Regreso a la planta 21 del Windsor
Un bombero de la primera dotaci¨®n que atac¨® el fuego del rascacielos revive aquella noche Millones de personas vieron en directo hace 10 a?os c¨®mo ard¨ªa la torre
En los parques de bomberos de Madrid, todo el mundo recuerda lo que estaba haciendo la madrugada del 12 al 13 de febrero de 2005. Jos¨¦ Antonio G¨®mez Milara, de 46 a?os, se recuerda en la planta 21 de la Torre Windsor, convertida en un bosque de cables de telefon¨ªa que hab¨ªa germinado al desprenderse el falso techo. Un bosque que se sent¨ªa pero no se ve¨ªa por culpa del humo; en el que Milara, casi ahogado porque hab¨ªa perdido la m¨¢scara de aire, avanzaba a tientas entre escombros a 300 grados de temperatura, gui¨¢ndose por las paredes llenas de cub¨ªculos de oficina que le obligaban a dar mil vueltas para avanzar unos pocos metros.
Aquel rascacielos de 106 metros de altura en pleno centro empresarial y comercial de la ciudad, entre las calles de Orense, Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde y el paseo de la Castellana, ardi¨® durante 26 horas, dejando un gigantesco esqueleto de escombros y una sucesi¨®n de conflictos judiciales, pues estaban en juego muchos millones de euros en indemnizaciones. Tambi¨¦n dej¨® unos cuantos misterios: la justicia no hall¨® la causa del fuego, aunque una empleada de la consultora Deloitte hab¨ªa estado fumando en el despacho en el que se inici¨® el incendio, y nunca se supo si hab¨ªa personas en la torre cuando los bomberos ya hab¨ªan decidido desalojarla, como indicaban im¨¢genes de videoaficionados. Estas inc¨®gnitas siguen alimentando todo tipo de teor¨ªas de la conspiraci¨®n, ya que la torre albergaba documentos de algunas de las empresas m¨¢s importantes de Espa?a, y muchos se perdieron.
Por suerte no hubo muertos. Pero la repercusi¨®n fue enorme: el presidente del Gobierno visit¨® el siniestro, se anunciaron planes especiales y revisiones de rascacielos. Entre otras cosas, porque el incendio fue un espect¨¢culo en directo: Telemadrid transmiti¨® 14 horas, Telecinco convirti¨® su programa del coraz¨®n Salsa Rosa en un especial informativo que vieron tres millones de personas. As¨ª que la presi¨®n tambi¨¦n se hizo enorme para se?alar responsables; sin embargo, un juez de Madrid archiv¨® la causa penal en 2006 y concluy¨® que esta era una historia sin culpables: ni las medidas de seguridad de la torre ni los vigilantes de Prosegur ni los bomberos, pese a la sucesi¨®n de informes y contrainformes que se se?alaban unos a otros. Aquella noche, muchas de las cosas que pod¨ªan salir mal salieron muy mal.
El turno del s¨¢bado hab¨ªa comenzado tranquilo para los bomberos de guardia del parque de Santa Engracia, con algunas salidas menores. A las 23.19, justo despu¨¦s de la cena, son¨® la alarma y la dotaci¨®n se puso en marcha para atender un aviso en la calle Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde n¨²mero 65. De camino, se dieron cuenta de que se trataba de la Torre Windsor, pero no vieron por fuera ning¨²n signo del incendio. Al hacer el cambio de sentido, Milara vio a los vigilantes de seguridad muy tranquilos, as¨ª que dijo a sus compa?eros: ¡°Tranquilos, parece que no es nada¡±.
Al llegar a la planta 21 ¡ªhasta la 18 en ascensor, luego a pie¡ª, enseguida se dio cuenta de que no era as¨ª. Mientras preparaba junto a un compa?ero el equipo, por la radio les dijeron que el incendio acababa de romper por la fachada que da a la Castellana. Los dos fueron los primeros en adentrarse en la planta, avanzando a ciegas, gui¨¢ndose por la pared de la derecha, hasta que la manguera no dio m¨¢s de s¨ª. Mientras uno, de rodillas, lanzaba agua contra el monstruo, el otro se resguardaba detr¨¢s; luego se iban cambiando. Pero el fuego era tan violento y la presi¨®n de la manguera tan escasa, que apenas les daba para resguardarse; no lo estaban reduciendo, el l¨ªquido se evaporaba a un metro escaso.
