Historia(s) de una cola de la loter¨ªa
Esperar en una fila para comprar los d¨¦cimos del Gordo m¨¢s que una superstici¨®n, es el ritual ineludible de muchos espa?oles
¡°?Si no quieres hacer cola, loter¨ªa Do?a Manolita!¡± A escasos metros de la famosa administraci¨®n madrile?a una vendedora ambulante anuncia en una prolongada letan¨ªa d¨¦cimos de reventa, con una peque?a comisi¨®n de dos euros, para aquellos que desean evitar la interminable fila del legendario establecimiento. A excepci¨®n de una persona, nadie se inmuta. La gente no se deja vencer y espera con paciencia bajo el fr¨ªo. Lograr un d¨¦cimo est¨¢ costando hasta tres horas de espera. Es el ritual de la suerte y una vez m¨¢s vuelve a repetirse.
Son las cuatro de la tarde y el barullo de las calles del centro de la capital anuncia la Navidad. Dentro de pocos d¨ªas los bombos de la Loter¨ªa volver¨¢n a girar en el Teatro Real. Jesusa Esquilas, incondicional (ya son m¨¢s de 20 a?os) de una de las administraciones que m¨¢s d¨¦cimos vende en toda Espa?a, est¨¢ a punto de tener entre sus manos los d¨¦cimos que compartir¨¢ con su familia. Cuando toca el mostrador del local esta abulense de 85 a?os arrastra m¨¢s de una hora de espera. No se queja. Conf¨ªa en que los 100 euros que lleva en el bolsillo sean el pasaporte a una nueva vida para ella y su familia.
Las largas colas para hacerse con un n¨²mero son casi una tradici¨®n tan arraigada como el mazap¨¢n. Y crecen proporcionalmente a medida que se va acercando el sorteo. Esa hegemon¨ªa de buscar la suerte a pie de calle apenas se ha visto amenazada por la fr¨ªa compra a trav¨¦s de Internet. Esperar el turno, mirar las terminaciones en el escaparate, escrutar al vecino de espera y tocar el d¨¦cimo siguen siendo actividades a las que el 99,1% de los jugadores del Gordo no desean renunciar.
?A las cuatro y media de la tarde la fila de Do?a Manolita ya serpenteaba unos 100 metros y daba la vuelta a la manzana. El fr¨ªo y la espera eran un enemigo que no todos estaban dispuestos a enfrentar. Nieves G¨®mez, de 58 a?os, cose redes en la localidad gallega de Cangas de Morrazo y est¨¢ de vacaciones. Pero tiene una tarea pendiente: sus amigos quieren loter¨ªa y le han encargado buscar la suerte en el centro de Madrid. La perspectiva de una larga espera la frena. Saca el m¨®vil, graba la cola y se la manda a sus amigos para justificar su deserci¨®n sin cumplir el encargo. Y justifica: ¡°Es normal que le toque a ella [en el establecimiento de la famosa lotera ya fallecida] porque vende much¨ªsimo¡±.
Comprar loter¨ªa tambi¨¦n puede ser una actividad para disfrutar en familia. ?rika Daroczi, que s¨ª cree en la suerte de esta administraci¨®n ( ¡°Aqu¨ª siempre toca¡±, afirma ilusionada), no falla cada Navidad desde que vino por primera vez embarazada hace cuatro a?os. Y la espera la comparte con su esposo, su hijo y sus suegros. Van a la caza de alg¨²n d¨¦cimo terminado en 7, 5 o 1. Daroczi asume con paciencia la sencilla costumbre que vive en estas fechas: esperar.
El ritual de esta familia se cumple religiosamente cada Navidad y va m¨¢s all¨¢ de comprar d¨¦cimos. Empiezan comiendo en el restaurante Lhardy -tienen especial afici¨®n por el cocido- y despu¨¦s una peque?a excursi¨®n de unos cinco minutos hasta Do?a Manolita. El d¨ªa se cierra de tiendas en el centro. Y as¨ª todos los a?os.
Cu¨¢nto de superstici¨®n y cu¨¢nto de costumbre tiene tan abultada afluencia en busca de la suerte. ¡°Es h¨¢bito y superstici¨®n¡±, explica Roberto Garv¨ªa, investigador de la Universidad Carlos III. Esta costumbre tan arraigada entre los espa?oles es el ritual con el que muchas familias empiezan a celebrar la Navidad. Es la ocasi¨®n en que, tanto Jesusa Esquilas como ?rika Daroczi, estrechan el v¨ªnculo con los suyos. ¡°La gente¡±, explica Garv¨ªa, ¡°no juega solo para ganar un premio sino tambi¨¦n para compartir con su gente¡±.
Para muchos espa?oles, como cada uno de los que esperan pacientemente en una tarde fr¨ªa en el centro de Madrid, esperar su turno simboliza algo m¨¢s que comprar loter¨ªa. Es mantenerse de pie con el anhelo de transformar sus vidas y la de los suyos.
Mientras espera que la suerte la alcance, ?rika Daroczi mantendr¨¢ viva la ilusi¨®n de viajar a Bora Bora. Otra historia m¨¢s de una cola de la loter¨ªa.
En este art¨ªculo ha participado David Alameda (ilustraciones y dise?o) y la secci¨®n de desarrollo de elpais.com.