¡°La gente se tiraba al mar desesperada sin saber nadar¡±
Los inmigrantes del ¡®Open Arms¡¯ relatan su odisea tras desembarcar en Lampedusa por orden del fiscal
En las noches de verano la arteria principal de Lampedusa, una isla de 20 kil¨®metros cuadrados, m¨¢s cerca de ?frica que de Italia, se convierte en un hervidero de turistas. Hay conciertos al aire libre casi a cada paso y es pr¨¢cticamente imposible encontrar una silla libre en el enjambre de terrazas de la Via Roma.
A escasos metros de all¨ª, en la plaza Garibaldi, se ha concentrado un peque?o grupo de n¨¢ufragos del Open Arms. Algunos charlan entre s¨ª y otros no despegan las cabezas de sus m¨®viles, sentados en las escaleras de la iglesia de san Gerlando. El p¨¢rroco ofrece conexi¨®n abierta a Internet y los inmigrantes han ido a pie desde el centro de acogida, a unos tres kil¨®metros de all¨ª, para hablar con sus familias.
Somar Ali es submarinista profesional y ha sido buzo en diferentes plataformas petrol¨ªferas. Mientras muestra fotos y v¨ªdeos en los que se le ve con bombonas de ox¨ªgeno y un traje de neopreno, cuenta que trabaj¨® en Abu Dabi e India, hasta que en 2017 le suspendieron el visado. De ah¨ª se fue a L¨ªbano, con su mujer y su hijo y m¨¢s tarde, solo, a Sud¨¢n. El mismo pa¨ªs al que fue su primo, Ali Maray, estudiante de ingenier¨ªa, que tambi¨¦n acab¨® rescatado por el Open Arms, donde pasaron m¨¢s de dos semanas bloqueados. ¡°Vinieron m¨¦dicos, la polic¨ªa¡ Todos dec¨ªan que eso era una emergencia, pero no pod¨ªamos bajar¡±, dice en ingl¨¦s.
¡°Cuando los socorristas subieron a uno de los que se hab¨ªan tirado estaba convulsionando¡±
Y se coloca en posici¨®n fetal para escenificar las condiciones de hacinamiento a bordo. ¡°Hac¨ªamos todo en el mismo sitio, muchas veces no hab¨ªa agua¡±, a?ade. Y contin¨²a, con una mueca: ¡°El barco se mov¨ªa mucho, a m¨ª no me importa porque me gusta el mar, pero la gente vomitaba todos los d¨ªas¡±. Solo consigue sonre¨ªr cuando habla de la tripulaci¨®n. ¡°Hicieron de todo para mantenernos seguros¡±, dice. Y desgrana sus nombres: Panam¨¢, Carlitos, Ani, Pau¡
¡°Los ¨²ltimos d¨ªas Pau solo dorm¨ªa una hora, porque la gente se empez¨® a tirar del barco a cada rato¡±, apunta. Cuando se cumpli¨® el d¨ªa 18 de bloqueo, la tripulaci¨®n admiti¨® que la situaci¨®n hab¨ªa escapado a su control y al menos 20 inmigrantes se lanzaron desesperados al agua para tratar de llegar a nado a tierra. ¡°Saltaba incluso gente que no sab¨ªa nadar, con los chalecos, era peligroso, si no sabes nadar, la corriente te puede arrastrar debajo del barco¡±, cuenta. ¡°Cuando los socorristas subieron a uno de los que se hab¨ªan tirado ten¨ªa los ojos en blanco y estaba convulsionando¡±.
Como todos, prefiere quedarse con lo bueno y tratar de borrar los malos recuerdos. ¡°Salvini me ha robado 20 d¨ªas de vida¡±, dice. Y vuelve a hablar del equipo de la ONG. ¡°No me han salvado solo a m¨ª, sino a mi familia. Gracias a ellos mi mujer tiene un esposo vivo y mi hijo un padre", subraya, mientras ense?a un papel cuidadosamente doblado con el n¨²mero de tel¨¦fono del capit¨¢n. ¡°Seguir¨¦ en contacto con ellos¡±, asegura.
