Los pueblos
El problema con las identidades se da solo en Catalu?a y Pa¨ªs Vasco, no en el resto de Espa?a
Ya sea por estrategia electoral o por cualquier otra raz¨®n que a m¨ª se me escapa, Podemos puede estar cayendo en el mismo error que otros cometieron a comienzos de la Transici¨®n; a saber, ignorar que el problema con las identidades o los ¡°pueblos¡± de Espa?a lo es solo con Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, no con los dem¨¢s territorios. Vayan a las encuestas del CIS y vean c¨®mo se distribuye en cualquier otro lugar la identidad espa?ola en combinaci¨®n con la propia de la comunidad aut¨®noma. All¨ª Espa?a no es el ¡°Estado espa?ol¡±, sino una identidad nacional que la mayor¨ªa conjuga sin problemas con la propia de su regi¨®n. En el bar¨®metro auton¨®mico del 2012, por ejemplo, el 70% de los gallegos dice sentirse tan espa?ol como gallego. Volver al ¡°caf¨¦ para todos¡± con envoltorio progre para referirse a una plurinacionalidad que vaya m¨¢s all¨¢ de los dos casos mencionados vuelve a impedir resolver ese problema hist¨®rico.
Esto no quiere decir que no existan diferencias importantes, sobre todo de tipo ling¨¹¨ªstico, que afectan a otras comunidades, pero las divergencias son m¨¢s de intereses o de ventajas o perjuicios comparativos que de naturaleza identitaria propiamente dicha. Un esquema federal bien articulado las resolver¨ªa sin dificultad, algo que no est¨¢ tan claro respecto a Euskadi y Catalu?a. Como seguro que no se solventa la disputa es mediante esa solemne apelaci¨®n a la fraternidad entre los ¡°pueblos¡±. Se resuelve reconociendo un estatus diferente a quien de verdad se siente distinto.
Por eso, cuando hemos asistido estos d¨ªas al traj¨ªn de los grupos parlamentarios propios, la sensaci¨®n ha sido de aut¨¦ntica perplejidad. Sobre todo porque expresa a las claras una distorsi¨®n del esquema de representaci¨®n al uso. Y no porque se quisiera convertir el Congreso en una C¨¢mara de representaci¨®n territorial. Acostumbrados a la representaci¨®n partidista tradicional, la proliferaci¨®n de agrupaciones electorales ¡ªlas ¡°confluencias¡±¡ª que han concurrido con Podemos en algunas circunscripciones nos impiden ver qui¨¦n representa a qui¨¦n, qui¨¦n ha sido realmente apoderado para hablar en nombre de los representados. Por ejemplo, ?cu¨¢ntos votos de los que se computa Comprom¨ªs fueron en realidad para el Podemos que todos conocemos? En otras palabras, cu¨¢ntos de esos votos son realmente ¡°valencianistas¡±?
Al plegarse a la autonom¨ªa de todas las marcas con las que concurre, Podemos malogra lo que hab¨ªa sido su gran baza, erigirse en el ¨²nico partido de ¨¢mbito nacional con capacidad para sintonizar, v¨ªa Colau, con el poderos¨ªsimo nacionalismo catal¨¢n de izquierdas. O, lo que es lo mismo, convertirse en una pieza fundamental para mediar en el conflicto catal¨¢n ¡ªo, eventualmente, en el vasco¡ª desde el resto de Espa?a. Al dejar de concentrarse en lo importante ha acabado por banalizar el nacionalismo como un todo y diluir de paso su impronta progresista, su identidad de izquierdas.
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