Marruecos, el ¡®poli malo¡¯
El reino alau¨ª, como ahora Turqu¨ªa, tiene un papel crucial en el control de flujos migratorios hacia Espa?a y Europa. Pero su precio es mucho m¨¢s difuso y se oculta bajo una idea casi tab¨²: El S¨¢hara
Tiene tres metros de alto, pura concertina, un grueso alambre de p¨²as en espiral que corre en paralelo a lo largo de los 11,5 kil¨®metros de la triple valla espa?ola, y va acompa?ada de un foso de 2,5 metros de profundidad. Marruecos acaba de terminar de construir, a tan solo un pu?ado de metros de la alambrada melillense, su propia verja en su territorio. Marruecos se ha vallado por dentro. Y este nuevo elemento disuasorio para el paso de inmigrantes irregulares hacia Melilla es el ejemplo m¨¢s claro y evidente de la misi¨®n de filtro que desempe?a el reino alau¨ª en el control de los flujos migratorios para Espa?a y Europa.
Marruecos, como ahora Turqu¨ªa ante la crisis de refugiados que desaf¨ªa los valores sobre los que se asienta la Uni¨®n Europea, hace el trabajo sucio. Los testimonios de los ciudadanos sirios y palestinos, que aseguran haber pagado entre 1.000 y 3.000 euros por cruzar a Melilla (500, los ni?os), constatan el funcionamiento de las mafias que encarecen su largo viaje. Unas din¨¢micas conocidas y reconocidas off the record por los propios polic¨ªas espa?oles que custodian la frontera: "A muchos de ellos les ha resultado m¨¢s f¨¢cil y barato llegar a Canad¨¢ en avi¨®n desde Casablanca que entrar en Espa?a", aseguran. Otros, "atascados entre Argelia y Marruecos, han comenzado a usar incluso la v¨ªa mauritana de los subsaharianos".
Los gendarmes marroqu¨ªes tambi¨¦n redistribuyen a los grupos de ¡°negritos¡± que son rechazados por la Guardia Civil en la valla, reparti¨¦ndolos y dej¨¢ndolos a su suerte en ciudades cada vez m¨¢s al sur del pa¨ªs o someti¨¦ndolos a redadas constantes si se esconden en los bosques del monte Gurug¨², seg¨²n ONGs que trabajan en ese pa¨ªs. La pregunta es: ?A cambio de qu¨¦ hace Marruecos ese papel de poli malo?
¡°Cuando un pa¨ªs, y la UE en su conjunto, decide externalizar su frontera, lo que hace es pedir a otro pa¨ªs que le haga de polic¨ªa para que esa gente no llegue¡±, explica Carlos Ugarte, portavoz de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF). ¡°Y la hipocres¨ªa de esa pol¨ªtica es que se hace a sabiendas de que el Gobierno con el que llegas a un acuerdo tiene unos est¨¢ndares de respeto al derecho de asilo y a los derechos humanos que dejan mucho que desear y se hacen esos acuerdos a cualquier precio¡±, se?ala. "Sin duda es inevitable que haciendo esto estemos dej¨¢ndoles m¨¢s indefensos de lo que lo estar¨ªan en Europa, pero no s¨¦ si tenemos una alternativa", apostilla Carmen Gonz¨¢lez Enr¨ªquez, investigadora principal del Real Instituto Elcano,
El precio acordado entre la canciller Angela Merkel y su hom¨®logo turco Erdog¨¢n para que Turqu¨ªa gestione a los refugiados devueltos desde Grecia es claro y p¨²blico: 6.000 millones de euros en dos tandas para su eventual acomodo, visados para los turcos a partir de junio y facilidades de ingreso en el club de los 28. Sin embargo la opacidad envuelve los acuerdos con Marruecos en este aspecto.
Cada vez que se le pregunta sobre el asunto a un responsable pol¨ªtico ¡ª?Cu¨¢les son las contrapartidas del pa¨ªs vecino?¡ª la conversaci¨®n se vuelve tan espinosa como la valla. Y unos se encogen de hombros, aluden con palabras turbias a ¡°convenios comerciales¡± y ¡°de cooperaci¨®n¡±, aparece el t¨¦rmino ¡°delicado¡±, se recuerda el ¡°car¨¢cter estrat¨¦gico¡± de las relaciones con Rabat en materia antiterrorista, y se cruza de puntillas un desierto entero, el del S¨¢hara Occidental.
¡°?ltimamente hubo un contencioso con Marruecos por raz¨®n del S¨¢hara¡±, recuerda el ministro espa?ol del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz. Y advierte enseguida: ¡°No me voy a meter en esta cuesti¨®n, hay asuntos que hay que tratar con la sensibilidad suficiente porque tenemos ya muchos problemas y no es necesario buscar m¨¢s¡±.
El conflicto saharaui se remonta 40 a?os atr¨¢s, pero es de m¨¢xima sensibilidad y actualidad. Este viernes, y tras una intensa negociaci¨®n, el Consejo de Seguridad de la ONU renovaba su misi¨®n (MINURSO) en el S¨¢hara por un a?o, despu¨¦s de que Marruecos hubiera expulsado a todo su personal civil? en pleno conflicto abierto con Ban Ki-Moon.