Cuando lleg¨® el relevo, as¨ª se lo explic¨® a sus jefes y uno de ellos decidi¨® volver a entrar para comprobar qu¨¦ estaba pasando. Milara le acompa?¨®, abriendo camino. Entre los derrumbes y la nula visibilidad, perdieron el contacto y lleg¨® solo hasta sus compa?eros. ¡°?Me asfixio, me muero!¡±, escuch¨® gritar a uno de ellos, que hab¨ªa perdido el casco y la careta. Jos¨¦ Antonio fue a ayudarle y el muchacho se agarr¨® a ¨¦l, con tan mala suerte que en ese momento se desmay¨®, llev¨¢ndose en la ca¨ªda la m¨¢scara de Milara. ¡°Sent¨ª un golpe brutal, un sartenazo de calor que me dej¨® KO¡±. Casi milagrosamente y despu¨¦s de haberse perdido, lo consigui¨®. ¡°Al salir al rellano solo quer¨ªa que me quitaran la ropa¡±. Estaba echando humo, literalmente.
No estaba bien. Lo ve¨ªa en la expresi¨®n de sus compa?eros al mirarle su nariz abrasada y sus dientes completamente negros; un d¨ªa despu¨¦s descubrir¨ªa que se le hab¨ªan quemado las fosas nasales y las v¨ªas respiratorias, dej¨¢ndole en unos minutos los pulmones de un fumador empedernido. Pero la rabia, la impotencia de no haber podido con el fuego tiraba de ¨¦l, as¨ª que se levant¨®, sali¨® del hospital de campa?a en el que le acaban de atender, busc¨® el equipo necesario entre los camiones y se volvi¨® a reunir con los dem¨¢s en el vest¨ªbulo del edificio.
Un rato antes el jefe de guardia hab¨ªa ordenado que todo el mundo se juntara all¨ª, dada la peligrosidad (al menos cinco bomberos hab¨ªan quedado atrapados y en serio riesgo), la magnitud del incendio y que la presi¨®n del agua era insuficiente. Hecho el recuento y fijada una nueva estrategia, volvieron a subir, esta vez, todo el trecho por las escaleras; los ascensores estaban inundados de humo. ¡°Era muy trabajoso, est¨¢bamos ya cansados y el equipo pesa unos 30 kilos¡±. Sub¨ªan en silencio, mirando a unos escalones que cada vez ten¨ªan m¨¢s grietas. A la altura del piso 14, escucharon un enorme estruendo y, poco despu¨¦s, la orden de dar media vuelta. Los jefes de emergencias hab¨ªan decidido abandonar el edificio porque hab¨ªa riesgo de colapso estructural. Era la una de la madrugada del d¨ªa 13.
El estruendo proced¨ªa de la ca¨ªda de una enorme escalera de emergencia exterior. Se precipit¨® en la direcci¨®n desde la que contemplaban el fuego, entre otros, el entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, y el concejal de Seguridad, Pedro Calvo. ¡°Tuvimos que refugiarnos en los soportales de Azca¡±, recuerda Calvo. Asegura que no hubo dudas sobre la decisi¨®n de no arriesgar vidas si no era para salvar otras. ¡°La sensaci¨®n era de impotencia absoluta¡±.
Aparte del riesgo de derrumbe, el otro gran miedo era que se viniera abajo una gr¨²a de construcci¨®n que coronaba la torre. Precisamente, el edificio estaba modernizando sus medidas de seguridad frente al fuego. Construido en 1979 con arreglo a la normativa de la ¨¦poca, no estaba compartimentado; por ejemplo, la fachada era una sola pieza que iba de arriba abajo. Esta fue una de las razones de la r¨¢pida propagaci¨®n, seg¨²n Vicent Pons, el perito que hizo un informe para la aseguradora Allianz. ¡°Adem¨¢s, aquello no era un edificio de oficinas, era una especie de almac¨¦n de papel¡±, dice en referencia al contenido inflamable de los despachos.
