El tiempo del dolor
Para los que quieren que los dem¨¢s olviden, la antig¨¹edad empieza este lunes
Ha dicho que del Yak-42 han pasado much¨ªsimos a?os. Por tanto, ya no hay nada que hacer. Agua pasada no mueve molinos. No toquen a Trillo. Prest¨® tantos servicios al partido, cuando a este le crec¨ªan los enanos de la corrupci¨®n, que removerlo de su sitio ser¨ªa hacer memoria de un suceso que pas¨® en la antig¨¹edad. Para los que quieren que los dem¨¢s olviden, la antig¨¹edad empieza este lunes. Como la eternidad.
En esa actitud o bien hay desgana o bien hay desd¨¦n. O bien no hay nada. Ninguna de las tres cosas se las puede permitir un presidente. La compasi¨®n forma parte del ejercicio de la pol¨ªtica. La compasi¨®n y la justicia. Y ninguna de las dos tiene fecha de caducidad. La memoria del dolor dura siempre que alguien sienta la herida. Y el Yak-42 fue una grieta enorme en el alma de la sociedad espa?ola. Del Ej¨¦rcito, de los familiares. De la pol¨ªtica, que se vio burlada por la mentira. Fue una herida y una verg¨¹enza. Por ah¨ª no pasa el tiempo. De aquello nada es inolvidable. Ni Trillo, por supuesto.
Lo que sucedi¨® en el manejo de ese grav¨ªsimo accidente incluy¨® tales irregularidades del Gobierno que considerar que el tiempo ya lav¨® las culpas resulta, cuando menos, irreflexivo. Y lo irreflexivo en pol¨ªtica (y en justicia) conduce a carpetazos que deslegitiman la tarea del gobernante, que es el representante de todos, de los que causan el dolor y de los que lo sufren. El Gobierno de Trillo era el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el infalible patriota. Trillo jugaba las cartas del partido como el gran conseguidor de los milagros judiciales. El anecdotario de la ¨¦poca en que ambos fung¨ªan como actores de una comedia de egos con finales de tragedia muestra hasta qu¨¦ punto el caso Yak 42 es un resumen dram¨¢tico de la actitud desde?osa de ambas personalidades. El escenario montado para despedir a las v¨ªctimas fue un acto central de aquel desprop¨®sito. Es una mancha en el tiempo.
Luego la historia act¨²a, como dec¨ªa Fernando Arrabal, en golpes de teatro. Y ya se sabe c¨®mo se precipitaron los acontecimientos. Aznar lo dej¨® todo, para no dejar nada, magn¨¢nimo y generoso fact¨®tum, Rajoy se estrell¨® en las elecciones de 2004, el Partido Popular tuvo su ¨¦poca de sequ¨ªa y todo tiende a olvidarse cuando el poder regresa a donde hace calor. A Trillo le toc¨® Londres en la ruleta. Y ah¨ª ha estado, olvidado e inolvidable. Pero la justicia es como la marea, y ah¨ª tiene otra vez la culpa a las puertas de su embajada, como una alfombra de mar por la que podr¨ªa regresar a su pa¨ªs.
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