Los ojos que nos vieron crecer
El mundo de la creaci¨®n, sus nuevos cauces y sus pol¨ªticas transformaron usos y costumbres y trazaron puentes con la globalidad. La Marca Espa?a fue cultural
Tuvo raz¨®n Alfonso Guerra: a Espa?a no la iba a conocer ni la madre que la pari¨®. Nadie negar¨¢ la brutal eficacia del eslogan ni su vigencia. Aunque bien pensado, cabe quedarse con otro, m¨¢s directo, m¨¢s melanc¨®lico y en forma de hit musical. Es cierto: ¡°C¨®mo hemos cambiado¡± (Presuntos Implicados, 1991). Los ojos alucinados de Dal¨ª retratados por la c¨¢mara de Ra¨²l Cancio en 1978 irrumpen como la met¨¢fora retroactiva del asombro espa?ol ante su propio y trepidante devenir cultural.
Adi¨®s, Franco; adi¨®s, censura
Tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, hubo que esperar dos a?os para que la censura empezara a desaparecer de la prensa, de los libros, del cine, del teatro, de la m¨²sica, del arte. El Real Decreto ley 24/1977 sobre libertad de informaci¨®n cambia la relaci¨®n de los espa?oles no solo con el consumo de medios de comunicaci¨®n, sino tambi¨¦n con el consumo cultural. Aunque para muchos, la muerte de la censura llegaba tarde, como escribi¨® el reci¨¦n fallecido Juan Goytisolo: ¡°Tal vez para muchos intelectuales de mi edad, la liberaci¨®n llegue demasiado tarde y no puedan habituarse nunca a una escritura responsable, v¨ªctimas ya para siempre de un esterilizador superego, proyecci¨®n interiorizada de su ilimitado poder¡±.
La hora de los cantautores
A Marina Rosell, Maria del Mar Bonet, Paco Ib¨¢?ez, Raimon, Serrat, Amancio Prada, V¨ªctor Manuel, Llu¨ªs Llach, Mikel Laboa y Chicho S¨¢nchez Ferlosio, entre otros, el yugo del franquismo y el tardofranquismo no les hizo arredrarse. Dieron conciertos que originaron problemas de orden p¨²blico, escribieron letras que fueron censuradas y editaron discos que pasar¨ªan a la posteridad como pioneras moscas cojoneras del r¨¦gimen. Canciones como Can?oneta (la gallineta), de Llach; Al vent (Raimon), A galopar (Ib¨¢?ez) o Para la libertad (Serrat) fueron aut¨¦nticos himnos antifranquistas. Sus autores los seguir¨ªan cantando durante la Transici¨®n y mucho despu¨¦s, germinando ideas, mensajes, compromisos y, en general, una literatura musical en las nuevas generaciones de cantautores: desde la Nueva Canci¨®n Vasca hasta Albert Pla, Pedro Guerra o Rozal¨¦n¡, pasando por los padres espirituales de los ochenta y noventa como Aute y Sabina, o la inagotable cuadrilla de los Ana Bel¨¦n/Miguel R¨ªos/V¨ªctor Manuel/Serrat, que surcaron las carreteras de media Espa?a y de la otra con la gira El gusto es nuestro.
La movida y el underground
M¨²sica, literatura, pintura, cine, artes esc¨¦nicas, fotograf¨ªa, c¨®mic, moda, periodismo, televisi¨®n, arte urbano¡, la movida madrile?a fue, desde su germen en los ¨²ltimos setenta hasta mediados de los ochenta, el espejo de la profunda y vertiginosa transformaci¨®n de los usos y costumbres culturales de este pa¨ªs tras d¨¦cadas de negrura creativa. Sus protagonistas se llamaron Almod¨®var, Iv¨¢n Zulueta, Nacha Pop, Radio Futura, Alaska y los Pegamoides, Los Secretos, Paloma Chamorro, El Hortelano, Ouka Leele, Borja Casani, Jorge y Carlos Berlanga, Los Costus, las revistas Madriz y La luna de Madrid, el grafitero Muelle y muchos m¨¢s. Entre todos cimentaron un invento que tuvo mucho de talento y no poco de impostura. El peaje que pagaron muchos de ellos fue alto. El alcohol, las drogas y el sida hicieron estragos en el seno de una comunidad que, en muchos casos, vivi¨® como cre¨®: al l¨ªmite.
