Todo para septiembre
Los grandes grupos han ido aplazando la soluci¨®n de los problemas
El curso pol¨ªtico ha comenzado con prisas y con sobrecarga de tareas pendientes. La asignatura m¨¢s gruesa y dif¨ªcil es, sin duda, el inicio de la confrontaci¨®n catalana, ya en la ¨²ltima fase de su cuenta atr¨¢s. Detr¨¢s, a poca distancia, se encuentran los planes para la reforma pol¨ªtica, aunque a este respecto el vocer¨ªo es tan alto y ca¨®tico que todav¨ªa no hemos conseguido descifrar la hoja de ruta de cada grupo pol¨ªtico. Casi cada d¨ªa nos desayunamos con propuestas de unos u otros, aunque ignoramos si lo hacen a partir de un plan o como estrategia para sondear la reacci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Tenemos un sistema de partidos al borde de un ataque de nervios ante la inminencia de la cita electoral de mayo. Aparte de lo de Catalu?a, el revuelo provocado por la exitosa irrupci¨®n de Podemos en las encuestas lo impregna todo.
Por vez primera desde la crisis, parece que no es la clase pol¨ªtica la que enerva a los ciudadanos, sino estos a aqu¨¦lla. A sus ojos, el electorado ya no es lo que era: ha dejado de ser fiable, previsible, modulable. Que oscilara en sus humores era algo obvio, pero no que empezara a parecerse a una caja negra. Los grandes partidos siempre operaban a partir de un suelo m¨¢s o menos fijo, y eso es, precisamente, lo que ahora est¨¢ en entredicho. Adi¨®s estabilidad, gobernabilidad o como queramos llamarlo; el signo ahora es la confusi¨®n y la incertidumbre. Malos momentos para los asesores de los pol¨ªticos, porque navegan a ciegas y comienzan a transmitir confusas se?ales a sus jefes.
Habr¨ªa sido mejor convocar a tiempo una reforma de la Constituci¨®n
Y, sin embargo, la impresi¨®n que se tiene es que si hemos llegado a esta situaci¨®n es por la propia imprevisi¨®n de los grandes grupos pol¨ªticos, que han ido aplazando sine die la resoluci¨®n de los problemas fundamentales, los suyos internos y los m¨¢s generales del pa¨ªs. A eso se le llama procrastinar, un verbo que en Espa?a se usa poco pero que se practica mucho. Zapatero procrastin¨® con la crisis econ¨®mica y Rajoy con la crisis pol¨ªtica. Se ha procrastinado en la b¨²squeda activa de una soluci¨®n del caso catal¨¢n, en la falta de reacci¨®n contundente con los casos de corrupci¨®n ¡ªquiz¨¢ la mayor falta de omisi¨®n a ojos de los ciudadanos¡ª, en la renovaci¨®n de los partidos y, en fin, en la oxigenaci¨®n completa del marco institucional. Se ha ido dejando todo para septiembre y, claro, ahora imperan las prisas, improvisaciones y nervios.
En el caso de Rajoy en particular, la duda es siempre si hay una estrategia detr¨¢s de su postergaci¨®n de los problemas, si existe una decisi¨®n detr¨¢s de la no decisi¨®n, o si todo no es m¨¢s que pura desidia. En eso sus hermeneutas se escinden. Lo que no se suele considerar es si, como yo me temo, responden m¨¢s bien a la ausencia de un proyecto, y de ah¨ª las muchas ambig¨¹edades o las idas y venidas, como en el caso de la ley del aborto. Habr¨ªa sido mejor una convocatoria a tiempo de reforma constitucional, que habr¨ªa ordenado el debate y, por su misma naturaleza, habr¨ªa presionado a favor de estrategias de negociaci¨®n. Pero no, seguiremos procrastinando hasta el derrumbe final del r¨¦gimen de la Transici¨®n.
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