Aza?a, Gonz¨¢lez y el siglo XX
El periodo m¨¢s largo en el que un ¨²nico partido ha logrado gobernar propici¨® tres importantes cambios estructurales: la normalidad democr¨¢tica, el Estado de bienestar y la integraci¨®n internacional
Con la distancia que proporciona el tiempo se puede defender que los presidentes de Gobierno Manuel Aza?a y Felipe Gonz¨¢lez, con sus luces y sus sombras, fueron los mejores pol¨ªticos espa?oles del siglo XX. Los historiadores trazar¨¢n analog¨ªas muy fecundas sobre sus sendos procesos modernizadores de nuestro pa¨ªs, y tambi¨¦n semejanzas en las campa?as con las que algunos de sus oponentes ideol¨®gicos intentaron destruir sus legados.
En el a?o 1995, Juan Pablo Fusi hizo una reflexi¨®n sobre los ataques que sufri¨® el presidente Aza?a. En ning¨²n momento establec¨ªa comparaci¨®n entre los a?os treinta y lo que estaba sucediendo en ese momento, pero pod¨ªan colegirse con facilidad. La prueba es que ese art¨ªculo de Fusi, que no hab¨ªa sido hecho p¨²blico, se reparti¨® en el Consejo de Ministros socialista para conocimiento de sus participantes. A partir de los sucesos de Casas Viejas de enero de 1933 (guardias civiles y de asalto fusilaron a 14 campesinos e incendiaron una casa en la que se hab¨ªan refugiado, en el curso de una sublevaci¨®n anarquista) se inici¨® una campa?a de prensa contra Aza?a (¡°carnicero¡±, ¡°criminal¡±...) que hiri¨® de muerte a su Gobierno y a ¨¦l mismo. Fue una de las iniciativas propagand¨ªsticas que buscaban la destrucci¨®n personal de Aza?a y, con ella, la liquidaci¨®n de lo que significaba: la pol¨ªtica de la coalici¨®n republicano-socialista al servicio de la reforma democr¨¢tica de Espa?a. Se podr¨ªan fijar similitudes con la ¡°estrategia de la crispaci¨®n¡± que asol¨® la vida pol¨ªtica espa?ola en los primeros a?os noventa cuando, a pesar de una mezcla letal de crisis econ¨®mica y casos de corrupci¨®n (los primeros de una larga serie que todav¨ªa no ha acabado), parec¨ªa imposible desalojar del poder por las urnas a Felipe Gonz¨¢lez y a sus equipos socialistas.
Tambi¨¦n el paso del tiempo permite hacer un balance bastante completo de lo que signific¨® la acci¨®n de gobierno del socialismo desde 1982 hasta 1996, el periodo m¨¢s largo durante el que una ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica ha logrado gobernar en el seno de la democracia contempor¨¢nea espa?ola. Hay coincidencia general en tres cambios estructurales que mutaron para siempre a nuestro pa¨ªs.
Felipe Gonz¨¢lez lleg¨® a La Moncloa poco despu¨¦s de un gigantesco trauma para los espa?oles: el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, el ¨²ltimo de una larga serie que da protagonismo a los espadones en la Historia de Espa?a. Pocas semanas despu¨¦s de que un ¡°grupo de j¨®venes nacionalistas¡± (definici¨®n de The New York Times) llegase al poder, y tras el asesinato por parte de ETA del general jefe de la Divisi¨®n Acorazada Brunete, Felipe Gonz¨¢lez y su ministro de Defensa Narc¨ªs Serra acuden a una misa en la sede de tal Divisi¨®n. Es su primera fotograf¨ªa p¨²blica como presidente de Gobierno y, como tal, se convierte en un s¨ªmbolo. Pocos d¨ªas despu¨¦s, Felipe se re¨²ne con un grupo de intelectuales y periodistas y les pide su opini¨®n de la coyuntura. Uno de ellos le responde que lo m¨¢s importante es llegar a las pr¨®ximas elecciones. Resistir, pese a contar con una mayor¨ªa absoluta de 202 diputados, la m¨¢s grande lograda por ning¨²n partido pol¨ªtico hasta hoy. El primer elemento de cualquier balance de la era socialista es la estabilidad democr¨¢tica. La normalidad democr¨¢tica. S¨®lo por la misma merece la pena todo. ?nicamente los que no conocieron la dureza y el miserabilismo de la dictadura franquista y la secuencia de golpes de Estado durante los siglos XIX y XX pueden construir correlaciones abusivas entre aquel tiempo y ¨¦ste.
