Vanguardismo democr¨¢tico y auton¨®mico
La Operaci¨®n Tarradellas fue la respuesta de un gobernante audaz, la aceptaci¨®n de un hecho singular y diferencial
La Generalitat la trajo la izquierda, no los nacionalistas, y fue una operaci¨®n que empez¨® exactamente a los 12 d¨ªas de las elecciones del 15-J, que es cuando regres¨® a Madrid Josep Tarradellas, el anciano presidente catal¨¢n en el exilio. Los resultados de aquellas elecciones no pudieron ser m¨¢s elocuentes: el voto del cintur¨®n rojo de Barcelona, con sus grandes ciudades suburbiales y obreras, L¡¯Hospitalet, Cornell¨¤, Santa Coloma, Badalona, entre muchas otras, fue el que determin¨® la intensidad del cambio democr¨¢tico en ciernes e incluso el dibujo del nuevo r¨¦gimen como un Estado de las autonom¨ªas.
La leyenda ahora en curso entre los procesistas ¡ª es decir, los partidarios de alargar hasta el infinito los planes de consulta independentista imaginados por Artur Mas¡ª es que la personalidad pol¨ªtica de Catalu?a es anterior a la Constituci¨®n y que fue reconocida por Adolfo Su¨¢rez en la persona de Josep Tarradellas, en un gesto de valent¨ªa e imaginaci¨®n y en respuesta a la tozudez del dirigente catal¨¢n en el exilio y a la movilizaci¨®n catalanista, que ahora, cuando m¨¢s se necesitar¨ªa, nadie ¡ªRajoy el que menos¡ª ser¨ªa capaz de realizar.
Este es un excelente ejemplo de una falsificaci¨®n hist¨®rica mediante la distorsi¨®n de hechos ciertos e incontrovertibles, reinterpretados mediante una proyecci¨®n del presente sobre el pasado. El hecho que no permite discusi¨®n es que las elecciones las ganaron en Catalu?a los socialistas y los comunistas, en contra de lo que deseaba Su¨¢rez, con sus esperanzas puestas en Jordi Pujol y su Converg¨¨ncia Democr¨¤tica, entonces coaligada electoralmente con otras fuerzas en el Pacte Democr¨¤tic per Catalunya. El Partit dels Socialistes de Catalunya y el Partit Socialista Unificat de Catalunya fueron la primera y la segunda fuerza, respectivamente, con el 28,5% y el 18,3% de los votos, relegando a la UCD de Su¨¢rez al tercer puesto, con el 16,9%, y al Pacte de Pujol al cuarto, con el 16,8%.
Si se suma el 4,7% de Esquerra Republicana a la formaci¨®n de Pujol se ver¨¢ que el peso del nacionalismo fue m¨¢s bien limitado. Nadie en Madrid imagin¨® que fuera necesario llamar a Tarradellas, entonces en su exilio de la Turena, para apaciguar al movimiento nacionalista mediante la recuperaci¨®n de la instituci¨®n republicana de la Generalitat. Si la Operaci¨®n Tarradellas prosper¨® fue para impedir precisamente que la izquierda alcanzara el Gobierno en Catalu?a y que Joan Revent¨®s, entonces el primer secretario del socialismo catal¨¢n, fuera el primer presidente de la Catalu?a democr¨¢tica.
La simplicidad del pacto Su¨¢rez-Tarradellas tuvo un potencial fundacional impresionante, que probablemente super¨® a quienes lo imaginaron. El presidente catal¨¢n en el exilio reconoc¨ªa a la Monarqu¨ªa y la Monarqu¨ªa le reconoc¨ªa a ¨¦l, al Honorable, ¨²nico t¨ªtulo que consta en el protocolo firmado en Madrid con ocasi¨®n del regreso del pol¨ªtico republicano a la capital. Fue luego nombrado presidente de la Generalitat reci¨¦n restaurada a t¨ªtulo provisional y de la Diputaci¨®n de Barcelona, triqui?uela que le permiti¨® contar con una Administraci¨®n y un Gobierno desde el primer d¨ªa. Tarradellas sol¨ªa decir a quienes le visitaban que solo quer¨ªa un tamp¨®n para sellar los documentos oficiales y que los mossos d¡¯esquadra se cuadraran a su paso. Es lo que tuvo, y poco m¨¢s.
Fue el primer eslab¨®n del Estado auton¨®mico, que abri¨® la puerta a las preautonom¨ªas, de forma que hubo mapa auton¨®mico y Estado de las autonom¨ªas antes que Constituci¨®n. Tarradellas fue el 125? presidente de la Generalitat, seg¨²n una cuenta que se remonta a la denominaci¨®n de los tiempos premodernos. La Generalitat como representaci¨®n de los tres brazos del antiguo r¨¦gimen catal¨¢n dej¨® de existir en 1714 y no fue recuperada como denominaci¨®n hasta 1931 por la Rep¨²blica, de forma que la continuidad pol¨ªtica con los tiempos medievales es parte de la ficci¨®n narrativa respecto a la existencia de un Estado catal¨¢n disuelto en 1714 bajo la bota espa?ola, de la que hay que liberar ahora a los catalanes.
Tarradellas obtuvo una victoria pol¨ªtica en varios frentes. Ante todo, porque regres¨® y dio sentido a toda su vida en el exilio. Tambi¨¦n porque fue el ¨²nico hilo de continuidad con la Rep¨²blica. Adem¨¢s, puso a Catalu?a en vanguardia de la transici¨®n con una actitud abiertamente constructiva y dialogante e inaugur¨® un periodo de prestigio catal¨¢n en el conjunto de Espa?a. Gracias a su personalidad, proporcion¨® relieve, autoridad y sentido de Estado a la instituci¨®n. El protocolo y las formas eran instrumentos esenciales en la vida pol¨ªtica para Tarradellas, un anciano que hab¨ªa pasado media vida en Francia, fascinado por la personalidad del general De Gaulle, que le sirvi¨® de inspiraci¨®n en muchos de sus actos m¨¢s significativos.
La originalidad de los resultados electorales en Catalu?a tambi¨¦n signific¨® la instalaci¨®n de un mapa pol¨ªtico diferenciado respecto al conjunto de Espa?a y organizado en dos ejes, el social entre derecha e izquierda y el propio del nacionalismo, entre partidos de obediencia estrictamente catalana y partidos con dependencia o relaci¨®n con las fuerzas espa?olas. Tambi¨¦n en el Pa¨ªs Vasco hubo unos resultados de orden similar, organizado en los dos ejes, que dio la victoria electoral al PNV y el segundo lugar a muy escasa distancia al PSOE, de forma que la preautonom¨ªa vasca pudo organizarse entre nacionalistas y socialistas, al modo del Gobierno vasco en el exilio, donde se hallaban coaligadas. Su presidente, Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola, no regres¨® a Euskadi hasta diciembre de 1979, una vez refrendado el nuevo estatuto de autonom¨ªa vasco; y, mientras tanto, a la espera de las elecciones para el Parlamento de Guernica, fue el veterano socialista Ram¨®n Rubial, quien presidi¨® la preautonom¨ªa.
La Operaci¨®n Tarradellas fue la respuesta de un gobernante audaz e inteligente al vanguardismo democr¨¢tico y auton¨®mico catal¨¢n, pero tambi¨¦n una demostraci¨®n a escala de negociaci¨®n bilateral, de aceptaci¨®n de un hecho singular y diferencial y de reconocimiento de una realidad institucional hist¨®rica en beneficio final del conjunto. No hay que manipular la historia desde el presente, pero es l¨ªcito e incluso conveniente inspirarse en ella para construir el futuro.