A su lado est¨¢ Beshr Almasri, tambi¨¦n sirio. Asegura que antes de escapar de su pa¨ªs pas¨® dos a?os secuestrado por el Estado Isl¨¢mico. ?l y Somar se conocieron en Sud¨¢n y pasaron juntos a Libia. ¡°Si las cosas se solucionaran en Siria, ir¨ªa ma?ana mismo¡±, dice el primero en ingl¨¦s y ¨¢rabe. Beshr asiente y suspira.
Poco a poco van llegando m¨¢s inmigrantes del Open Arms a la plaza. Aunque est¨¢n juntos en el centro de acogida, se abrazan cuando se encuentran frente a la iglesia. Se preguntan si tambi¨¦n les han tomado las huellas dactilares y quieren saber cu¨¢ndo los llevar¨¢n a otro centro de acogida y qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s.
¡°?Qu¨¦ significa 'buongiorno'?¡±, consulta en franc¨¦s Bakr, de 19 a?os y procedente de Sud¨¢n. Es uno de los 15 que salt¨® al mar horas antes del desembarco. Los guardacostas italianos lo rescataron y lo trasladaron a tierra. ¡°No tendr¨¦ problemas por haber saltado, ?verdad? Lo hice sin pensar, porque estaba muy mal, no aguantaba m¨¢s¡±, pregunta asustado.
Los inmigrantes del Open Arms comparten noticias sobre el Ocean Viking, que espera un puerto seguro con 356 personas a bordo
En Lampedusa, con el bullicio de las verbenas de fondo, los inmigrantes del Open Arms comparten noticias sobre el Ocean Viking, que espera un puerto seguro con 356 personas a bordo. Y se preguntan si el barco que los rescat¨® a ellos podr¨¢ seguir haci¨¦ndolo con otra gente. Mahamad Ibnem, de 29 a?os y procedente de Chad, dice que lo peor de la espera eran ¡°todas las preguntas que se te pasaban por la cabeza: ?qu¨¦ va a ser de nosotros? ?nadie nos va a aceptar?¡±. A menudo, preguntaba qu¨¦ estaba pasando en tierra.
Recuerda con cari?o la visita del actor Richard Gere. ¡°Lo hab¨ªamos visto en la tele alguna vez, pero ese d¨ªa vino a vernos a nosotros. En el barco nos dieron cari?o y respeto, lucharon por nosotros, nunca hab¨ªa visto a gente as¨ª antes¡±. Mahamad trabaj¨® como periodista durante dos a?os en Chad. ¡°Un d¨ªa dije algo y lo puse en las redes sociales, la polic¨ªa vino a mi casa y me metieron en la c¨¢rcel durante seis meses¡±, relata.
Eisaq Hagos, eritreo de 22 a?os, fue uno de los primeros rescatados por el barco espa?ol. ¡°Fue muy duro. Nunca podr¨¦ olvidar el d¨ªa en el que la tripulaci¨®n pidi¨® al Gobierno italiano traernos al puerto de Lampedusa. Las olas eran muy altas y el agua estaba entrando en el barco¡±. Se calla por un momento, ¡°Ni siquiera pod¨ªan cocinar ni darnos la comida porque el barco se mov¨ªa mucho. Se les ve¨ªa luchando por hacernos felices¡ hab¨ªa poca comida cuando est¨¢bamos en aguas internacionales¡±, recuerda.
Tambi¨¦n se?ala que durante el bloqueo un solo un pensamiento le obsesionaba: el miedo de ser devuelto a Libia. ¡°Estuve all¨ª casi dos a?os, nos hicieron prisioneros en un campo, nos quitaron el dinero, nuestros tel¨¦fonos, nos torturaron¡±, rememora. ¡°Han sido 20 d¨ªas m¨¢s de sufrimiento, pero estamos a salvo en Europa¡±, concluye.
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