Ser¨ªa no solo injusto sino tambi¨¦n ?inexacto sostener que Madrid fue el ¨²nico foco de rabia creativa en Espa?a durante aquel tiempo. Desde a?os antes, en Barcelona, la marea contracultural y underground de los Nazario, Mariscal, Pau Riba, Pepe Ribas, Miquel Barcel¨®, Miguel Gallardo o Luis Racionero, y de revistas como Ajoblanco, Vibraciones, Star o El V¨ªbora hab¨ªa forjado ya una inc¨®moda empalizada contra los estertores del franquismo y contra sus ¨²ltimos flecos.
Almodovarlandia
Si hay un nombre propio que en el ¨¢mbito cultural exprese la proyecci¨®n internacional de la Espa?a posfranquista y de la de los ¨²ltimos 30 a?os, ese es Pedro Almod¨®var. El hijo de Paquita y Antonio se instal¨® en Madrid en 1967 para estudiar cine, pero acab¨® trabajando en Telef¨®nica. Ya nunca dejar¨ªa la capital. Almod¨®var es un madrile?o de La Mancha (Calzada de Calatrava, 1949) y un manchego de Madrid, y sobre todo un manchego universal con dos oscars. En 1978 hizo con medio mill¨®n de pesetas su primer largo, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont¨®n, pero ser¨ªa en 1984 (tras Laberinto de pasiones y Entre tinieblas) cuando firmar¨ªa la portentosa ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto?, con Carmen Maura. Tardar¨ªa solo cuatro a?os m¨¢s en estrenar Mujeres al borde de un ataque de nervios, un antes y un despu¨¦s en la comedia espa?ola. En 1999 gan¨® el oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa por Todo sobre mi madre, y en 2002 se hizo con el de mejor guion original por Hable con ella. En total: 20 largometrajes para rubricar el poderoso influjo de un cineasta espa?ol: el m¨¢s influyente en el mundo desde Bu?uel.
Los otros oscars
Evidentemente, los dem¨¢s oscars espa?oles tienen, por lo menos, el mismo m¨¦rito que Almod¨®var. Todos contribuyeron en su d¨ªa a pasear por el mundo un cine espa?ol que hoy, definitivamente, parece haber perdido fuelle internacionalmente. Jos¨¦ Luis Garci triunf¨® en Hollywood en 1983 con Volver a empezar (oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa); Fernando Trueba lo hizo en 1993 con Belle ¨¦poque (¨ªdem); Alejandro Amen¨¢bar toc¨® la gloria internacional al conquistar en 2004 el mismo galard¨®n con su pel¨ªcula Mar adentro. A ellos se suma el oscar cosechado en 1978 por el director de fotograf¨ªa N¨¦stor Almendros gracias a D¨ªas de cielo. Javier Bardem y Pen¨¦lope Cruz lo ganaron respectivamente en 2008 (mejor actor de reparto en No es pa¨ªs para viejos) y 2009 (mejor actriz de reparto por Vicky Cristina Barcelona).
La escena luchadora
A¨²n en plena dictadura, el teatro social de dos autores, Antonio Buero Vallejo (Historia de una escalera) y Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte), trajo de cabeza a los censores franquistas. Muchos a?os despu¨¦s, ya en la Transici¨®n (1977), Els Joglars estrenaba La torna, pieza antimilitarista que acabar¨ªa prohibida y con Albert Boadella ante un consejo de guerra: hab¨ªa muerto el dictador, pero en Espa?a las libertades estaban a¨²n por estallar. En 1978, la creaci¨®n del Centro Dram¨¢tico Nacional bajo la ¨¦gida de Adolfo Marsillach iba a traer definitivamente a Espa?a las nuevas tendencias europeas. Desde entonces y hasta hoy, grupos como Els Joglars, Els Comediants o La Fura dels Baus, directores como Llu¨ªs Pasqual o Jos¨¦ Luis G¨®mez y dramaturgos como Juan Mayorga o Alberto Conejero revolucionar¨¢n la escena espa?ola.
