El nacionalismo, no la independencia
Se alarman muchos que pactaron alegremente con CiU y dec¨ªan que Pujol era un estadista
El pasado lunes, Juan Cruz, en la secci¨®n ¡°El Acento¡± de este peri¨®dico, transcrib¨ªa unas palabras de John H. Elliott que no hab¨ªa incluido en una reciente entrevista. Elliott, como es sabido, es un ilustre profesor de Oxford, experto en historia moderna, en especial espa?ola. Por esta raz¨®n, Elliott residi¨® en los cincuenta largas temporadas en Barcelona y habla perfectamente catal¨¢n y castellano.
Dec¨ªa as¨ª el viejo profesor al recordar estos a?os: ¡°Pues me da pena ver las divisiones dentro de la sociedad catalana, el papel de la intimidaci¨®n en esa sociedad, el miedo a hablar con claridad sobre lo que est¨¢s pensando si no est¨¢s conforme con el movimiento secesionista, por ejemplo. Eso es lo peor de estos movimientos nacionalistas, que quieren acaparar todo y no dejan que los sensatos, que s¨®lo querr¨ªan emitir su opini¨®n, no puedan levantar la voz¡±.
Estas palabras son terribles. Si son ciertas, la sociedad catalana no es democr¨¢tica: hay intimidaci¨®n, miedo a hablar, los sensatos no pueden levantar la voz. ?Ello es as¨ª? Aparentemente no: la libertad de expresi¨®n est¨¢ garantizada por la Constituci¨®n, la ley y los jueces. Sin embargo, bajo esta apariencia, existe una presi¨®n social auspiciada desde el poder que ejerce una sutil forma de comunicar a quienes se desv¨ªan del buen camino que, o bien rectifican, o todas las salidas les ser¨¢n cerradas. S¨®lo aquellos dotados de un gran coraje moral saben escapar a este ambiente opresivo.
Sin salirnos del campo de la historia, ese es el caso del tambi¨¦n historiador Jordi Canal, autor de la reciente Historia m¨ªnima de Catalu?a, un relato discrepante de la historia oficial. Pero Jordi Canal tuvo que pagar su peaje: abandonar por falta de perspectivas la Universidad de Girona y pasar a ser profesor de la Universidad de Par¨ªs. Tuvo que irse. Aqu¨ª no ten¨ªa futuro profesional, Elliott, como siempre va al fondo. La fractura la causan los movimientos nacionalistas ¡°que quieren acaparar todo¡± y de hecho impiden el ejercicio de la democracia. En efecto, muchos en Espa?a han empezado a darse cuenta de lo que suced¨ªa en Catalu?a al escuchar la palabra independencia. S¨®lo entonces han comenzado a alarmarse. Antes pactaban alegremente con CiU y dec¨ªan que Jordi Pujol era un gran hombre de Estado.
Pero todo viene de lejos, de muy lejos, de los inicios de la autonom¨ªa. Un grupo se decidi¨® a llegar, por etapas, a la situaci¨®n presente: marc¨® un camino y nadie se interpuso, era lo m¨¢s c¨®modo. Si no fuera por la torpeza de sus movimientos habr¨ªan ganado. Perder¨¢n, est¨¢n perdiendo, pero un cierto mal ya est¨¢ hecho y esta divisi¨®n traum¨¢tica de Catalu?a dejar¨¢ huella. ?Es el nacionalismo, no la independencia, est¨²pidos!
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