Pero esa solidez institucional, en ausencia de un monarca absoluto que la pusiera en cuesti¨®n para afirmar su propio poder, fue la causa principal del estancamiento y declive de Catalu?a desde mediados del siglo XV hasta principios del XVIII. Este declive fue tanto econ¨®mico como cultural. Por poner un ejemplo de cada, ambos apuntados por Vicens, si Catalu?a no se aprovech¨® del comercio con Am¨¦rica hasta el siglo XVIII fue por falta de ambici¨®n y de emprendimiento, no porque tuviese ning¨²n impedimento legal para hacerlo. Se aprovechaban los genoveses, portugueses, franceses, holandeses... pero no los catalanes. En el ¨¢mbito cultural, los siglos XVI y XVII, siglos de oro del castellano, el ingl¨¦s y el franc¨¦s, fueron un desierto para el catal¨¢n. Aherrojada por sus instituciones medievales, respetadas hasta por el Conde-Duque de Olivares, Catalu?a dormit¨® durante dos siglos y medio hasta que un Borb¨®n, Felipe V, precipit¨® el cambio y la empuj¨® hacia la modernidad. ?Qu¨¦ hubiera pasado si en vez del Borb¨®n hubiese ganado la guerra el Habsburgo? A m¨ª me parece probable que Catalu?a, constre?ida por sus instituciones, se hubiese perdido la revoluci¨®n industrial. Catalu?a se desarroll¨® gracias al decreto de Nueva Planta, no a pesar de ¨¦l.
La mentalidad menestral ¡ªtrabajo, sentido pr¨¢ctico de la vida y limitaci¨®n de horizontes¡ª ha vertebrado Catalu?a durante cinco siglos y sigue siendo la m¨¢s relevante hoy en d¨ªa. Esto es particularmente cierto para el independentismo catal¨¢n actual. Menestrales son la monja Forcades, Carme Forcadell y Oriol Junqueras, todos ellos en la versi¨®n casa pairal. En versi¨®n pro domo mea, menestrales son Jordi Pujol y Artur Mas, entre muchos otros. El denominador com¨²n de la menestral¨ªa es la nostalgia de un medioevo idealizado, el gusto por una fuerte regulaci¨®n de la sociedad y de la actividad econ¨®mica ¡ªde lo que es buena muestra el Estatuto catal¨¢n en vigor, con sus 223 art¨ªculos y 152 p¨¢ginas¡ª la limitaci¨®n de horizontes y la falta de ambici¨®n para proponer un proyecto capaz de integrar a todos los catalanes y, tambi¨¦n, a todos los espa?oles. El modelo de sociedad del independentismo menestral parece inspirado en el pueblo de los hobbits.
Sin embargo, proyectos ambiciosos de catalanizar Espa?a construyendo una sociedad moderna basada en el trabajo existieron en las segunda mitades de los siglos XVIII y del XIX. Relata Vicens c¨®mo, en la primera circunstancia, se produjo una aut¨¦ntica di¨¢spora de catalanes por tierras de la antigua Corona de Castilla, colonizando Sierra Morena, renovando las artes de pesca en Galicia y Andaluc¨ªa, estableciendo sus oficios en las ciudades de la meseta¡ Ilustrados como Campomanes so?aron con transformar Espa?a adoptando instituciones catalanas. En el siglo XIX ¡°Catalu?a predic¨® a las otras Espa?as el evangelio de la redenci¨®n por el trabajo¡± para conseguir el resurgimiento econ¨®mico y la industrializaci¨®n. El fracaso de estos intentos provoc¨® el retraimiento de los catalanes, que todav¨ªa dura, su aversi¨®n a participar en el gobierno del Estado tanto a nivel pol¨ªtico como burocr¨¢tico, que tambi¨¦n perdura, y el fortalecimiento de la mentalidad menestral ante la quiebra de alternativas m¨¢s ambiciosas.
