La l¨®gica Trumpista choca con la l¨®gica de la nueva econom¨ªa
Ser el mejor y el m¨¢s r¨¢pido depende de lograr nuevas ideas independientemente de donde est¨¦n ocurriendo o de qu¨¦ color sea el pasaporte de uno
En las primeras semanas de la Administraci¨®n Trump, han surgido dos pol¨¦micas separadas con asuntos concomitantes. Una es la supuesta protecci¨®n del suelo estadounidense frente a una amenaza extranjera, en forma de una muy pol¨¦mica prohibici¨®n de los viajes a EE UU de ciudadanos de siete pa¨ªses mayoritariamente musulmanes. La segunda es la intimidaci¨®n de Trump a los fabricantes para que aumenten la presencia de sus f¨¢bricas en Estados Unidos y la reduzcan en el resto de lugares.
Impl¨ªcitas en ambas cuestiones hay dos visiones claramente diferentes sobre c¨®mo conseguir una seguridad y prosperidad duraderas para EE UU. Una postura es que competimos mediante la localizaci¨®n y la acumulaci¨®n de cosas: recursos, instalaciones, y el acceso a ellas. La postura alternativa es que una ventaja sostenida depende de la superioridad sostenida en la generaci¨®n, identificaci¨®n y aplicaci¨®n de buenas ideas en un mundo cada vez m¨¢s globalizado.
Seg¨²n el primer punto de vista, ¡°transaccional¡±, la competitividad se apoya en la conservaci¨®n de la ventaja posicional y mediante la construcci¨®n de barreras que eviten que molestos competidores tengan acceso a mercados y clientes a los que uno ya est¨¢ intentando atender y para evitar que los clientes actuales se marchen a fuentes alternativas de bienes y servicios. Puede que no sea una coincidencia que alguien que construy¨® su carrera comercial en el sector inmobiliario, caracterizado por el mantra ¡°localizaci¨®n, localizaci¨®n, localizaci¨®n¡±, tenga esta visi¨®n de la competencia.
Seg¨²n el segundo punto de vista, el ¡°desarrollista¡±, la competitividad se apoya sobre la base de las capacidades din¨¢micas necesarias para generar buenas ideas y ponerlas en uso productivo mejor, m¨¢s r¨¢pido y de forma m¨¢s consistente que cualquier otro. Hay pruebas abrumadoras de que para vastos sectores de nuestras econom¨ªas y sociedades, la competencia es esta din¨¢mica de desarrollo no transaccional, as¨ª que el ¨¦xito depende de ubicar a la gente donde tengan las mejores oportunidades de gestar la creaci¨®n de ideas novedosas que puedan ponerse en pr¨¢ctica r¨¢pidamente.
A menudo se cita como fuente de energ¨ªa innovadora, por ejemplo, el apretado c¨²mulo de industria, academia y finanzas de lugares como Boston y Silicon Valley, en los que cada sector genera nuevas ideas, patentes y productos a m¨¢xima velocidad.
As¨ª que cuando el presidente dice que le gustar¨ªa devolver los empleos manufactureros a EE UU desde M¨¦xico, Canad¨¢, y el resto de sitios, deber¨ªa verse dentro de este contexto. Bien puede ser que algunas compa?¨ªas est¨¦n ¡°deslocalizando¡± en un intento desesperado de recortar costes. Dicho esto, en un mundo fluido, esas ventajas transaccionales, que son cuesti¨®n de dinero, son en el mejor de los casos temporales y perecederas. Desde luego, es deseable desarrollar la agilidad que se deriva y que proporciona la condensaci¨®n de tiempo y distancia a los clientes y proveedores locales, proporcionando una comprensi¨®n m¨¢s rica de las circunstancias idiosincr¨¢ticas en las que la ventaja ha de conquistarse y reconquistarse continuamente.
Pero bien puede ser que parte de esta inversi¨®n m¨¢s all¨¢ de las fronteras no se haga para escapar de los costes sino para conseguir acceso a ideas: gustos y preferencias de los consumidores locales, ideas y productos de la industria local, conceptos e innovaciones de escuelas y firmas locales.
Por esa raz¨®n empresas de la costa Oeste como Google y Microsoft lucen ahora grandes oficinas una al lado de la otra en Kendall Square, en Massachusetts. De forma similar, Toyota tiene dise?o, desarrollo, y producci¨®n en California, Michigan, Kentucky, Virginia Occidental, Indiana, y Texas.
Esta visi¨®n de la competencia puede ayudarnos a ver la prohibici¨®n a la inmigraci¨®n desde una nueva perspectiva. Como exneoyorquino y ahora bostoniano, entiendo los miedos asociados con dejar entrar a la persona equivocada, la que tenga mala intenci¨®n. No tengo dudas de que podemos mejorar c¨®mo filtramos las amenazas, y hacerlo de tal manera que no afecte al coste, tiempo o respeto. Despu¨¦s de todo, aquellos que tienen un control s¨®lido de sus procesos pueden hacer cosas mucho m¨¢s r¨¢pido y f¨¢cil que aquellos que no lo tienen. Sin duda esto tambi¨¦n es cierto para el control de fronteras.
Pero la cosa que realmente tenemos que proteger es que existimos y prosperamos no solo como un lugar y un pueblo, sino como un conjunto de ideas. ?Por qu¨¦ ha sido EE UU destino e inspiraci¨®n para tanta gente? Es nuestro sistema econ¨®mico y pol¨ªtico, que est¨¢ construido sobre el respeto a los derechos individuales y de la propiedad y a la capacidad de que cada uno encuentre su m¨¢xima recompensa. Cuanto m¨¢s resistencia tenga nuestra infraestructura social para dejar que fluyan las ideas y las personas, mejor.
Al fin y al cabo, los recursos son finitos, pero las nuevas ideas son ilimitadas. Los m¨¢s pr¨®speros ser¨¢n aquellos que tengan las mejores ideas y las pongan en uso ¨®ptimo m¨¢s r¨¢pidamente. Esa combinaci¨®n de optimizaci¨®n y m¨¢xima rapidez depende de asistir a la incubaci¨®n de nuevas ideas independientemente de donde est¨¦n ocurriendo o de qu¨¦ color sea el pasaporte de uno.
Steven Spear es profesor titular de ADE de MIT Sloan y en la Divisi¨®n de Ingenier¨ªa de Sistemas de MIT.
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