El fog¨®n de las estrellas
Todo empez¨® en 1976 con Juan Mari Arzak, Pedro Subijana y la Nueva Cocina Vasca. Ya nada fue igual. Los fogones espa?oles se sacudieron las telara?as y dio inicio una loca carrera gastron¨®mico-molecular que dura ya cuatro d¨¦cadas. Espa?a se llen¨® de estrellas Michelin y desbanc¨® a Francia del cetro mundial de la alta cocina. Ferran Adri¨¤ (convertido en obra de arte en la Documenta de Kassel, templo de la posmodernidad art¨ªstica), Berasategui, Aduriz, Atxa, Arginz¨®niz, Santamar¨ªa, Ruscalleda, Roca, Dani Garc¨ªa, Quique Dacosta, David Mu?oz¡ se fueron convirtiendo en las nuevas estrellas del rock.
El Nobel y los otros
No se sabe si, como ha quedado dicho a veces, contra Franco los escritores viv¨ªan mejor ¡ªprobablemente peor¡ª , pero los Goytisolo, Mart¨ªn-Santos, Aldecoa, Mars¨¦, Benet, V¨¢zquez Montalb¨¢n, Caballero Bonald, Ayala o Gil de Biedma abrieron el camino para que nuevas generaciones plasmaran en sus libros las nuevas preocupaciones sociales y est¨¦ticas de un pa¨ªs en libertad que redescubr¨ªa la literatura y que se apasionaba por los libros en citas multitudinarias como el D¨ªa de Sant Jordi en Barcelona o la Feria del Libro de Madrid.
Javier Mar¨ªas (Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª, Todas las almas, Coraz¨®n tan blanco¡) y Antonio Mu?oz Molina (El invierno en Lisboa, Beltenebros, El jinete polaco¡) encabezan una brillante n¨®mina de escritores espa?oles que no renuncian ya a ning¨²n g¨¦nero. Desde el superventas de base hist¨®rica (la saga de Alatriste de Arturo P¨¦rez-Reverte) hasta el ensayo novelado de Javier Cercas (Anatom¨ªa de un instante, sobre el 23-F, publicada ocho a?os despu¨¦s de su gran ¨¦xito, Soldados de Salamina, en torno a la figura de Rafael S¨¢nchez Mazas), pasando por una inabarcable pl¨¦yade de autores y temas en la narrativa, la poes¨ªa y el ensayo.
Sin embargo, el escritor espa?ol que de lejos mejor retrat¨® -y caricaturiz¨®- los 40 a?os posteriores a la muerte de Franco se llam¨® y se llama Rafael Chirbes. Nadie como el insobornable novelista valenciano (fallecido en el verano de 2015) para hablar de la Santa Transici¨®n, del desencanto ideol¨®gico, de la mentira y la corrupci¨®n, de la pose de la izquierda caviar, del progresismo convertido en aristocracia callada, de la eterna inmoralidad de la derecha eterna y, en general, de las contradicciones y r¨¦moras morales de un pa¨ªs llamado Espa?a. T¨ªtulos como Los viejos amigos, La ca¨ªda de Madrid y La larga marcha conforman el espejo definitivo de los complicados primeros a?os de la democracia. Joyas de narrativa corta como La buena letra y Los disparos del cazador examinan desde prismas opuestos -aunque honestos por igual- las consecuencias de la Guerra Civil. Novelones soberbios como Crematorio y En la orilla nos muestran el poder sin freno de la corrupci¨®n y su devastador impacto en la sociedad espa?ola.