CATALU?A Y ESPA?A SE NECESITAN
Tanto Espa?a como Catalu?a necesitan desesperadamente un proyecto nacional. Como he recordado en otras ocasiones, para Ortega una naci¨®n es un proyecto de futuro con capacidad integradora. Ese proyecto no lo tienen ahora mismo ni Espa?a ni Catalu?a. En el primer caso no hay proyecto para afrontar la cu¨¢druple crisis ¡ªecon¨®mica, institucional, territorial y moral¡ª que tiene gripada a la sociedad espa?ola. El r¨¦gimen pol¨ªtico de 1978 est¨¢ basando su supervivencia en la t¨¢ctica del avestruz, negando las crisis para no tener que hacer ning¨²n cambio significativo. Si no cambia de actitud, durar¨¢ poco. En el caso catal¨¢n el ¨²nico proyecto pol¨ªtico expl¨ªcito es el independentista. En cierto modo, tambi¨¦n es una manera de negar una crisis que afecta a Catalu?a de manera muy parecida a la del resto de Espa?a. En cualquier caso, el proyecto independentista no es un proyecto integrador puesto que divide profundamente a la sociedad catalana en dos partes de tama?o similar y de convivencia complicada. No es, por tanto, un proyecto nacional, al menos en el sentido que le da Ortega a este t¨¦rmino.
Espa?a necesita a Catalu?a por dos motivos, uno en negativo y otro en positivo. En negativo, porque la ruta previsible del presente conflicto territorial lleva a una bunkerizaci¨®n de posiciones en Espa?a y en Catalu?a que ser¨¢ la excusa perfecta para que la clase pol¨ªtica no aborde ninguna de las reformas imprescindibles para afrontar con ¨¦xito los retos del siglo XXI, en particular la mejora del capital humano necesaria para evitar la proletarizaci¨®n de la sociedad espa?ola en la econom¨ªa global. En positivo, porque la gran asignatura pendiente de Espa?a es la adopci¨®n de una cultura del trabajo como opci¨®n de realizaci¨®n personal y no como castigo divino. Eso lo hizo Catalu?a hace muchos siglos y la emulaci¨®n con Catalu?a en una casa com¨²n puede ser un est¨ªmulo importante para que Espa?a consiga hacerlo.
Catalu?a necesita a Espa?a tambi¨¦n por dos motivos y tambi¨¦n hay uno en negativo y otro en positivo. En negativo Catalu?a necesita a Espa?a por una raz¨®n sim¨¦trica a la del p¨¢rrafo anterior. Las reformas que hay que hacer en Catalu?a son similares a las que hay que hacer en el conjunto de Espa?a, empezando por la de la clase pol¨ªtica. La bunkerizaci¨®n conduce a no hacerlas y a culpar al adversarios de todos los males propios. Adem¨¢s, una confrontaci¨®n creciente deja al independentismo como ¨²nico proyecto pol¨ªtico posible y eso tendr¨ªa efectos divisivos muy grandes para la sociedad catalana. Lo que ahora se presenta interesadamente como una confrontaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a se revelar¨ªa como una confrontaci¨®n entre catalanes en la que los que ambicionan pensar y actuar ¡°en grande¡± en mundo globalizado quedar¨ªan marginados. En positivo, Catalu?a necesita ambici¨®n. Necesita que sus grandes empresas se hagan mucho mayores y se globalicen. Al contrario que Baden-W¨¹rttemberg o Rh?ne-Alpes, Catalu?a no tiene grandes empresas con proyecci¨®n global y no las tiene por falta de ambici¨®n, no porque est¨¦ oprimida o expoliada. Espa?a, cuyas grandes empresas son globales, tiene la ambici¨®n que a Catalu?a le falta. La emulaci¨®n con Espa?a en una casa com¨²n puede ser un est¨ªmulo importante para que Catalu?a consiga hacerlo.
