Guindos, s¨¦ fuerte
El PP trata de encubrir la responsabilidad de Rajoy con el fusible del ministro y ajeno al esc¨¢ndalo parlamentario que se avecina
El conato de atisbo de amago a la infalibilidad de Rajoy pretende purgarse en el PP con el sacrificio de los personajes subalternos. Produce, por ejemplo, compasi¨®n la vulnerabilidad de Jos¨¦ Manuel Soria. Se dir¨ªa que todas las crisis que admiten los populares empiezan y terminan con el exministro.? "Que renuncie Soria" adquiere as¨ª el valor de un cataplasma gen¨¦rico para remediar cualquier problema pol¨ªtico.
El ¨²ltimo consiste en aliviar la responsabilidad de Mariano Rajoy en la trama del Banco Mundial. Pretenden sus costaleros sustraerlo de toda implicaci¨®n. Un ejercicio voluntarioso e inducido de sumisi¨®n que aspira a apaciguar la rebeli¨®n de los barones y concentrar la culpa, toda la culpa, en la iniciativa del ministro De Guindos.
Se le acusa de haber enredado a Rajoy en el esc¨¢ndalo y de haberlo involucrado en las mentiras, aunque esta versi¨®n se resiente de un problema de credibilidad. Primero porque las grandes decisiones del PP las adopta Rajoy desde sus consabidos cesarismo y autocracia. Y en segundo lugar porque el caso Soria se antoja un pretexto para organizarle un sabotaje a De Guindos. Que no pertenece a la familia. Que aspiraba a cobrarse una hipervicepresidencia sobre el cad¨¢ver de Montoro. Y que se arriesga ahora a la carbonizaci¨®n del fuego amigo porque la exhibici¨®n de un trofeo de caza tan vistoso como el suyo disimular¨ªa la connivencia de Mariano Rajoy.
Es bastante viejo el recurso del fusible, aunque resulta bastante est¨¦ril recurrir a ¨¦l para trasladar la imagen de un presidente que no se entera de sus decisiones y relativizar los enormes da?os del "expediente Soria". Enormes porque la ins¨®lita promoci¨®n del exministro a Washington ha roto el principio de lealtad absoluta al presidente; porque representa un caso extremo de torpeza y de soberbia en la incredulidad de la opini¨®n p¨²blica; porque conlleva el oprobio de De Guindos en el contexto de las rencillas dom¨¦sticas; porque regala a la oposici¨®n un argumento providencial sobre la inmoralidad del marianismo; y porque malogra seriamente las relaciones con Ciudadanos, hasta el extremo de que Albert Rivera se ha adherido al PSOE y a Podemos con el prop¨®sito de que las responsabilidades se diriman en el ruedo del parlamento.
Dec¨ªa ayer Alfonso Alonso, candidato a lehendakari, que el caso Soria se hab¨ªa resuelto con la renuncia de su protagonista. Conmueven la intentona y la pedagog¨ªa de la expiaci¨®n, pero ocurre que el caso Soria, al contrario, se encuentra en una fase incendiaria y de consecuencias imprevisibles. Rajoy ha mentido. Ha fomentado un ejercicio de amiguismo. Y pretende encubrirlo sacrificando a Tom Hagen. Aquel abogado de la familia Corleone que nunca tuvo la sangre la familia.
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