Patriotas contra nacionalistas: el derbi
La arbitraria prohibici¨®n de las esteladas parece una c¨ªnica maniobra electoral que excita el victimismo soberanista
La delegada del Gobierno, Concepci¨®n Dancausa, se ha puesto a hacer m¨¦ritos para que se la condecore como una hero¨ªna del patriotismo. El problema es que el fervor con que ha prohibido las esteladas en el Vicente Calder¨®n se resiente del cinismo pol¨ªtico y hasta de la arbitrariedad legislativa. Requiere forzarse mucho el esp¨ªritu y la letra de la ley de la violencia deporte para convenir que las banderas soberanistas incitan el odio y amenazan la convivencia, aunque todav¨ªa resulta mucho m¨¢s rid¨ªculo el impracticable ejercicio policial de cachear a los aficionados del Bar?a para "incautarles" las esteladas, sobre todo porque esta purga ejemplarizante cuestiona los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n y contribuye de forma desmedida a la exaltaci¨®n del discurso victimista.
Era el pretexto que necesitaban el president Puigdemont y la alcaldesa Colau para ausentarse de la final¨ªsima. Un despecho institucional que contradice las ¨²ltimas novedades de la pol¨ªtica de deshielo y que retrata el efecto contraproducente ¡ªpremeditadamente contraproducente¡ª de la decisi¨®n de Dancausa, naturalmente confortada ella con la aprobaci¨®n y respaldo del Gobierno.
Mariano Rajoy quiere preservar el escr¨²pulo constitucional en la inercia de sus intereses electorales, del mismo modo que la Fiscal¨ªa va a movilizarse de oficio para escarmentar la gran pitada al himno. Menos corpulenta que otros a?os porque la afici¨®n del Sevilla garantiza el contrapeso de las ovaciones, pero igualmente expuesta a la comisi¨®n de un estrafalario delito de injurias al Rey o a los s¨ªmbolos y emblemas de Espa?a.
Ni pitar el himno ni exhibir las esteladas contribuyen a la filantrop¨ªa ni al hermanamiento de los pueblos, pero las medidas de excepci¨®n que comprometen a la libertad de expresi¨®n solo pueden adoptarse desde presupuestos inequ¨ªvocos. Y no desde el oportunismo pol¨ªtico ni desde la confusi¨®n de banderas y pasiones.
Concepci¨®n Dancausa ha le¨ªdo e interpretado a su manera la ley de violencia del deporte. Ha politizado la final de la Copa del Rey tanto como anoche pretendi¨® hacerlo Joan Tarda. El diputado de Esquerra exigi¨® la retirada del Barcelona, propuso que el club de Luis Enrique e Iniesta asumiera un papel sacrificial en la causa soberanista, inaugurando un nuevo episodio de manipulaci¨®n de sentimientos.
Se trata de una may¨²scula irresponsabilidad. No ya la de someter el deporte al cors¨¦ identitario, restringiendo la universalidad del Bar?a al ensimismamiento nacionalista, sino la escalada que ha abierto Dancausa en un terreno tan incendiario, tan irracional y tan imprevisible como la amalgama del f¨²tbol y la pol¨ªtica.
Las cosas est¨¢n donde las quer¨ªa el Gobierno de Madrid y donde las quer¨ªa Puigdemont. Un derbi entre patriotas contra nacionalistas empapado de obscenidad electoral que frivoliza el peligro de los peores instintos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.