Asombro en el Rick¡¯s Caf¨¦
La acci¨®n de la polic¨ªa habr¨¢ sido desmesurada, seguramente, pero no ha resultado m¨¢s ladina que la acci¨®n de quienes dijeron a la gente que este iba a ser un d¨ªa normal
Un refer¨¦ndum ilegal, alentado por leyes hechas para ser violadas por ellos mismos. Un Govern que juega a la gallinita ciega con las urnas y con las papeletas. Los mossos, que se esconden, como los libros, en el montedepiedad.
Y en esto que llega la Guardia Civil del malvado Rajoy. La manda el juez, pero es mejor decir que la manda el malvado Rajoy. ?Para qu¨¦ esta fuerza, dicen, si solo vamos a votar? Por la ma?ana Turull toca la corneta: todo est¨¢ permitido, no hacen falta reglamentos. Junqueras dice que no es votar y cantar. Esto es vinculante. ?l est¨¢ en el casino, juega para ganar, y advierte el bot¨ªn. El bot¨ªn es la independencia, ara mateix.
Luego vino la maldita polic¨ªa. Y esas im¨¢genes de la desmesura. Puigdemont se encarg¨® de ensartar enseguida las fotos como quien encuentra un juguete. La polic¨ªa reprimiendo. Ada Colau y Pablo Iglesias y muchos otros mostraron su indignaci¨®n. Colau, disfrazada en este caso de Chiquito de Barcelona, inyect¨® a Rajoy la medicina de su desprecio: ¡°Cobarde¡±.
La polic¨ªa es fea por naturaleza; la del franquismo era fe¨ªsima. Con Franco esto no pasaba exactamente. En democracia a la polic¨ªa la llama un juez, le avisa de que en un alg¨²n sitio se juega ilegalmente y es la polic¨ªa la que interviene, no interviene un somat¨¦n. ?Qu¨¦ hace la polic¨ªa? ?Qu¨¦ hicieron los mossos, els nostres mossos, cuando la Generalitat los ha necesitado para hacer lo mismo? Los mossos fueron como son tantas veces los polic¨ªas, contundentes y duros. Los mossos, los polic¨ªas, en el Reino Unido, en Escocia y hasta en Canad¨¢. La democracia tiene eso: tiene polic¨ªa, para guardar las leyes, en los casinos, en los alrededores de los parlamentos, en los estadios de f¨²tbol y hasta en las puertas de las iglesias. Y cuidan el cumplimiento de la ley, est¨¦n en el Gobierno el cobarde Rajoy o la audaz Colau. ?O la ansiada Rep¨²blica va a ser una Rep¨²blica sense mossos?
?Desmesurada la polic¨ªa? Claro, cualquiera con una porra en la mano es desmesurado. La desmesura hay que medirla ahora, para eso tambi¨¦n hay leyes, y si se pas¨® la polic¨ªa los jueces entrar¨¢n en ello tambi¨¦n, est¨¢n obligados, no basta que lo digamos desde la grada. La acci¨®n de la polic¨ªa habr¨¢ sido desmesurada, seguramente, pero no ha resultado m¨¢s ladina que la acci¨®n de quienes dijeron a la gente que este iba a ser un d¨ªa normal y que no importaba que no fueran legales el refer¨¦ndum o las urnas o las paperetas. Sorprenderse de que la polic¨ªa entra donde se comete un delito es como asustarse de que te cobren en el supermercado.
Unos y otros, los que llevan armas y los que no las llevan, est¨¢n sujetos al imperio de la ley. Si el armado, guardia civil o mosso, se extralimita, ah¨ª estar¨¢n en todos los casos las denuncias y las leyes. En democracia los afectados de las desmesuras tienen iguales derechos que los que cometen alevos¨ªas. Miremos las actas.
Puigdemont tiene ese bot¨ªn, las im¨¢genes, ya las exhibe, es un p¨®ster de su triste ganancia. ¡°Verg¨¹enza de Espa?a¡±, ha dicho. Para ¨¦l no se guarda ning¨²n adjetivo de esa cuant¨ªa. Artur Mas, que en 2012 prendi¨® la mecha del malestar, dijo que el que ha enviado a la polic¨ªa es ¡°un Estado antip¨¢tico¡±.
Ese Estado antip¨¢tico les ha producido, con el uso de la fuerza, un bot¨ªn que van a amasar con unci¨®n. Se sienten sorprendidos, como pasaba en el Rick?s Caf¨¦, de que el Estado se acuerde de que tiene a su favor, y en su contra, la antipat¨ªa.
El Estado ha actuado, dicen, con desmesura. Al despertar de la fiesta Puigdemont, Junqueras y hasta Colau ver¨¢n en sus espejos la naturaleza de su propia desmesura. Rajoy, por su parte, seguro que ya se est¨¢ mirando en el suyo.
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