El juez militar pide archivar el caso de las torturas en Irak
La marcha atr¨¢s de un legionario impide identificar a los responsables de los malos tratos
El titular del Juzgado Togado Militar Central n¨²mero 2 ha pedido el ¡°sobreseimiento provisional¡± del caso de las torturas en la base espa?ola de Diwaniya (Irak) en 2004, que se conocieron gracias a un v¨ªdeo difundido por EL PA?S en el que varios legionarios pateaban a dos prisioneros. El juez alega que no se ha podido identificar a los agresores ni a las v¨ªctimas. La marcha atr¨¢s de un legionario que denunci¨® a sus compa?eros y luego se desdijo de sus declaraciones permitir¨¢ que unos hechos que el juez califica de ¡°infames¡± queden impunes.
En el v¨ªdeo, de 40 segundos, difundido por EL PA?S el 17 de marzo de 2013, se observa c¨®mo cinco soldados espa?oles entran una celda del centro de detenci¨®n de Base Espa?a, en Irak. Tres soldados la emprenden a patadas con los dos detenidos, mientras otros dos observan desde la puerta y un sexto graba la escena. Uno de los militares los patea con especial sa?a. En dos ocasiones parece a punto de marcharse, pero se vuelve para descargar toda la fuerza de su bota contra los cuerpos indefensos. ¡°?Jo! A este se lo han cargado ya¡±, comenta un militar.
El auto califica de "infames", "execrables" e ignominiosos" el comportamiento de los militares?
El instructor reconoce su "frustraci¨®n por no llegar a conocer la verdad material de lo sucedido"
El coronel auditor, que desde enero pasado instruye el caso, no tiene dudas sobre la veracidad de los hechos ¡ªsucedidos en la base de las tropas espa?olas en Diwaniya (Irak) entre el 22 de enero y el 18 de febrero de 2004¡ª a los que se refiere con adjetivos como ¡°infames, execrables e ignominiosos¡±. ¡°Tenemos la firme convicci¨®n de que los hechos ocurrieron y que tienen entidad penal¡±, proclama. Por eso, no plantea el sobreseimiento definitivo, como reclamaron los defensores de los cinco imputados. Sin embargo, propone el ¡°sobreseimiento provisional¡± ¡ªlo que supone que archiva la investigaci¨®n y se levantan las imputaciones hasta que aparezcan nuevos datos¡ª aunque reconoce que ¡°las posibilidades de reabrir el procedimiento son especialmente complicadas¡± y que produce ¡°frustraci¨®n [...] no poder llegar a conocer la verdad material de lo sucedido, m¨¢xime cuando se trata de comportamientos graves y tan ajenos de lo que debe ser el de las tropas espa?olas desplazadas lejos de territorio nacional en ejecuci¨®n de las misiones encomendadas¡±.
Y ?qu¨¦ es lo que ha impedido conocer la verdad? El juez alega que no se ha podido conocer la identidad de las v¨ªctimas y que ello impide determinar el estatuto jur¨ªdico que les afecta.
El juez reconoce que Espa?a estaba sujeta en Irak a las obligaciones propias de una potencia ocupante y, en particular, al derecho internacional humanitario, que proh¨ªbe cualquier tipo de tortura o trato inhumano o degradante, tanto a los prisioneros de guerra como a la poblaci¨®n civil. No llega a afirmar ¡ªcomo hizo en octubre pasado el Tribunal Militar Territorial Primero para revocar los procesamientos¡ª que si fueran terroristas no se les aplicar¨ªan las convenciones de Ginebra, pero alega la ¡°indefinici¨®n¡± sobre su identidad.
M¨¢s importante es que se ponga en duda la identidad de los agresores. En julio de 2014, el legionario J. M. C. de los R. reconoci¨® que fue ¨¦l quien grab¨® el v¨ªdeo e identific¨® ante la juez a los militares que aparecen en sus im¨¢genes con el rostro pixelado. Pero el pasado 21 de mayo volvi¨® a declarar, ya no en condici¨®n de imputado sino como testigo, y se desdijo de sus anteriores declaraciones, asegurando que su ¡°situaci¨®n eran tan mala [...] que hubiese contado lo que fuese¡±.
