¡°Hace m¨¢s de 60 a?os que cant¨¦ ¡®el Gordo¡¯ y todav¨ªa me acuerdo¡±
Los exalumnos del San Ildefonso recuerdan con cari?o su experiencia como repartidores de suerte
Fernando V¨¢zquez y Antonio Salas recuerdan que cuando sal¨ªan de la residencia de San Ildefonso alguien le pasaba el d¨¦cimo de la loter¨ªa por el hombro. Eran los ¡°ni?os de la suerte¡±, aunque a lo largo de sus j¨®venes vidas no hubiesen tenido mucha. Los dos fueron acogidos en el colegio al quedarse hu¨¦rfanos de padre a finales de los a?os cuarenta. Seis hermanos ten¨ªa uno, cuatro el otro; dos madres que se ganaban un sueldo cosiendo o como asistentas en casas de familias m¨¢s acomodadas. A V¨¢zquez le toc¨® cantar el gordo en 1954. Cay¨® por el centro de Madrid. A los 76 a?os, todav¨ªa, se acuerda del n¨²mero: el 53584.
V¨¢zquez ingres¨® en el internado en 1948 con ocho a?os y estuvo hasta los 15, as¨ª como Salas, que sali¨® de la residencia en 1954. Entonces, como ahora, la residencia de San Ildefonso era una estructura de acogida del Ayuntamiento de Madrid para menores en situaci¨®n de desamparo. Desde la secretar¨ªa del instituto, explican que ahora acogen a 60 ni?os, una tercera parte suele someterse a las pruebas para cantar la loter¨ªa. Tienen entre seis y 13 a?os y llegan a trav¨¦s de una petici¨®n por parte de los servicios sociales. Antes, ni?os como Salas y V¨¢zquez, recib¨ªan una propina de 15 pesetas (9 c¨¦ntimos) por cada sorteo, seg¨²n relatan. Ahora, la residencia cuenta con un convenio con Loter¨ªas y Apuestas de Estado que financia las actividades extra del colegio con 300.000 euros anuales.
V¨¢zquez dice que durante los sorteos ordinarios sol¨ªa apuntar los premios conforme iban saliendo. De vuelta al San Ildefonso, los ced¨ªa a los quioscos a cambio de tebeos. Los dos compa?eros, que se re¨²nen todos los jueves en la asociaci¨®n de exalumnos para jugar al domin¨®, cuentan que el domingo volv¨ªan a casa con una barra de pan que, seg¨²n admite Salas, raras veces llegaba a la cocina de las madres entera. ¡°La asociaci¨®n de exalumnos fue fundada en 1922 como una forma de seguridad social¡±, explica el presidente Oscar Vega. Ahora tiene como 300 miembros y se financia a trav¨¦s de la venta de los d¨¦cimos y de las cuotas de los socios. ¡°Gracias a esto, unos 40 chavales reciben clases particulares en la asociaci¨®n¡±, a?ade Vega.
V¨¢zquez no form¨® siempre parte de la asociaci¨®n. El trabajo como reformador, al que le hab¨ªa encauzado el colegio, le llev¨® durante mucho tiempo a Asturias. ¡°Que el colegio nos encontrara trabajo era algo habitual¡±, afirma Salas que, por su parte, empez¨® a trabajar en el caf¨¦ Mezquita, por el barrio de Alonso Mart¨ªnez en Madrid. ¡°Ganaba un duro al d¨ªa¡±, dice. Los ensayos y las pruebas se van intensificando para las parejas de ni?os que cantar¨¢n en el sorteo especial del 22 de diciembre. Seg¨²n refieren desde el Instituto, les dedican unos 20 minutos dos o tres veces a la semana y es una de las muchas actividades que tienen los ni?os. ¡°Imag¨ªnate¡±, argumenta Salas, ¡°en esos a?os hac¨ªamos esgrima¡±. Salas tambi¨¦n confiesa que cuando volv¨ªa al barrio de Malasa?a sol¨ªa lucir sus capacidades con sus amigos.
El d¨ªa a d¨ªa en la residencia se parec¨ªa, en palabras de estos dos exalumnos, al que pod¨ªan tener en sus casas: desayuno, estudio, comida, descanso y actividades de recreo. ¡°Menos por el hecho¡±, explica V¨¢zquez, ¡°que nosotros lo ten¨ªamos todo. Incluso un uniforme de gala¡±. Todos los a?os, V¨¢zquez asiste al sorteo especial de Navidad en el Teatro Real de Madrid. En la sala de la asociaci¨®n, en la madrile?a costanilla de San Andr¨¦s, grandes libros recogen una copia de todos los d¨¦cimos. En la pared est¨¢ colgada una tabla de n¨²meros que tiene m¨¢s de 100 a?os. ¡°Es la tradici¨®n que hace que la Loter¨ªa tenga tanta trascendencia¡±, concluye Salas. Mientras V¨¢zquez confiesa sonriendo que si alg¨²n d¨ªa hiciera falta, volver¨ªa a cantar: ¡°Nunca dejamos de ser alumnos del San Ildefonso¡±.
Cant¨¦ el Gordo, pero me equivoque
Carolina Pellico Rivet fue una de las cinco primeras ni?as en cantar la suerte en los sorteos de Loter¨ªas. El San Ildefonso acept¨® por primera vez a ni?as a partir del a?o 1984. Entonces Pellico ten¨ªa 11 a?os, su madre se hab¨ªa divorciado y consigui¨® que recolocar¨¢n a su hija de otro internado para que pudiera estar con su hermano dos a?os m¨¢s peque?o. La permanencia en la residencia es un recuerdo dulce para esta madrile?a de 43 a?os que no esconde su orgullo de haberse subido al escenario para el sorteo especial de Navidad. En 1986 le toc¨® la suerte m¨¢s deseada entre los internos. Cogi¨® del bombo el premio m¨¢s alto: 250 millones de pesetas, pero cant¨® 25 millones. "Fue el presidente a corregirme", confiesa sonriendo. Desde entonces todos los a?os compra un d¨¦cimo del mismo n¨²mero: el 37772.
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