El parip¨¦ del cierre de los colegios
Los testigos de la defensa consideran normal que la polic¨ªa auton¨®mica solo tuviera una presencia testimonial en algunos centros durante el 1 de octubre
Hace algunos d¨ªas, en uno de los pueblos de Gipuzkoa donde se est¨¢ rodando una serie de televisi¨®n basada en Patria, la novela de Fernando Aramburu, sucedi¨® una cosa curiosa. Dos j¨®venes vestidos de guardia civil entraron en una herriko taberna, que en euskera significa ¡°taberna del pueblo¡± y que suele ser el lugar de reuni¨®n de los independentistas radicales. Nada m¨¢s entrar, los all¨ª presentes, entre bromas y risas, les dijeron a los supuestos actores que qu¨¦ bien les sentaba el disfraz, que no les faltaba un detalle, que parec¨ªan ¡°pikoletos¡± aut¨¦nticos. En cuanto pudieron sobreponerse a tan inusual recibimiento, los j¨®venes desvelaron el secreto de su atuendo:
¨CSomos guardias civiles de verdad, y venimos a hacer una inspecci¨®n rutinaria.
La an¨¦cdota viene a cuento porque los 18 ciudadanos que este mi¨¦rcoles comparecen como testigos vivieron la situaci¨®n contraria cuando fueron a votar el 1 de octubre. A instancias de Ana Bernaola, una de las abogadas del tr¨ªo S¨¤nchez, Rull y Turull, todos cuentan m¨¢s o menos lo mismo. Que pernoctaron en los colegios electorales o llegaron antes del alba, que para las ocho o as¨ª ya eran centenares de vecinos ansiosos por votar, y que para eso de las nueve se present¨® una pareja de mossos d¡¯esquadra que avis¨® a la multitud congregada de que tra¨ªan una orden para impedir la votaci¨®n.
¨C?Y qu¨¦ sucedi¨®? ¡ªpregunta el fiscal al cient¨ªfico Josep Llu¨ªs Torres.
¨CNada.
Al contrario que los parroquianos de la herriko taberna, los votantes del 1 de octubre s¨ª pensaron que aquellas parejas eran de mossos aut¨¦nticos, pero el resultado final es que pudieron seguir votando sin que la intervenci¨®n de la polic¨ªa auton¨®mica se llegase a producir.
¨CHicieron varias veces como que iban a entrar, pero no entraron ¡ªaclara Torres.
¨C?La gente les imped¨ªa entrar? ¡ªquiere saber entonces la abogada del Estado.
¨CS¨ª, se lo imped¨ªan, claro.
Tal vez la clave est¨¦ en ese ¡°claro¡±. Durante todo el d¨ªa, la abogada Bernaola, que no forma parte del equipo titular de las defensas pero que interroga de manera m¨¢s precisa y eficaz, examina a votantes independentistas de diversa procedencia. Un ingeniero, una abogada, un alba?il, una profesora jubilada, un electricista... Todos consideran de lo m¨¢s natural que los mossos hicieran una y otra vez, en este colegio y tambi¨¦n en aquel, el parip¨¦ de entrar, pero que nunca lo consiguieran, ¡°claro¡±, y que se limitaran a quedarse en la esquina, ¡°expectantes¡± dice uno, aguardando a que dieran las ocho o las nueve de la noche para, ya sin urnas y sin gente dentro, precintar los colegios, levantar acta y marcharse de all¨ª. De las declaraciones de los 18 testigos se deduce que lo m¨¢s policial que hicieron aquel d¨ªa tan largo las parejas de mossos fue vestir el uniforme a las puertas de los colegios. Su inactividad anunciada ante un acto declarado ilegal ¡ª¡°los mossos garantizar¨¢n el refer¨¦ndum¡±, hab¨ªa prometido Joaquim Forn¡ª estuvo a punto de convertir su atuendo en un simple disfraz.
La jornada transcurre veloz. El s¨¦ptimo testigo, un inform¨¢tico jubilado llamado Alfons Barcel¨®, declara antes de que den las once. Dice que en su pueblo, Alforja (Tarragona), la jornada del refer¨¦ndum coincidi¨® con la fiesta mayor, y que todas las actividades ¡ªcastells, diables, coros¡ª se trasladaron a la puerta del colegio. Cuando dice que todo el pueblo estaba all¨ª, se cae en la cuenta de algo que se ha venido repitiendo hasta entonces y que volver¨¢ a suceder durante la tarde. Los testigos de Ana Bernaola se erigen con toda naturalidad ¡ªla naturalidad del ¡°claro¡±¡ª en la totalidad del pueblo. Aunque las urnas ¡ªlas de de verdad¡ª digan una y otra vez que el voto independentista no es mayoritario, el relato de los testigos consigue hacer invisible a la otra mitad. La ¡°buena gente¡±, en expresi¨®n del testigo Carles Valls, eran los que estaban all¨ª tan temprano, ¡°Alexis, y Valent¨ª, que ayudaron a meter las urnas cuando aparecieron, y Pere, el panadero, que trajo el almuerzo¡±.
¨CTodos son buena gente ¡ªinsiste el electricista Valls.
¨CNo lo dudo ¡ªresponde la abogada del Estado.
El independentismo consigue llenar todos los d¨ªas el sal¨®n de plenos de una parte de Catalu?a que se considera el todo.
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