El juez advierte que es il¨®gico que el legionario hiciera declaraciones autoinculpatorias cuando habl¨® como imputado, con derecho a no declarar, y exculpatorias cuando lo hizo como testigo. Pero concluye que, ante la contradicci¨®n entre ambas, no puede dar credibilidad a la primera.
En el sumario figura otro testigo: el legionario D. G. J. Aunque no asisti¨® personalmente a los malos tratos, supo lo que pas¨® y la existencia del v¨ªdeo. Fue ¨¦l quien puso a la Guardia Civil tras la pista de sus protagonistas.
Sin embargo, el juez elude su testimonio asegurando que ¡°carece de imputaci¨®n contra persona aforada ante este tribunal¡±. Se trata de un recurso formal: quiere decir que D. G. J. no acus¨® al capit¨¢n A. B. del P., cuyo ascenso hizo que la instructora inicial, la comandante Patricia Moncada, fuera apartada del caso en favor de un juzgado togado central.
Si la justicia ordinaria investigase este caso, la acci¨®n popular podr¨ªa recurrir el archivo. Pero la jurisdicci¨®n castrense no permite la acci¨®n popular, las v¨ªctimas no est¨¢n personadas y el fiscal militar, ¨²nico acusador, apoya que se d¨¦ carpetazo.
Siete mandos de la Legi¨®n presionaron al testigo que se desdijo
Desde las siete de la tarde del 27 de junio de 2014, cuando fue interrogado por la Guardia Civil en Ronda (M¨¢laga), hasta las cuatro de la tarde del d¨ªa siguiente, cuando se present¨® en el Juzgado Togado Militar Territorial n¨²mero 12, al menos siete mandos de la Legi¨®n se dirigieron al legionario J.?M.?C. de los R. para convencerle de que no colaborase con la investigaci¨®n.
As¨ª lo sugiri¨® el propio legionario a preguntas del fiscal. ¡°Preguntado si por alguno de estos mandos ha recibido amenazas o advertencias para que no declarara, respondi¨® que no quiere contestar¡±, se?ala el auto.
El legionario viaj¨® a Madrid en tren y lleg¨® a la estaci¨®n de Atocha a las dos de la tarde, poco antes de la hora a la que estaba citado. Pero en Atocha, sin que ¨¦l lo supiera, un capit¨¢n de la Legi¨®n le estaba esperando y, en vez de recorrer a pie los 300 metros que separan la estaci¨®n del juzgado, se lo llev¨® en su coche y lo devolvi¨® dos horas despu¨¦s ¡ªsupuestamente por un error en el GPS¡ª, cuando la Guardia Civil ya lo buscaba.
El mismo capit¨¢n irrumpi¨® a media tarde en el juzgado militar, donde protagoniz¨® un altercado con la secretaria judicial y la juez. Su inter¨¦s era hacerse con el tel¨¦fono del abogado de oficio que hab¨ªa asistido a J.?M.?C. de los R., para que dejara su defensa en manos del letrado Juan Antonio D¨ªaz D¨ªaz, conocido como El Coronel. No es solo un apodo. D¨ªaz es un coronel de la Legi¨®n en la reserva que sigue estrechamente vinculado a la misma como presidente de la Fundaci¨®n Tercio de Extranjeros.
Pese a todos estos esfuerzos, el legionario ¡°cant¨®¡±, como le dijo alarmada la esposa de uno de los implicados a una amiga en una conversaci¨®n telef¨®nica intervenida judicialmente, y denunci¨® a sus compa?eros, rompiendo el pacto de silencio.
Cuando recuper¨® la libertad y regres¨® a Ronda, la presi¨®n se multiplic¨®. ¡°Siempre leal, mi capit¨¢n; que me he equivocado, he metido la pata [...] a la orden, yo no salgo ni a la calle, por miedo, por verg¨¹enza y por todo, estoy totalmente avergonzado¡±, le confes¨® a un superior.
Finalmente, J. M. C. de los R. cambi¨® su declaraci¨®n y se desdijo. Se cumpli¨® as¨ª la m¨¢s anacr¨®nica interpretaci¨®n del Credo Legionario, seg¨²n la cual hay que apoyar siempre al compa?ero ¡°con raz¨®n o sin ella¡±.
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