Pons nunca estuvo muy de acuerdo con la estrategia de los bomberos, que a partir de la una se centr¨® en evitar que el incendio se propagase por los numerosos y grandes edificios de alrededor; el Corte Ingl¨¦s estaba pegado. Milara, que estuvo trabajando hasta las ocho de la ma?ana del d¨ªa 13, no deja de ensalzar la decisi¨®n de sus jefes; muy ¡°valiente¡±, cree, dada la magnitud del suceso y la presi¨®n medi¨¢tica de un espect¨¢culo transmitido en directo.
¡°Estuve casi dos meses con antibi¨®ticos y ox¨ªgeno¡±, cuenta. ?l, que siempre ha sido un deportista formidable (acumula un buen pu?ado de medallas en los juegos ol¨ªmpicos de bomberos y polic¨ªas), no pod¨ªa por entonces trotar un poco sin que le interrumpieran unas terribles toses que le obligaban a escupir unos esputos m¨¢s negros que el carb¨®n. Con tiempo y esfuerzo, la huella f¨ªsica se fue. Pero aquella madrugada del 12 al 13 de febrero de 2005 no se le olvida. Ni a ¨¦l ni a ning¨²n bombero de Madrid.
Fantasmas y colillas
Un juzgado de Madrid determin¨® en 2006 que el incendio del Windsor no fue intencionado, pero no se hall¨® una causa. Una trabajadora de Deloitte estuvo trabajando hasta las 23.00 justo en el despacho donde empez¨® el fuego. Hab¨ªa estado fumando, pero el auto judicial dice que no hay indicios para conectar "el consumo de cigarrillos" y "el origen o propagaci¨®n del incendio", "salvo que se entre en al ¨¢mbito de la conjetura".
Tambi¨¦n habla el auto de un v¨ªdeo casero en el que se ven figuras humanas en la plata 12 de la torre pasadas las 3.30 de la madrugada, horas despu¨¦s de que los bomberos ordenasen abandonar el edificio. ¡°Vi unas luces y gente que se mov¨ªa. As¨ª que le ped¨ª a mi mujer que grabara¡±, dice Carlos Just, un abogado de Reus que pasaba el fin de semana en la casa de unos familiares en Madrid. Su mujer, Enriqueta, tom¨® aquellas im¨¢genes que poco despu¨¦s fueron difundidas por distintas televisiones. "Llamamos a emergencias y nos dijeron que eran bomberos, as¨ª que no le dimos m¨¢s importancia¡±, asgura por tel¨¦fono.
Los bomberos negaron que fueran ellos los que aparec¨ªan en la grabaci¨®n; de hecho, se habl¨® de que el v¨ªdeo pod¨ªa estar manipulado o que pod¨ªa tratarse de reflejos procedentes de otros edificios. Sin embargo, la polic¨ªa cient¨ªfica asegur¨® que eran reales y as¨ª lo admiti¨® el juez. Adem¨¢s, hab¨ªa tres accesos subterr¨¢neos a la torre que permanecieron abiertos. Pero, "aunque se pudiera admitir la posibilidad de la presencia de personas", al juez no le pareci¨® que eso tuviera "alguna incidencia en la causaci¨®n o propagaci¨®n del incendio".
As¨ª, las especulaciones no se detuvieron y siguen hasta hoy. Casi todas tienen que ver con la documentaci¨®n sensible almacenada en el edificio. Como la de Comparex Espa?a, que ten¨ªa informaci¨®n reservada del Ministerio de Defensa. O la de Deloitte, en cuyas oficinas se dijo que se hab¨ªan perdido?los papeles de la auditor¨ªa a FG Valores (sociedad fundada por el presidente del BBVA Francisco Gonz¨¢lez y vendida a Merrill Lynch en 1996) que hab¨ªa solicitado la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n. El BBVA se?ala que esa auditor¨ªa est¨¢ disponible en la CNMV.
La parte civil del litigio, en la que se jugaban 200 millones de euros en indemnizaciones, se cerr¨® en 2011 con un acuerdo extrajudicial entre Deloitte, Prosegur y El Corte Ingl¨¦s. Esta ¨²ltima empresa compr¨® en 2006 el solar que qued¨® despu¨¦s de demoler los restos de la torre. Hoy ocupa el lugar la Torre Titania, de 104 metros, con centro comercial en las primeras plantas y oficinas de la compa?¨ªa en el resto. No queda recuerdo alguno del Windsor.
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