Feij¨®o, el tecn¨®crata mutante
Fue sindicalista y votante de Felipe Gonz¨¢lez, pero en poco tiempo ascendi¨® a la cima del PP
Qui¨¦n le iba a decir a Manuel Fraga que el partido que ¨¦l fund¨® para unir a la derecha espa?ola acabar¨ªa en Galicia en manos de un sindicalista. A finales de los ochenta, cuando era trabajador interino de la Xunta y no hab¨ªa sido descubierto a¨²n por el PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o (Ourense, 1961) se present¨® a las elecciones sindicales por la Agrupaci¨®n de Funcionarios Interinos y Contratados Administrativos (Afica), seg¨²n recuerdan en la central CIG, reclamando ambiciosas mejoras laborales. La experiencia reivindicativa de este exvotante confeso del PSOE de Felipe Gonz¨¢lez fue fugaz y en apenas tres a?os Feij¨®o ya hab¨ªa sido ungido con un puesto en la cima de una consejer¨ªa.
Este licenciado en Derecho por la Universidad de Santiago, oriundo de una peque?a aldea a 15 kil¨®metros de Ourense, se gan¨® pronto la confianza de los dirigentes m¨¢s poderosos del PP gallego. En 1991, olvidadas ya aquellas elecciones sindicales, fue nombrado secretario general t¨¦cnico de la Consejer¨ªa de Agricultura. De ah¨ª pas¨® a ocupar altos cargos en la Consejer¨ªa de Sanidad y fue en esa ¨¦poca cuando cultiv¨® su amistad con el narcotraficante Marcial Dorado, un conocido contrabandista de la ¨¦poca, de origen muy pobre y sin estudios, que amas¨® una fortuna al margen de la ley y con el que Feij¨®o entabl¨® una ins¨®lita conexi¨®n.
Su padrino en la conversi¨®n de Feij¨®o al PP fue Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa, que se lo llev¨® a Madrid cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lo nombr¨® ministro de Sanidad. Romay puso el Insalud en manos de Feij¨®o y cuando el ahora presidente del Consejo de Estado dej¨® el gobierno, el futuro presidente de la Xunta se incorpor¨® al equipo de Francisco ?lvarez Cascos, quien le encomend¨® la tarea de dirigir Correos para reformar la empresa p¨²blica seg¨²n los principios neoliberales del PP.
El joven interino que reclamaba mejoras sociales y laborales para los trabajadores de la Xunta y que ya atesoraba por entonces una plaza de funcionario acab¨® convertido en un defensor a ultranza de la austeridad, del control del d¨¦ficit y de recortar la Administraci¨®n p¨²blica externalizando servicios en favor de empresas privadas. Como presidente de la Xunta introdujo en Galicia el modelo de colaboraci¨®n p¨²blico-privada para construir y gestionar hospitales, una f¨®rmula que sus compa?eros de partido implantaron mucho antes en Madrid y Valencia pero que Fraga nunca aplic¨®.
Su aterrizaje en Galicia en 2003 para ser la mano derecha del fundador del PP supuso un cambio de estilo en un partido en el que no abundaban los consejeros engominados con aspecto de tecn¨®cratas. Desde entonces ¨¦l y su equipo se han volcado en desembarazarse de esa imagen de contable distante. Y la estrategia no ha cambiado mucho desde la campa?a electoral de 2009 que lo aup¨® a la Presidencia de la Xunta.
Ya entonces Feij¨®o celebr¨® un acto en su aldea de origen, Os Peares, en el que, como ha vuelto a ocurrir en 2016, llor¨® en p¨²blico, rodeado de aquellos vecinos que lo trataron de ni?o. Sin embargo, a quienes han seguido su evoluci¨®n en estos siete a?os les ha costado reconocerlo. El fr¨ªo tecn¨®crata se mueve ya entre el pueblo llano con la misma soltura que en una conferencia pol¨ªtica en el Ritz de Madrid, una ciudad a la que no ha dejado de hacerse ver siempre que puede.
No se recuerda ning¨²n presidente de la Xunta tan asiduo a acudir a actos p¨²blicos en la capital de Espa?a. Por eso sobre Feij¨®o no ha dejado de sobrevolar la sospecha de que su ambici¨®n pol¨ªtica no se acaba en Galicia, por mucho que ¨¦l lo niegue. En los ¨²ltimos tiempos no se cansa de repetir que la cima de su carrera la ha alcanzado siendo presidente de su comunidad aut¨®noma. Hace solo unos meses, cuando meditaba si presentarse de nuevo a la reelecci¨®n, este exsindicalista y funcionario de la Xunta confes¨® su inter¨¦s por volver a mutar y acabar en la empresa privada.
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