Esos 14 a?os situaron a Espa?a en el contexto de las naciones desarrolladas
La segunda caracter¨ªstica afecta a las condiciones de vida de los ciudadanos. Los socialistas pusieron en pie un Estado de bienestar, sostenido con el pago de impuestos, que estaba presente en el resto de los pa¨ªses europeos desde hac¨ªa varias d¨¦cadas, pero que aqu¨ª no se hab¨ªa practicado: la universalidad de la sanidad, las pensiones y la educaci¨®n p¨²blica, el establecimiento del seguro de desempleo, la socializaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva y, m¨¢s tarde, ya con Rodr¨ªguez Zapatero de presidente de Gobierno, el que se denomin¨® ¡°el cuarto pilar¡± del welfare: la ley de la dependencia. Los grandes avances en materia social se han dado con los socialistas en el poder. El sistema de protecci¨®n social como se?a de identidad de la democracia.
Por ¨²ltimo, pero no menos importante, la ruptura con el aislamiento internacional. Esos 14 a?os situaron a Espa?a en el contexto de las naciones desarrolladas. Primero, mediante una acci¨®n muy pol¨¦mica y contradictoria. el refer¨¦ndum sobre la permanencia en la OTAN tras una gran contorsi¨®n socialista (cambio de opini¨®n desde el ¡°OTAN, de entrada no¡± a la permanencia en sus estructuras) que dividi¨® al pa¨ªs en dos pedazos. El nuevo tratado con EEUU, la conferencia de paz ¨¢rabe-israel¨ª celebrada en Madrid y, sobre todo, el ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea. Fueron tiempos en los que se pas¨® de una ausencia de nuestro pa¨ªs de las estructuras multilaterales a un surplus en su influencia y significaci¨®n, desproporcionado en relaci¨®n a la importancia real de Espa?a en el mundo.
En el a?o 1979, antes de llegar al poder, el PSOE celebr¨® su 28 Congreso en el que abandon¨® el marxismo. El partido hizo su particular Bad Godesberg hacia la socialdemocracia. Coincidiendo con ello, Felipe Gonz¨¢lez mantuvo una larga conversaci¨®n con Fernando Claud¨ªn (fue su primera aproximaci¨®n al grupo formado por el propio Claud¨ªn, Jorge Sempr¨²n y Javier Pradera), publicada en la revista Zona Abierta. Es oportuno recuperar algunas de estas reflexiones 36 a?os despu¨¦s, a la luz de lo que acontece hoy en el PSOE. Preguntado sobre la posibilidad de que el partido estuviese preparado para gobernar, Felipe planea dos necesidades: que sea efectivamente una alternativa de cambio y que se convierta en un referente tranquilizador para la sociedad, trascendiendo las fronteras de la propia formaci¨®n.
Ni la distancia entre la realidad y las enormes expectativas generadas por los socialistas, que por primera vez en la historia de Espa?a gobernaban solos, sin coaliciones; ni las enormes dificultades pol¨ªticas, econ¨®micas e institucionales actuales deben servir de coartada para relativizar lo obtenido en aquellos a?os en los que la modernizaci¨®n y el avance de un pa¨ªs (en el que no exist¨ªan los tel¨¦fonos m¨®viles y hab¨ªa una sola televisi¨®n) supon¨ªan, como dijo Felipe Gonz¨¢lez, ¡°que Espa?a funcione¡± y superar ¡°la acumulaci¨®n ideol¨®gica de la clandestinidad¡±.
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