El para¨ªso perdido de aguas cristalinas
El primer tramo del r¨ªo, entre Cuenca y Guadalajara, conserva todav¨ªa excepcionales valores naturales
Antes de convertirse en el secarral del embalse de Entrepe?as y de que se oscurezcan sus aguas al toparse en Aranjuez y Toledo con la suciedad procedente de la Comunidad de Madrid, el r¨ªo Tajo ofrece una imagen radicalmente distinta en el Salto de la Poveda, al este de Guadalajara. All¨ª, en medio del Parque Natural del Alto Tajo, aunque los lugare?os se quejen de que el caudal va mucho m¨¢s bajo que otros a?os por estas fechas, el agua se ve correr en abundancia y es tan transparente que en algunos tramos se distingue perfectamente el fondo a pesar de tener hasta ocho metros de profundidad.
Un poco m¨¢s abajo del nacimiento del Tajo en Teruel, entre las provincias de Cuenca y, sobre todo, Guadalajara, el primer tramo del r¨ªo es se?alado en muchas ocasiones por activistas e investigadores casi como una especie de para¨ªso perdido. Las transformaciones artificiales y las presiones, aunque tambi¨¦n las hay ¡ªfuncionan dos minicentrales el¨¦ctricas que dificultan el paso de peces¡ª, son mucho menores all¨ª, lo que mejora notablemente su estado ecol¨®gico. "El Alto Tajo todav¨ªa es un espacio natural privilegiado, con excepcionales valores y recursos naturales y culturales", asegura en sus documentos la asociaci¨®n AEMS-R¨ªos con vida.
Pero algunas de las principales ventajas para la conservaci¨®n de la naturaleza ¡ªes una subcomarca despoblada y no demasiado bien comunicada¡ª se pueden volver en contra de los lugare?os; en el ¨¢rea del parque natural ¡ªcasi 175.000 hect¨¢reas si se incluye la zona perif¨¦rica¡ª viven unas 5.000 personas repartidas en 44 pueblos. La declaraci¨®n de parque natural hace 17 a?os trat¨®, entre otras cosas, de armonizar esa conservaci¨®n ambiental con el desarrollo econ¨®mico de los pueblos a la manera que se suele hacer en estos contextos: a trav¨¦s del turismo.
Tras las primeras resistencias de los vecinos ¡ªque ve¨ªan peligrar trabajos al quedar proscritas algunas actividades sucias como la miner¨ªa¡ª y despu¨¦s de muchos a?os de puesta en marcha, muy poco a poco, de distintas inversiones ¡ªcentros de interpretaci¨®n, creaci¨®n y difusi¨®n de rutas¡ª, los esfuerzos parecen ir dando frutos. En 2016 visitaron la zona 9.632 personas, casi el doble que en 2008, seg¨²n la Encuesta de Ocupaci¨®n en Alojamientos de Turismo Rural del INE. El crecimiento fue, exactamente, del 95%, muy por encima del aumento del sector en ese periodo en toda la provincia (65%).
Hermenegildo Herranz, de 55 a?os, es uno de esos lugare?os que trata de sacar adelante un negocio de casa rural. Natural de Poveda de la Sierra, se ha dedicado toda la vida, salvo en un breve lapso como operario fabril, a la construcci¨®n. Y, pese a los altibajos, no le fue mal, al menos le dio para quedarse en el pueblo, a diferencia de todos los que se fueron marchando por falta de oportunidades a lo largo de los a?os.
Desde un dron | El r¨ªo como nunca lo hab¨ªas visto
Fotogaler¨ªa | Retratos del Tajo
Herranz admite que el negocio va creciendo, que hay m¨¢s visitantes, pero asegura que todav¨ªa queda mucho por hacer para dar a conocer los encantos del parque natural, dice junto a la laguna de Taravilla, uno de los principales reclamos de la zona. "Destacan los ca?ones y hoces fluviales, as¨ª como formas singulares de ladera, como cuchillos, agujas y monolitos sobre rocas calizas y areniscas rojas principalmente", dice la p¨¢gina de turismo de Castilla-La Mancha.
?l hace su parte dentro de una asociaci¨®n que re¨²ne a varios pueblos de la zona (Peralejos de las Truchas, Taravilla, Poveda de la Sierra, Pe?al¨¦n y Zaorejas) para intentar recuperar la tradici¨®n de los gancheros, aquellos trabajadores que hasta los a?os treinta del siglo pasado transportaban enormes cargamentos de madera cientos de kil¨®metros a trav¨¦s del Tajo hasta Aranjuez. La asociaci¨®n celebra anualmente desde hace 21 a?os una fiesta a finales de agosto en la que vuelven a transportar los maderos por el r¨ªo a modo de exhibici¨®n.
¡°Hab¨ªa gancheros especializados de algunos pueblos concretos que hac¨ªan todo el camino. Luego, se contratata gente de apoyo en cada pueblo¡±, cuenta Herranz. Dirigi¨¦ndolos manualmente con sus ganchos, usando los propios troncos para salvar los obst¨¢culos bajo las inclemencias del tiempo, se trataba de una labor dur¨ªsima y muy peligrosa que reflej¨® en la novela El r¨ªo que nos lleva el escritor Jos¨¦ Luis Sampedro, homenajeado en la ¨²ltima edici¨®n de la fiesta. El libro, que relata las peripecias de una cuadrilla de gancheros, comienza as¨ª: ¡°Todo estaba dispuesto, aunque nadie lo supiera porque la vida no avisa. A veces se divierte soplando en sus trompetas para nada; otras, en cambio, su corriente re¨²ne a la callada ciertos seres y cosas, y deja que pase lo que tiene que pasar¡±.