¡°He visto miradas asesinas al volante; a mi hijo lo mat¨® un borracho reincidente sin carn¨¦¡±
Una familia de Torrej¨®n (Madrid) pide al Gobierno 200.000 euros por la ausencia de medidas contra "conductores homicidas"
Un muchacho de 22 a?os a punto de convertirse en bombero, su sue?o; una madre traspasada por un dolor que desde entonces le "aprisiona" el pecho; un padre lleno de ¡°rabia¡± al que unos amigos tuvieron que frenar (¡°quise ir a por ¨¦l¡¡±) despu¨¦s de que la polic¨ªa le informara de c¨®mo hab¨ªa muerto Jos¨¦ Torrente, su Josito; una abuela que no levant¨® cabeza desde el accidente y que se desplom¨® en plena calle fulminada por un infarto (diez a?os antes hab¨ªa perdido a un hijo en otro siniestro); y una novia ilusionada con un futuro que se trunc¨® en solo unos minutos.
¡°Ese hombre mat¨® a mi ni?o, 14 meses despu¨¦s a mi madre y s¨¦ que tambi¨¦n me va a matar a m¨ª", asegura entre l¨¢grimas la madre de Josito
Nada ha sido igual en casa de los Torrente Estringana desde aquel 13 de agosto de 2016. Ese d¨ªa, Eugen Ciocodan, de 47 a?os, que quintuplicaba la tasa m¨¢xima de alcohol, seg¨® la parte delantera de la moto en que Josito volv¨ªa a casa tras sus clases en la academia de bomberos de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid). Era reincidente: tres meses antes le hab¨ªan retirado el carn¨¦ por provocar, ebrio, otro siniestro.
Ni el psiquiatra ha sido capaz de dar consuelo a la madre: ¡°Ese hombre mat¨® a mi ni?o, 14 meses despu¨¦s a mi madre y s¨¦ que tambi¨¦n me va a matar a m¨ª, noto ahogo y presi¨®n en mi pecho desde entonces",? cuenta Conchi, de 49 a?os.? Su novia sigue yendo por casa de quienes iban a ser sus suegros. "Pero cada vez menos, siempre se me saltan las l¨¢grimas al verla", cuenta la mujer.
Durante su entrevista con EL PA?S, Concepci¨®n Estringana, Conchi, es un mar de l¨¢grimas. Y pide? perd¨®n. Pero la congoja y la imagen de su hijo momentos antes de morir en la UCI del hospital de La Princesa, lleno de tubos, no se va de su mente. Josito se iba al d¨ªa siguiente a la casa de playa que la familia tiene en la costa levantina. "No he vuelto a ir all¨ª, ni creo que vaya nunca. Todo fue muy, muy duro", confiesa la madre.
Jos¨¦ Torrente era puntual para sus cosas. Sol¨ªa llevarse la moto a la academia y regresaba a casa hacia las 15.30. A Conchi se le quiebra la voz recordando: ¡°Ese d¨ªa le ten¨ªa a mi ni?o preparada la comida y le puse s¨¢banas limpias, le gustaba tomarse su siesta¡¡±. Al ver que no llegaba a su hora, Conchi se ech¨® en la cama a esperarlo. De pronto, el sonido de unas sirenas de ambulancia y polic¨ªa, a varios cientos de metros de su casa, la inquietaron.
Una mala premonici¨®n rond¨® su cabeza, pero no quiso pensarlo ni un segundo... Empez¨® a ponerse m¨¢s y m¨¢s nerviosa con cada minuto que pasaba de las 15.30. ¡°En cuanto llegue el ni?o, av¨ªsame¡±, alert¨® a su marido, Jos¨¦ Antonio Torrente, transportista de 54 a?os.
Pero los minutos pasaban y su est¨®mago se hizo un nudo. Abri¨® la ventana, mir¨® y volvi¨® a tumbarse, pero la dej¨® abierta. Y lo que no quer¨ªa ni pensar, sucedi¨®. Las sirenas ya no sonaban, pero de pronto oy¨® a personas hablar con?walkie talkie a la puerta del bloque. Rez¨® para que no llamara nadie a su portero autom¨¢tico. Pero la ley de Murphy se ceb¨® con ella. "Es la polic¨ªa, pueden abrir por favor...".