QU? HACER CON CATALU?A
Por las razones aducidas en el ep¨ªgrafe anterior, el debate sobre qu¨¦ hacer con Catalu?a s¨®lo tiene pleno sentido en el marco m¨¢s amplio del debate sobre qu¨¦ hacer con Espa?a. Ahora bien, si este ¨²ltimo debate no pudiera tener lugar, porque la clase pol¨ªtica se negase a ello, o si fracasara el intento de construir un proyecto de futuro atractivo para los espa?oles, lo mejor que podr¨ªan hacer los catalanes es soltar lastre y plantearse el debate por separado. Por lo dicho hasta aqu¨ª, tampoco est¨¢ claro a priori que a nivel catal¨¢n pudiera consensuarse un proyecto integrador y ambicioso pero, en mi opini¨®n, estar¨ªa justificado intentarlo.
La actual discusi¨®n sobre Catalu?a, restringida a dos interlocutores bunkerizados, s¨®lo sirve para disimular tras las respectivas banderas la falta de proyectos nacionales a nivel espa?ol y catal¨¢n. El Gobierno de Espa?a considera la cuesti¨®n catalana como un problema estrictamente jur¨ªdico, no halla lugar en la Constituci¨®n para autorizar una consulta y no ve necesario ni conveniente tomar ninguna iniciativa pol¨ªtica para proponer un nuevo encaje de Catalu?a en la casa com¨²n. Los catalanes deben conformarse con lo que hay y, adem¨¢s, resignarse a una ofensiva recentralizadora y ¡°espa?olizadora¡±. Por otra parte, el independentismo catal¨¢n, encabezado por el Gobierno de la Generalitat, acelera un plan para proclamar unilateralmente la independencia en alg¨²n momento de 2015. El choque de trenes parece muy probable, porque ambos gobiernos esperan sacar grandes r¨¦ditos pol¨ªticos del conflicto en el corto plazo, que es el ¨²nico horizonte que parece importarles. Si el choque se produce, la independencia de Catalu?a ser¨¢ pr¨¢cticamente inevitable, a pesar de que ir¨¢ en contra del inter¨¦s general de los catalanes y de todos los espa?oles.
Es necesario superar esta situaci¨®n. El contencioso no debe dejarse en las solas manos de quienes no tienen ning¨²n inter¨¦s en resolverlo. La sociedad civil deber¨ªa tener un papel mucho m¨¢s activo, impulsando los necesarios debates ¡ªque van mucho m¨¢s all¨¢ de independentismo s¨ª o independentismo no¡ª y dando mucho m¨¢s protagonismo a la ambici¨®n en los proyectos de futuro. La clase pol¨ªtica no est¨¢ por la labor. Las grandes empresas y las personalidades del mundo econ¨®mico catal¨¢n deber¨ªan hacer o¨ªr su voz con m¨¢s fuerza, con el pluralismo que ello entra?a, y lo mismo deber¨ªan hacer las del resto de Espa?a. Madrid y Barcelona son, junto con Mil¨¢n, las grandes concentraciones humanas, econ¨®micas e industriales del sur de Europa. Un eje de cooperaci¨®n a todos los niveles entre las dos grandes ciudades espa?olas es necesario para complementar y contrapesar a la gran Banana Azul europea, que tiene su extremo sur en la ciudad del Po y termina por el norte en Liverpool.
No parece haber nadie en el mapa pol¨ªtico que asuma la idea de Espa?a como naci¨®n de naciones para reconstruir sobre ella la casa com¨²n. A m¨ª me parece que ya es demasiado tarde ¡ªno lo era hace cuatro a?os¡ª para intentar una reforma federal de la constituci¨®n. Hay que ser m¨¢s ambiciosos y la sociedad civil tambi¨¦n tiene que tener un papel decisivo en este debate. No bastan alba?iles: se necesitan arquitectos para evitar que se nos caiga la casa encima.
C¨¦sar Molinas public¨® en 2013 el libro Qu¨¦ hacer con Espa?a?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Artur Mas
- Crisis econ¨®mica
- Mariano Rajoy
- PP
- Consulta 9-N
- Recesi¨®n econ¨®mica
- Autodeterminaci¨®n
- Generalitat Catalu?a
- Refer¨¦ndum
- Coyuntura econ¨®mica
- Partidos pol¨ªticos
- Catalu?a
- Conflictos pol¨ªticos
- Espa?a
- Elecciones
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Econom¨ªa
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- La cuesti¨®n catalana