Pero sin duda son los dos premios Nobel otorgados, primero, a Camilo Jos¨¦ Cela en 1989, y, despu¨¦s, a Mario Vargas Llosa en 2010, los que enmarcan el brillante panorama literario espa?ol de los ¨²ltimos 40 a?os. En el caso de Cela, la m¨¢xima recompensa de las letras mundiales reconoc¨ªa la carrera del autor de novelas magistrales como La familia de Pascual Duarte, Pabell¨®n de reposo, San Camilo 1936 o La colmena¡ y tambi¨¦n la de quien hab¨ªa llegado a ser probo funcionario en el entramado censor del franquismo. El hispano-peruano Vargas Llosa, que hab¨ªa sido una de las estrellas m¨¢ximas del boom latinoamericano, ve¨ªa c¨®mo la gloria le llegaba casi medio siglo despu¨¦s de publicar el que fuera su primer gran ¨¦xito, La ciudad y los perros. Dos Nobel que supusieron un aut¨¦ntico aldabonazo para la literatura en espa?ol frente a la pujanza anglosajona.
Los genios, los museos
En 1973 muere Picasso. En 1975 muere Franco. En 1978 posa Dal¨ª para el objetivo de Ra¨²l Cancio, regalando al mundo el bigote insultante y los ojos alucinados de un genio del arte y del marketing al que le hab¨ªan gustado tanto Franco como el dinero. En 1981, y tras extraordinarias peripecias pol¨ªtico-legales, llega el Guernica a Espa?a, como ¨²ltimo exiliado en reencontrarse con el hogar, y se instala en el Cas¨®n del Buen Retiro. En 1983 muere Joan Mir¨®. En 1989 muere Dal¨ª. En 2002 muere Eduardo Chillida. En 2003 muere Jorge Oteiza. En 2010 muere T¨¤pies. Se cierra una era. En la siguiente, el arte espa?ol, que como se ve hab¨ªa sido universal, no pudo revalidar su impronta. Miquel Barcel¨® fue, y sigue siendo, la ¨²nica figura espa?ola de aut¨¦ntica relevancia mundial en el panorama art¨ªstico tras la muerte de los m¨¢s grandes.
Mientras tanto, el p¨²blico espa?ol se incorpora a un nuevo fen¨®meno cultural: el de las exposiciones multitudinarias, que arranca con Vel¨¢zquez en El Prado en 1990, pasa por Dal¨ª en el Reina Sof¨ªa en 2013 y culmina con El Bosco, de nuevo en El Prado en 2016. Un fen¨®meno que bien puede equipararse, en lo sociol¨®gico, al de los macrofestivales musicales de pop y rock (Benic¨¤ssim, Rock in Rio, Primavera Sound¡). Espa?a vio nacer tambi¨¦n a los nuevos mastodontes de la franquicia muse¨ªstica, como el Gug?genheim Bilbao, inaugurado en 1997: el museo que cambi¨® una ciudad y cuyo impacto urban¨ªstico fue estudiado y alabado en medio mundo. Cinco a?os antes, en el muy simb¨®lico 1992 (Exposici¨®n Universal de Sevilla, Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, Madrid Capital Cultural Europea¡), el Museo Thyssen hab¨ªa abierto sus puertas en Madrid albergando una de las m¨¢s portentosas colecciones de arte de todos los tiempos.
Voces, templos y negocios
Si en un terreno de la cultura despunt¨® Espa?a en un tiempo hist¨®rico relativamente corto, ese fue el de la ¨®pera. Teresa Berganza y Alfredo Kraus, Montserrat Caball¨¦ y Pl¨¢cido Domingo, Victoria de los ?ngeles y Jos¨¦ Carreras y su drama personal materializado en una leucemia superada¡ pasearon por los m¨¢s prestigiosos auditorios y teatros del planeta el prestigio de la l¨ªrica espa?ola. El paroxismo lleg¨® con el fen¨®meno de Los Tres Tenores, con Domingo y Carreras acompa?ando a Luciano Pava?rotti por teatros y estadios de medio mundo entre 1990 y 2003. Y hablando de teatros: dos colosos despertaron de sus cenizas (en uno de los casos, cenizas reales) para regocijo del aficionado a la ¨®pera. En Madrid, el Teatro ?Real puso fin a su letargo de 72 a?os y fue reinau?gurado con pompa y circunstancia el 11 de octubre de 1997. En Barcelona, el Liceo ¡ªrefugio durante siglo y medio de la alta sociedad de la Ciudad Condal¡ª reviv¨ªa en 1999. Cinco a?os antes hab¨ªa sido pasto de las llamas.
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