Ocho razones para una victoria categ¨®rica
El mensaje, el victimismo, la corrupci¨®n del PP y la estrategia fallida de Susana D¨ªaz han proporcionado a S¨¢nchez una impresionante remontada
Pedro S¨¢nchez se ha convertido en un caso ins¨®lito de resurrecci¨®n pol¨ªtica. De la nada con que part¨ªa en enero ha pasado a reunir el 50% del voto de los militantes. Una remontada que ha prendido en un escenario emocional y que ha cuestionado la estrategia de Susana D¨ªaz.
El mensaje. El lema del "no es no" como argumento de rechazo a la abstenci¨®n del PSOE en la investidura de Mariano Rajoy se ha demostrado enormemente eficaz. Pedro S¨¢nchez lo encarn¨® literalmente con la entrega de su acta de diputado. Y el sacrificio de la dimisi¨®n ha funcionado en su valor de cohesi¨®n y de credibilidad entre la militancia, por mucho que la abstenci¨®n del PSOE no fuera sino la manera de asumir la derrota en las "segundas" generales consecutivas.
La corrupci¨®n del PP. Que el PSOE contribuyera a la investidura de Rajoy se hizo intolerable a medida que se amontonaban los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. La propia Susana D¨ªaz defin¨ªa a los populares como un partido t¨®xico e infame, pero era S¨¢nchez quien hab¨ªa hecho suyo el sujeto de la aversi¨®n hacia el PP, hasta el extremo de pedir la dimisi¨®n de Rajoy en el debate televisado. Los esc¨¢ndalos de G¨¦nova le han proporcionado un arsenal pol¨ªtico.
El victimismo. Pedro S¨¢nchez ha logrado consolidar en estos ¨²ltimos meses la idea de que hab¨ªa sido derrocado. Que hab¨ªa sido descabezado en un complot. Y que era la v¨ªctima de una operaci¨®n golpista. En realidad fue depuesto en la legitimidad del Comit¨¦ Federal del 1 de octubre, pero la frustraci¨®n de aquella experiencia ha sabido convertirla S¨¢nchez en la energ¨ªa de la gran revancha, convenciendo a los militantes de que el "aparato" hab¨ªa desautorizado el voto de las bases.
De abajo a arriba. El martirio de S¨¢nchez facultaba el antagonismo perfecto entre la militancia y la jerarqu¨ªa. Un punto de apoyo para recrear o improvisar la idea de un Espartaco rebelde a Roma. Un espacio dial¨¦ctico que opon¨ªa la abstracci¨®n de la "gente" al anatema de la "casta". S¨¢nchez se convert¨ªa en el portavoz de los desheredados frente al confort del establishment.
La izquierda genuina. S¨¢nchez tambi¨¦n ha colocado en la campa?a el mensaje de acuerdo con el cual representaba a la verdadera izquierda, respecto al modelo?conservador o tradicional de Susana D¨ªaz. Era el contexto en el que se produjo un acercamiento a Podemos, aunque llama la atenci¨®n que el propio S¨¢nchez corrigiera in extremis la pol¨ªtica de alianzas en su propio programa. All¨ª donde dijo que pactar¨ªa con las "nuevas fuerzas de la izquierda", reescribi¨® que lo har¨ªa con "las fuerzas de la sociedad espa?ola".
La amnesia. S¨¢nchez ha entendido mejor que Susana D¨ªaz el terreno de juego. No ya apelando a los sentimientos y a los instintos, sino inoculando entre los militantes una terapia de amnesia. Se ha presentado como el hombre nuevo, el l¨ªder del "nuevo PSOE". Y ha logrado sustraerse a su responsabilidad como el candidato que ha encadenado los peores resultados del PSOE en su historia contempor¨¢nea: 90 diputados primero, 85 despu¨¦s. De semejante precariedad proviene realmente la abstenci¨®n que hizo presidente a Rajoy. Se trataba de evitar las terceras elecciones.
La fe. Pedro S¨¢nchez ha cre¨ªdo en s¨ª mismo cuando nadie cre¨ªa en ¨¦l. La desautorizaci¨®n del 1 de octubre y la entrevista a Jordi ?vole parec¨ªan haberlo sepultado. Dud¨® en presentarse a las primarias, pero le estimul¨® para hacerlo la candidatura de Patxi L¨®pez, no por adhesi¨®n, sino por despecho, toda vez que el exlehendakari hab¨ªa reunido a su propia guardia pretoriana (?scar L¨®pez, C¨¦sar Luena). S¨¢nchez se ha sobrepuesto a un escenario pol¨ªtico-medi¨¢tico que parec¨ªa imposible de remontarse. No se le tom¨® en serio hasta que empezaron a abarrotarse sus m¨ªtines. Incluido el bautismal de Dos Hermanas en enero.
La adversaria. Pedro S¨¢nchez ha ganado de la manera y con el margen a los que aspiraba Susana D¨ªaz. Es la prueba de una mala campa?a y de una estrategia fallida. La militancia ha desautorizado a la presidenta andaluza. Y la presidenta andaluza no ha sido capaz de desenmascarar a su adversario ni en su pasado, ni en sus contradicciones, ni en las connotaciones emocionales de la campa?a.
Y no es solo la derrota de Susana D¨ªaz, sino de todas las huestes que se hab¨ªan alineado con ella, incluidos los barones, los patriarcas hist¨®ricos y todos los recursos institucionales. La constituci¨®n o la escenificaci¨®n del "sistema" ha sido energ¨ªa con que S¨¢nchez ha construido su fama de?outsider.
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