Caja Madrid pas¨® de la moderaci¨®n de Terceiro al derroche de sus sucesores
El l¨ªmite de las tarjetas era de 600 euros al mes hasta la llegada de Blesa
Las tarjetas de representaci¨®n de Caja Madrid fueron instauradas en 1988, siendo presidente Jaime Terceiro. El uso de las tarjetas estaba ligado a la actividad de la entidad financiera. En 1996, aquellas tarjetas ten¨ªan un l¨ªmite m¨¢ximo mensual de 100.000 pesetas (es decir, 600 euros), tanto para consejeros como para directivos. No pod¨ªan sacar con ellas dinero en efectivo y, seg¨²n fuentes de la administraci¨®n de entonces, recib¨ªan un tratamiento contable e inform¨¢tico igual al resto de tarjetas de la entidad. Adem¨¢s, su uso era vigilado ¡°minuciosamente¡± por el Comit¨¦ de Auditor¨ªa, dentro del seguimiento que se hac¨ªa de los gastos de los ¨®rganos de gobierno y la direcci¨®n de la caja.
De esa austeridad que implant¨® Terceiro se pas¨® al despilfarro sin aparente control durante la etapa de gobierno de Miguel Blesa (1996-2010) y la distinta distribuci¨®n en el l¨ªmite de gastos. Para los consejeros con menos poder en la entidad (que no presid¨ªan comisiones delegadas o que no eran vicepresidentes) se establec¨ªa un l¨ªmite de 1.300 euros a comienzos de 2000, que luego se ampli¨® en esa d¨¦cada hasta 2.500.
En el detalle de los gastos de los distintos consejeros que ha facilitado Bankia se aprecia el salto de un gasto de hasta 20.000 euros al a?o a otro de hasta 40.000 a partir de 2006. Pero, adem¨¢s, los principales directivos, los vicepresidentes y alg¨²n otro cargo estrat¨¦gico dispon¨ªan de un l¨ªmite mensual muy superior (de hasta 6.000 euros) con la posibilidad de hacer retiradas de efectivo de los cajeros, con lo que era imposible conocer el destino de ese gasto.
Las operaciones dejaron de estar vigiladas por el comit¨¦ de auditor¨ªa
No solo se elev¨® el gasto mensual, sino que la contabilidad se hizo opaca. ¡°Ten¨ªan escondida la contabilidad manual y funcionaban al margen de procedimientos est¨¢ndar de control y con el conocimiento de pocas personas¡±, seg¨²n antiguos directivos de la caja. Algunas estaban vinculadas a ¨®rganos de gobierno, en las que se met¨ªan todo tipo de gastos. Otras a la cuenta Administraci¨®n Circular 50/99, una especie de caj¨®n de sastre al que iban desde los problemas de los cajeros hasta morosidades, pero que se usaba para esos gastos descontrolados.
En 1996 Terceiro dimiti¨® de presidente de Caja Madrid tras el pacto entre el PP y CCOO, al que se sum¨® Izquierda Unida. Aquel pacto, firmado por los secretarios territoriales de ambas formaciones (Ricardo Romero de Tejada, que era consejero de la Caja, y Javier L¨®pez), hizo perder a Terceiro el apoyo de la mayor¨ªa del Consejo de Administraci¨®n de la entidad, que hab¨ªa logrado en su renovaci¨®n un a?o antes.
El pacto condujo entre otras cosas a llevar a la vicepresidencia de Caja Madrid a Jos¨¦ Antonio Moral Sant¨ªn, al consejo a Francisco Baquero, marido de Mar¨ªa Jes¨²s Paredes quien en la fecha de la firma del pacto era la secretaria general de Comfia-CCOO.
En una entrevista en EL PA?S declar¨®: ¡°Ser¨ªa incapaz de dirigir la caja con el pacto suscrito entre PP y CC OO¡±. Terceiro, que hab¨ªa presidido Caja Madrid desde 1987, fue sustituido en septiembre de 1996 por Blesa, amigo y compa?ero de profesi¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que hab¨ªa sido miembro del consejo de la caja por el PP. Como salida, el vicepresidente y ministro de Econom¨ªa, Rodrigo Rato, con el tiempo sucesor en la entidad, le ofreci¨® presidir Iberia, que rechaz¨®.
A?os m¨¢s tarde, con motivo de su discurso de aceptaci¨®n del Premio Rey Juan Carlos de Econom¨ªa 2012 ante el gobernador del Banco de Espa?a y otras autoridades, Terceiro arremeti¨®: ¡°Tras mi dimisi¨®n, el Consejo de Caja Madrid estuvo condicionado en toda su actuaci¨®n futura por un pacto escrito entre un partido pol¨ªtico y un sindicato, y firmado por sus respectivos secretarios generales territoriales, que nunca se dio a conocer al Consejo como ¨®rgano colegiado, y sobre cuyo contenido nunca pudo pronunciarse¡±.
Aunque no hablaba de las tarjetas expresamente, pon¨ªa el dedo en la llaga en la deriva que hab¨ªa tomado la caja que en 2009 estaba en la situaci¨®n cr¨ªtica que luego llev¨® a su intervenci¨®n tras fusionarse con Bancaja y otras cinco cajas en Bankia. Asimismo, denunciaba la situaci¨®n general de las cajas por la mala gesti¨®n del riesgo y el descontrol, en el que ten¨ªa mucho que ver la injerencia pol¨ªtica.
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