Un nuevo giro en el sainete del ¡®proc¨¦s¡¯
El l¨ªder separatista no se reuni¨® ni con las instituciones europeas ni con los nacionalistas flamencos
Llegados a mitad del camino que se hab¨ªan propuesto recorrer y conscientes de la magnitud de los sacrificios que les aguardaban, cuentan que los t¨¢rtaros se detuvieron y pensaron que ten¨ªan tantas razones para seguir adelante con su invasi¨®n como para volver atr¨¢s. Carles Puigdemont y media docena de exconsejeros, enfrentados al mismo dilema, decidieron picar espuelas: el expresidente y la mitad de su Gobierno cogieron un coche hasta Marsella y viajaron en avi¨®n a Bruselas en un inesperado giro europeo de la tragicomedia bautizada como proc¨¦s. Puigdemont cen¨® la noche del martes con sus colaboradores. Se aloj¨® en el Hotel Chambord, un tres estrellas del distrito europeo relativamente modesto: los precios estaban hoy entre los 82 y los 129 euros. Se reuni¨® con sus exconsejeros y con varios eurodiputados soberanistas en la ma?ana de ayer. Poco despu¨¦s del mediod¨ªa, dio una rueda de prensa multitudinaria, casi tumultuosa. Se hizo unos cuantos selfies ante la Euroc¨¢mara, en la bulliciosa plaza Luxemburgo, donde le dio tiempo a sentarse en una terraza. Y poca cosa m¨¢s: la agenda institucional del expresident era y es pr¨¢cticamente una hoja en blanco.
Puigdemont no se vio oficialmente con nadie, ni con las instituciones europeas ni con los nacionalistas flamencos, pese a que us¨® sus oficinas durante unas horas. Aun as¨ª, la N-VA dej¨® claro que Puigdemont es ¡°un amigo siempre bienvenido¡±, seg¨²n Bart de Wever, el l¨ªder nacionalista que se ha hartado de agitar el pasado nazi de B¨¦lgica o de hacer declaraciones contra la inmigraci¨®n durante los ¨²ltimos a?os. Durante sus dos primeros d¨ªas en Bruselas tambi¨¦n tuvo tiempo de verse con el abogado belga Paul Bekaert, que en el pasado defendi¨® a presos etarras: no parece que vaya a tramitar la solicitud de asilo, pero a estas alturas cuesta descartar posibilidades.
El expresidente ¡ªque escenific¨® su comparecencia como si fuera un presidente en el exilio¡ª hizo un encendido discurso en el Press Club cargado de propaganda antiespa?ola y dem¨¢s ret¨®rica propia del actual estado de excepci¨®n pol¨ªtica. Habl¨® en catal¨¢n, en castellano, en un franc¨¦s fluido y en un ingl¨¦s un poco menos f¨¢cil. Acept¨® cinco preguntas: prensa anglosajona, belga y la televisi¨®n p¨²blica catalana; ninguna de ellas en castellano. Tuvo dificultades para abrirse paso a la entrada y a la salida, entre empujones y gritos de m¨¢s de 200 periodistas. Y esquiv¨® los dardos m¨¢s envenenados: ¡°?Es usted un cobarde? ?Un fugitivo?¡±, le pregunt¨® el corresponsal del Telegraph a voz en grito.
Cuentan que el expresidente siempre fue un independentista pata negra: cuando se iba a Madrid, en lugar de usar el puente a¨¦reo siempre optaba por destinos internacionales con final en Madrid, para entrar ¡°por la puerta de vuelos internacionales¡±, seg¨²n el libro Puigdemont, el presidente @Krls. Sobre las ocho de la tarde, Puigdemont y sus consejeros pidieron taxis con destino al aeropuerto. No est¨¢ claro si el expresidente simplemente los acompa?¨®: diversas fuentes hablaban anoche de un vuelo con destino Barcelona; otras fuentes explicaban que podr¨ªa coger un avi¨®n con destino Ruman¨ªa. La opci¨®n m¨¢s veros¨ªmil es que siga en Bruselas, pero las ¨²ltimas 48 horas de su periplo bruselense son una especie de vodevil: un nuevo viaje internacional convertir¨ªa el sainete en esperpento.
Puigdemont predijo en su discurso de investidura que Catalu?a iba a entrar en ¡°territorio desconocido¡±. Lo que no estaba tan claro era que ¨¦l mismo iba camino de tierra inc¨®gnita. Tampoco est¨¢ claro, por cierto, si la Audiencia Nacional entra dentro de esa categor¨ªa. Puigdemont asegur¨®, antes de tomar un taxi al aeropuerto, que conoci¨® la citaci¨®n judicial ¡°por la prensa¡±.
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