El l¨ªder m¨ªnimo
Pedro S¨¢nchez se corona como candidato ¨²nico y precario en una situaci¨®n cr¨ªtica del PSOE
La victoria de Pedro S¨¢nchez en unas primarias sin rivales simboliza la paradoja de un l¨ªder sin liderazgo. Nunca ha tenido el PSOE un timonel tan franco en el organigrama y tan discutido entre sus coroneles, aunque el ruido de los sables ha restringido el mot¨ªn y el sabotaje a los espacios privados y a los mensajes subliminales.
De hecho, su autocoronaci¨®n como candidato a las elecciones del 26-J se produce por los recelos preventivos de sus adversarios. Susana D¨ªaz nunca encuentra el momento para cruzar el Rubic¨®n y persevera en los peligros de la solterona, temiendo al mismo tiempo que los militantes llamados a votar discrepen del fervor que le han concedido los patriarcas del PSOE, incluidos entre ellos los expresidentes Gonz¨¢lez y Zapatero.
Pedro S¨¢nchez lidera el partido porque nadie se atreve a disputarle el cargo y porque nadie realmente quiere hacerlo, con m¨¢s raz¨®n cuando la coyuntura de la repetici¨®n electoral incita a a?orar incluso el resultado de los 90 diputados.
Igual ten¨ªa raz¨®n S¨¢nchez cuando proclam¨® que fue hist¨®rico. No comparado con los anteriores, sino con la situaci¨®n cr¨ªtica a la que apunta el 26-J en una crisis de idiosincrasia. El pacto de investidura con Ciudadanos centra al PSOE, pero la maniobra ha creado un corpulento rival en el caladero moderado ¡ªAlbert Rivera¡ª y arriesga a producir una fuga de votos entre los simpatizantes de la izquierda.
Es la gran amenaza que han logrado urdir Iglesias y Garz¨®n. Asumen ambos el peligro que implica asustar a los socialistas cautelosos, pero el m¨¦rito pol¨ªtico, dramat¨²rgico y hasta simb¨®lico de haber hermanado "la verdadera izquierda" puede suponerle al PSOE no ya perder el Gobierno, sino incluso desposeerse del liderazgo de la oposici¨®n, quedarse expuesto a una refundaci¨®n traum¨¢tica e impredecible.
No es el escenario que se ha construido S¨¢nchez camino del 26-J. Al contrario, se dir¨ªa que el "l¨ªder m¨ªnimo" del PSOE conf¨ªa en una extra?a y asim¨¦trica extrapolaci¨®n pol¨ªtica del cholismo. No ganando partido a partido, sino capitulando en todos los que ha disputado. Perdi¨® las elecciones, perdi¨® la investidura.
La gran duda consiste en despejar si los contratiempos han hecho de S¨¢nchez un l¨ªder resiliente, superviviente, inmortal o si lo han colocado en el umbral del eslogan que ide¨® un difunto partido hondure?o: "Estamos en el precipicio, demos un paso hacia adelante". El PSOE no se ha cre¨ªdo a su l¨ªder. Ni tampoco lo ha dejado trabajar. Los dogmas del Comit¨¦ Federal -no a Podemos, no al PP, no a los nacionalistas- han restringido la acci¨®n de S¨¢nchez al ilusionismo. Y no ha podido realizar el truco de las cadenas bajo el agua porque sus propios compa?eros le escondieron la llave.
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