S¨®lo por refrescar la memoria, conviene recordar que en 1975 se firmaron, con precipitaci¨®n y varios ¡°anexos secretos¡± ¡ªpoco antes de la muerte de Franco y d¨ªas antes de que la ONU se pronunciase sobre la situaci¨®n del pueblo saharaui¡ª, los llamados Acuerdos de Madrid. Espa?a, haciendo caso omiso de la oposici¨®n de Argelia, cedi¨® la administraci¨®n (que no la soberan¨ªa) del S¨¢hara ¡ªsu ¨²ltima colonia¡ª a Marruecos y Mauritania. Y desde entonces existe un conflicto no resuelto y un refer¨¦ndum pendiente.
Mauritania, convertida hoy en la nueva v¨ªa por la que tambi¨¦n los sirios tratan de llegar a Europa rebotados por los tapones de Turqu¨ªa, Grecia, Italia, Argelia, Marruecos y Melilla, se retir¨® en 1979 (Acuerdo de Argel), agotada por la obstinaci¨®n de un combativo Frente Polisario que reivindica la autodeterminaci¨®n apoyado desde Argelia. Marruecos mantiene la ocupaci¨®n y el contencioso, avalado por Espa?a, Francia y Estados Unidos en la retaguardia, con la esperanza de legitimar alg¨²n d¨ªa lo que considera sus dominios.
Conflictos recientes por mentar al S¨¢hara Occidental
Sin embargo, como ocurr¨ªa el pasado mes de diciembre cuando el Tribunal de Justicia Europeo no ratific¨® el convenio agr¨ªcola del tomate con Marruecos, porque etiquetaba como marroqu¨ªes productos procedentes del S¨¢hara Occidental, el asunto reverbera constantemente y genera desarreglos en esas ¡°excelentes relaciones¡±, de las que presumen comisarios europeos, ministros franceses y el propio Fern¨¢ndez D¨ªaz.
Rabat, sumamente ofendida como ¡°socio preferente¡± que es, suspendi¨® las relaciones con la UE. Acto seguido, el Consejo europeo se apresuraba a recurrir el fallo de su propio tribunal. Del mismo modo que el gobierno socialdem¨®crata sueco renunciaba en enero a reconocer el S¨¢hara Occidental cuando vio peligrar su proyecto de construir el primer IKEA en Marruecos.
De este modo, Marruecos, ¡°clave en materia de seguridad¡± y ¡°con derecho a sentir cierto agravio comparativo por el trato dispensado por la UE a Turqu¨ªa¡±, en palabras de Fern¨¢ndez D¨ªaz, responde a cualquier ataque abriendo o cerrando el grifo. Un ejemplo de su sensibilidad y de su capacidad de reacci¨®n ocurri¨® en agosto de 2014. Agentes de la Guardia Civil retuvieron al mism¨ªsimo rey Mohamed VI en un control rutinario frente a las costas de Ceuta, cuando el monarca alau¨ª practicaba uno de sus hobbies preferidos y surcaba los mares con su moto acu¨¢tica. Casualmente, d¨ªas m¨¢s tarde, llegaba a la costa espa?ola una oleada de m¨¢s de un millar de inmigrantes.
El 70% de las exportaciones e importaciones de Marruecos se producen con Europa, pero su necesaria colaboraci¨®n en los controles fronterizos y en materia antiterrorista, los dos mayores desaf¨ªos a los que se enfrenta Occidente, le blindan en cierto modo.
Todos estos intereses y acuerdos, firmados o no, se materializan en millones de euros de ayuda al desarrollo (AOD) que sirven, seg¨²n denuncian informes de ONG como Entreculturas, ¡°para formaci¨®n policial, equipos de identificaci¨®n y vallas¡±, como esa nueva alambrada marroqu¨ª; y se encarnan en la frontera melillense, con 500 polic¨ªas apoyados por unidades de intervenci¨®n (50 antidisturbios) y 600 guardias civiles reforzados por 200 miembros de unidades especiales armados de insensibilidad para hacer frente a la desesperaci¨®n.
¡°No solo tenemos que dejarles hacer lo que les d¨¦ la gana sino facilit¨¢rselo¡±, concluye un polic¨ªa del control fronterizo espa?ol en referencia a la gesti¨®n de los flujos migratorios que llegan desde Nador. ¡°Si queremos que el mat¨®n haga el trabajo tenemos que mirar para otro lado¡±, suelta un compa?ero.
All¨ª en la valla, donde unos se encaraman a su derecho a una vida mejor y otros a su obligaci¨®n de cumplir con ¨®rdenes y leyes en un juego de complicidades y silencios, cobra sentido la frase pronunciada al vuelo por Mustaf¨¢ Aberchan, l¨ªder del partido de la oposici¨®n Coalici¨®n por Melilla de corte musulm¨¢n: ¡°Marruecos lo est¨¢ haciendo muy bien, pero no sabemos lo que est¨¢ haciendo¡±.
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