El verdadero rostro del hombre que sonr¨ªe
Los defensores de Jordi Cuixart lideran una estrategia para convertir el juicio en un proceso contra la polic¨ªa
Entra en la sala a las diez en punto y se sienta en uno de los primeros bancos, lo m¨¢s cerca posible de los acusados. Lleva una cazadora amarilla, unas botas amarillas, una mochila amarilla, una camiseta con el dibujo de Piol¨ªn y un reloj con la correa¡ naranja. A los pocos minutos, y en vista de que la jornada se est¨¢ convirtiendo en un desfile de polic¨ªas que explican c¨®mo les agredieron el 1 de octubre, se aburre y saca de la mochila una carpeta, amarilla, y se dedica a leer unos folios con el membrete de la Generalitat. Uno de los agentes sigue con su declaraci¨®n:
¨CNos encontramos una urna escondida dentro de una c¨¢mara frigor¨ªfica.
Eso le hace gracia y se r¨ªe. Tambi¨¦n su compa?era de asiento y algunos de los independentistas que esta ma?ana, como casi todas, acuden al Supremo para ver de cerca a sus l¨ªderes procesados. Pero no son jornadas excesivamente alentadoras para la causa. Los fiscales se han tra¨ªdo a un sinf¨ªn de agentes que resultaron lesionados al tratar de entrar en los colegios. Ninguno de gravedad, pero de los testimonios en su conjunto se va perfilando una fotograf¨ªa que no se corresponde con la de una gente de paz que entona viejas canciones y se deja apalear mansamente por las fuerzas de ocupaci¨®n. M¨¢s bien lo contrario:
¨CCuando me ca¨ª al suelo, recib¨ª una patada, pu?etazos, se me qued¨® la cara llena de contusiones¨C, dice un agente.
¨CNot¨¦ una patada en los test¨ªculos que fue brutal ¨Cexplica otro polic¨ªa¨C. Me fui a por ¨¦l, pero se zaf¨®. El dolor era insoportable. La gente le ayudaba...
¨CA mi compa?ero le quitaron la urna a pu?etazos y cuando fui a ayudarle, me dieron con la urna en la cabeza¨C, asegura un tercero.
Desde hace algunas jornadas, se percibe cada vez con mayor intensidad que algunos de los abogados de los acusados, y muy especialmente los tres que representan a Jordi Cuixart, han pasado de la defensa al ataque y han situado en el punto de mira a polic¨ªas y guardias civiles. Se trata de un intento extremo de desacreditar sus testimonios. Los de los agentes que actuaron el 1 de octubre y tambi¨¦n los de quienes efectuaron cualquier tipo de informe o investigaci¨®n, de tal forma que si un despistado acudiera cualquier ma?ana al juicio, podr¨ªa preguntarse: ¡°Y a este agente, ?de qu¨¦ se le acusa?¡±. La situaci¨®n pasa a mayores unos minutos despu¨¦s del mediod¨ªa. Marina Roig, una de las abogadas del l¨ªder de ?mnium Cultural, est¨¢ interrogando a un polic¨ªa sobre su actuaci¨®n en un colegio:
¨C?No es m¨¢s cierto que no pudo entrar porque intent¨® entrar saltando encima de la gente, pis¨¢ndola?
En ese momento, la fiscal Consuelo Madrigal la interrumpe para protestar por las preguntas acusatorias contra la polic¨ªa: ¡°Parece que estamos en un juicio contra la actuaci¨®n policial en cumplimiento de ¨®rdenes judiciales¡±. El juez Manuel Marchena trata de poner paz, pero solo lo consigue a medias. Porque no se trata de un incidente aislado. Los abogados Marina Roig, ?lex Sol¨¤ y Benet Salellas saben perfectamente d¨®nde est¨¢ la diferencia entre la abogac¨ªa y la militancia, y d¨®nde el l¨ªmite para que una pregunta ¡ªformulada adem¨¢s de forma despectiva¡ª pueda pasar el filtro del tribunal. Y, aun as¨ª, deciden traspasarlo y armar la bronca para disfrute de sus huestes. Los abogados de Jordi Cuixart se est¨¢n convirtiendo en el verdadero rostro del hombre que sonr¨ªe.
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