La empresa perfeccionada del ¡®narco¡¯
Los clanes que operan en el Campo de Gibraltar (C¨¢diz) se han profesionalizado y forman aut¨¦nticas corporaciones que colaboran y se lucran
En el polo industrial de a provincia de C¨¢diz, el Campo de Gibraltar, hay empresas capaces de generar hasta cuatro millones de euros en una hora y media. Es el tiempo que necesitan para importar por mar su producto desde Marruecos, descargarlo y ponerlo a buen recaudo. No tienen CIF ni oficinas, pero s¨ª muchos empleados, clientes internacionales e imagen corporativa. Es la sociedad limitada de los narcos, la que introduce por esta bah¨ªa el 70% del hach¨ªs que circula por Europa, lo pone a buen recaudo el tiempo necesario y lo entrega a sus propietarios, casi siempre ciudadanos ingleses, franceses, italianos u holandeses, que son los que llegan al acuerdo con el proveedor marroqu¨ª. Una lucrativa empresa de transporte, un negocio en auge capaz de dar trabajo a miles de personas en una comarca empobrecida. Toda una gigantesca red clientelar que sirve a los due?os de esas corporaciones y les cobija.
Corroe el sistema al mismo tiempo que teje una tupida malla de m¨¢s de 30 clanes familiares y 3.000 colaboradores directos, seg¨²n estimaciones policiales. Entre apellidos locales y motes imposibles, un nombre se ha impuesto desde hace tiempo en la comarca: Los Casta?as. Son los hermanos Antonio y Francisco Tej¨®n, se?ores del hach¨ªs. Controlan m¨¢s del 60% del negocio, han impuesto su statu quo en el sector y han sido capaces de profesionalizar la empresa del narco y ¡°llevarla a otro nivel¡±, como reconocen quienes trabajan con ellos.
Los Casta?as son los actuales depositarios de una larga trayectoria de narcotr¨¢fico que arranca en los a?os 80 en La L¨ªnea de la Concepci¨®n. Era el siguiente y l¨®gico escal¨®n cuando el tr¨¢fico de tabaco se les qued¨® peque?o. Microclanes aut¨®ctonos, integrados entre la familia y los vecinos del barrio, se repartieron el pastel de ¡°bajarse al moro¡± a por peque?os alijos de hach¨ªs. ¡°Pero el ni?o ha crecido y se ha hecho grande¡±, como reconoce el alcalde linense Juan Franco. Los clanes se reagruparon, comenzaron a colaborar entre ellos, incorporaron veloces narcolanchas y tecnolog¨ªa punta, para colar hasta tres toneladas de chocolate por viaje, y se dejaron de remilgos en el uso de la fuerza contra las fuerzas del orden. Las embestidas de veh¨ªculos, los atropellos, las agresiones a agentes de la autoridad se han convertido en algo rutinario.
Descartada la guerra de clanes
La muerte del peque?o de nueve a?os Manuel Mancilla el pasado lunes en Algeciras, a manos de un narco vinculado al clan de Los Casta?a hizo temer a la polic¨ªa que se desatara una guerra entre clanes. Y que el triste suceso, motivado por una maniobra temeraria del piloto de una lancha semirr¨ªgida, acabara con las calles incendiadas por bandas potencialmente rivales. No ha sido as¨ª. El padre del ni?o de 9 a?os fallecido pertenece al grupo de Los Pantoja, vinculados ahora a Abdellah El Haj, conocido como ¡°el Messi del hach¨ªs¡± y otro de los grandes capos. El clan de Los Pantoja estuvo bajo el paraguas de los hermanos Tej¨®n, pero ciertas rencillas les separaron. Sin embargo, unos y otros han referido mantener el entente cordiale entre clanes que permite un silencioso desarrollo de su actividad il¨ªcita. Tras la muerte de Manuel, su familia rechazo ¡°los bulos¡± y emiti¨® un comunicado en el que ped¨ªan respeto y expresaban el deseo de ¡°enterrar con honor a su hijo¡±.
En ese contexto, Antonio y Francisco (de 34 y 39 a?os, respectivamente) se sent¨ªan llamados a no ser un clan m¨¢s. ¡°No son los ¨²nicos, pero s¨ª los m¨¢s poderosos. Han sido capaces de absorber a otras bandas y desarrollar una relaci¨®n feudal con el resto¡±, explica Juan Cisneros, fiscal jefe de Algeciras. A modo de cooperativa, Los Casta?as han distribuido responsabilidades y ¨¢reas de actuaci¨®n entre los grupos para asegurar la operatividad del negocio y evitar enfrentamientos internos. Los Macarra, El Curry, Los Crespo (a quien pertenec¨ªa el narco liberado del hospital cuando lo custodiaban dos agentes), Pachuli, Los Carmona¡ M¨¢s de una docena de mafias trabajan ya bajo el paraguas protector de los dos hermanos.
Los hermanos Tej¨®n llevan ya un a?o y siete meses huidos de la Justicia, pero todo el mundo sabe que viven escondidos en La L¨ªnea, protegidos por sus trabajadores: ¡°En ninguna parte se sienten m¨¢s seguros que aqu¨ª; crearse esa estructura fuera les cuesta mucho m¨¢s y es m¨¢s arriesgado¡±, comenta un polic¨ªa.
Ni siquiera el importante golpe policial en el que 30 miembros de su banda acabaron detenidos en abril de 2017 ha hecho resentirse un negocio asentado durante a?os. ¡°Ellos mismos se autoregulan, ahora est¨¢n m¨¢s calmaditos ante la mayor presencia policial y de medios¡±, dice un agente.
Aunque el precio var¨ªa seg¨²n la demanda, el kilo de hach¨ªs se puede pagar hasta los 1.600 euros el kilo. En cada viaje de una narcolancha, viajan hasta tres toneladas, lo que supone m¨¢s de cuatro millones de euros. Es la ganancia por hacer de transportistas del fabricante marroqu¨ª al importador europeo. De ese dinero, Los Casta?as, con la misma fama de generosos que precede a los narcos correosos, ¡°reinvierten en su infraestructura, aproximadamente, el 50%¡±, aseguran quienes trabajan con ellos. ¡°Con ese dinero, pagan por encima de la media a sus trabajadores que van, desde los 1.000 euros de ¡°el punto¡± ¡ªel chaval que informa con un tel¨¦fono m¨®vil a pie de playa o de calle de la resencia policial¡ª ; al lanchero, el piloto de las narcolanchas que, con un viaje, puede llegar a embolsarse hasta 60.000 euros.
¡°Gastan mucho en tener a su gente contenta, en cuidarlos¡±, reconocen desde su entorno. Y no escatiman en medios tecnol¨®gicos, a sabiendas de que los pinchazos telef¨®nicos est¨¢n detr¨¢s de la mayor parte de las detenciones. ¡°Invierten miles de euros en cada uno de los tel¨¦fonos encriptados v¨ªa sat¨¦lite que ense?an a manejar a los miembros de su organizaci¨®n¡±, dicen quienes trabajan con ellos. A trav¨¦s de subcontratas delictivas, se hacen con todoterrenos robados, que pelan ¡ªvac¨ªan¡ª para alijar la droga. ¡°Y gastan una parte muy importante en los agentes corruptos que les apoyan¡±, subrayan. Una empresa muy perfeccionada, solo delatada por los excesos y las ostentaciones del dinero que produce.
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