?Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa!
Personalidades de la pol¨ªtica, el pensamiento, las letras o las artes esperaron en la sede de EL PA?S el resultado de las primeras elecciones de la joven democracia
Fue en la noche del 15 de junio de 1977, mi¨¦rcoles. Se celebraban las primeras elecciones generales democr¨¢ticas desde febrero de 1936. Entre una y otra fecha, una II Rep¨²blica convulsa, una cruel Guerra Civil y casi cuarenta a?os de una dictadura. La quinta planta de EL PA?S se dispon¨ªa para recibir a una serie de invitados que compartir¨ªan comentarios, un debate y canap¨¦s mientras el diario preparaba la primera edici¨®n especial. Once meses antes, en julio de 1976, el rey Juan Carlos I hab¨ªa designado a un joven cachorro del franquismo como presidente del Gobierno. Hubo quien dijo que hab¨ªa sido un inmenso error. Fue, sin embargo, un gran acierto. Adolfo Su¨¢rez sent¨® las bases de la transici¨®n pol¨ªtica de un r¨¦gimen totalitario a un sistema democr¨¢tico: convoc¨® las elecciones con todos los partidos pol¨ªticos importantes legalizados, condici¨®n indispensable para redactar la Constituci¨®n de 1978 que un a?o m¨¢s tarde ser¨ªa aprobada por el 88% de los votantes. Espa?a dejaba de ser diferente del resto de los pa¨ªses desarrollados.
El ambiente en la quinta planta era el de las noches de post¨ªn, con un a?adido: la emoci¨®n por la incertidumbre de los resultados. Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza, Joaqu¨ªn Garrigues Walker, Ignacio Camu?as, Luis Y¨¢?ez, Ram¨®n Serrano Su?er, Pedro Sainz Rodr¨ªguez, Ram¨®n Tamames, Javier Solana, la muy desconocida e influyente Carmen D¨ªaz de Rivera¡, una amplia representaci¨®n de la pol¨ªtica de antes y de aquel momento sin rastros de sectarismos. Hacia las once de la noche se hab¨ªa conocido la lista de los 41 senadores de designaci¨®n real. Fernando Abril Martorell, Justino Azc¨¢rate, Jaime Carvajal, Alfonso Esc¨¢mez, Camilo Jos¨¦ Cela, Jos¨¦ Ortega, Guillermo Luca de Tena, Enrique Fuentes Quintana¡ Varios de los asistentes no dudaron en calificarla de excesivamente de derechas y poco ajustada a los previsibles resultados electorales. De hecho, era m¨¢s una recompensa o un reconocimiento que cualquier posibilidad de influir activamente en la pol¨ªtica, salvo alg¨²n caso aislado, como el de Abril Martorell.
A Jorge Sempr¨²n, que hab¨ªa dejado de ser Federico S¨¢nchez hac¨ªa tiempo, pero continuaba demostrando su pasi¨®n por la pol¨ªtica, le extra?aban los comentarios de los militantes de izquierda que parec¨ªan poco entusiasmados con la posibilidad de que su opci¨®n ideol¨®gica alcanzara la mayor¨ªa. Sempr¨²n ven¨ªa de una democracia consolidada, la francesa. En Espa?a hab¨ªa simplemente un cierto temor ante lo desconocido. Ram¨®n Tamames, candidato del Partido Comunista entonces, aplicaba la l¨®gica: habr¨ªa que esperar a ver c¨®mo evolucionaban los posibles pactos de la derecha antes de plantearse cualquier otra opci¨®n. ¡°Ram¨®n Tamames, candidato del Partido Comunista¡¡±, seis palabras aparentemente sencillas y normales que, sin embargo, hab¨ªan supuesto el paso m¨¢s trascendental del cambio de r¨¦gimen. El Partido Comunista fue legalizado en abril de aquel 1977, en plena Semana Santa. Pocos meses antes, en enero, se hab¨ªa producido la matanza de Atocha por parte de un grupo de pistoleros de extrema derecha, y en octubre del a?o siguiente, un paquete bomba explotaba en la sede del diario: una v¨ªctima mortal, un herido grave y otro leve. Detalles que fueron claves por m¨¢s que en la actualidad no parecen excesivamente valorados. Quiz¨¢ sea una consecuencia de quienes piensan que todo estaba resuelto por obra y gracia de la Providencia o del destino.
Y si Su¨¢rez era la estrella de la Espa?a preconstitucional, Gonz¨¢lez lo fue de la noche electoral en el diario. Lleg¨® acompa?ado de su mujer, Carmen Romero, y desde el primer momento acapar¨® la atenci¨®n. Una de sus primeras frases fue: ¡°Estoy absolutamente seguro de que el Ej¨¦rcito respetar¨¢ el resultado de las elecciones, cualquiera que sea¡±. Atr¨¢s quedaba un joven Isidoro en una etapa de moderada clandestinidad que super¨® en un congreso en Suresnes. Poco a poco la normalidad se consolidaba.
N¨²cleo aparte lo formaban representantes de la cultura, cineastas, escritores, dramaturgos¡ Hac¨ªan corrillos, con la libertad que da el no aspirar al poder y la agudeza del talento, El¨ªas Querejeta, Fernando Rey, Luis Garc¨ªa-Berlanga, Carlos Saura, Juan Benet, Juan Garc¨ªa Hortelano, Antonio Buero Vallejo, Jes¨²s Aguirre, Barbara ?Probst Solomon y un Hugh Thomas, entre otros, encantado de que por fin se celebraran en Espa?a unas elecciones como justa recompensa a tantos a?os de lucha. Garc¨ªa Hortelano dej¨® una frase espl¨¦ndida tras las elecciones generales de 1982 en las que Felipe Gonz¨¢lez se convertir¨ªa en el tercer presidente del Gobierno democr¨¢tico: ¡°Han ganado los nuestros. Nos vemos en Estoril¡±.
Paulatinamente se fueron conociendo los resultados. La participaci¨®n fue del 79%. La UCD de Adolfo Su¨¢rez gan¨® con 165 esca?os. Cinco a?os m¨¢s tarde, el partido se disolver¨ªa en un aquelarre autodestructivo. Le sigui¨® el PSOE de Felipe Gonz¨¢lez: 118 esca?os. Fue la sorpresa de la noche. En tercer lugar, con 20 esca?os, el Partido ?Comunista, con Santiago Carrillo al frente. Alianza ?Popular, la derecha m¨¢s vinculada al franquismo, con Fraga Iribarne en cabeza y fundada por los llamados ?¡°siete magn¨ªficos¡± que hab¨ªan sido ministros con Franco, obtuvo 16 esca?os. Los socialistas de Tierno Galv¨¢n lograron 6 esca?os. Los nacionalistas vascos y catalanes tambi¨¦n obtuvieron representaci¨®n parlamentaria. Fue la gran noche electoral de 1977.