Una mala premonici¨®n rond¨® la cabeza de Conchi, pero ni? por un segundo quiso pensar que aquellas sirenas que se o¨ªan desde casa eran por su hijo
A Jos¨¦ Antonio Torrente, su marido, se le nota todav¨ªa enfadado con el mundo. Se siente muy impotente. Otra hija, a la que Josito adoraba, es la ¨²nica que les queda. Cuando este peri¨®dico llam¨® a Jos¨¦ Antonio, este se emocion¨®. Tres a?os despu¨¦s, el luto sigue presente en la casa. Jos¨¦ Antonio es nieto e hijo de transportistas.
Recuerda cuando hace a?os cruz¨® su cami¨®n en un paso de peatones. ¡°Vi a una mujer con su hijo en brazos que iba a cruzar, era de noche, y, si no cruzo el cami¨®n, seguro que se la hubiera llevado por delante". Lo hizo al ver tras ¨¦l a otro veh¨ªculo que iba a toda velocidad. "Llevo cientos de miles de kil¨®metros, he visto muchas miradas de delincuentes, asesinas, al volante, a mi hijo lo mat¨® un borracho", destaca.
Tras saltarse un sem¨¢foro tras otro en rojo, en pleno centro de Torrej¨®n, el conductor homicida circul¨® unos 400 metros m¨¢s, pero, seg¨²n algunos testigos, de pronto detuvo el Opel que conduc¨ªa (y con el que hab¨ªa lanzado 14 metros en el aire el cuerpo de Josito) y regres¨® al lugar de la tragedia. La polic¨ªa lo hall¨® sentado en un bordillo de la v¨ªa, fum¨¢ndose un cigarro. Su voz era? pastosa y vidriosa su mirada. ¡°Estuve a punto de ir a por ¨¦l, pero unos amigos me frenaron: me convencieron de que si hac¨ªa algo pondr¨ªa en riesgo vital a mi mujer y a la otra hija que nos queda¡±.
En el juicio, Ciocodan pidi¨® perd¨®n a la familia. Ha sido sentenciado a tres a?os y tres meses de c¨¢rcel, y a cuatro sin carn¨¦ de conducir
En el juicio, Ciocodan pidi¨® perd¨®n a la familia. Ha sido sentenciado a tres a?os y tres meses de c¨¢rcel, y a cuatro sin carn¨¦ de conducir. Entr¨® en prisi¨®n antes de la pasada Navidad.
Pero los padres de Josito exigen m¨¢s culpables. Han acudido al Ministerio de Justicia con una demanda por funcionamiento anormal de la administraci¨®n de justicia. Exigen 200.000 euros de indemnizaci¨®n, de rabia. "?Qu¨¦ ha hecho el Estado para evitar que un conductor borracho al que se le retir¨® el carn¨¦ unos meses antes, tambi¨¦n por borracho, se ponga al volante de otra m¨¢quina de matar y mate?¡±, cuestiona Jos¨¦ Antonio.
Fuentes del ¨¢rea de seguridad vial de la Fiscal¨ªa General del Estado entienden el dolor de estos padres. ¡°Pero el Estado no se puede permitir poner un polic¨ªa detr¨¢s de cada conductor ebrio, los recursos son limitados¡±, destacan. El Consejo General del Poder Judicial ha contestado a Jos¨¦ Antonio que no concurre un error judicial en este fatal accidente, ya que los ¨®rganos judiciales retiraron el carn¨¦ al infractor y lo condenaron. "Nunca m¨¢s volveremos a ver a nuestro hijo, mientras el borracho ese pronto saldr¨¢ en libertad, ?de verdad nada m¨¢s se pudo hacer por evitarlo?¡±, se preguntan Jos¨¦ Antonio y Conchi.
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