Martorell: ¡°La pol¨ªtica, no la tecnolog¨ªa, solucionar¨¢ los problemas sociales¡±
El fil¨®sofo explora, desde las utop¨ªas y las distop¨ªas, la forma en que influye la t¨¦cnica en la sociedad y qu¨¦ cabr¨ªa esperar de ella en un futuro cercano
Para Francisco Martorell Campos (Valencia, 1971), la filosof¨ªa deber¨ªa sugerir formas alternativas y beneficiosas de gestionar social y pol¨ªticamente la tecnolog¨ªa. No dedicarse solo a desenmascararla o demonizarla. Su hip¨®tesis principal es que humanismo y tecnolog¨ªa no representan conceptos antag¨®nicos, aunque algunos pensadores as¨ª quieran presentarlos. Su apuesta discurre por enfocar la cuesti¨®n desde una perspectiva ut¨®pica, no exenta de autocr¨ªtica, que ponga de relieve la presencia del programa humanista en entornos como la inteligencia artificial, la realidad virtual y la ingenier¨ªa gen¨¦tica. ¡°Lamentablemente, la filosof¨ªa ha dejado de situar en el centro de todo al ser humano, algo que s¨ª est¨¢ cumpliendo a rajatabla la tecnolog¨ªa¡±, argumenta durante la conversaci¨®n.
?Existe un miedo cerval a una sociedad gobernada por la tecnolog¨ªa?
Si la tecnolog¨ªa resulta alienante y deshumanizadora se debe, en parte cuanto menos, a la l¨®gica del orden capitalista que la atraviesa y estructura.
Cuando se piensa en el futuro, las representaciones acad¨¦micas y medi¨¢ticas m¨¢s habituales de la tecnolog¨ªa son dist¨®picas. A mi modo de ver, existe, aparte de las numeros¨ªsimas razones de orden hist¨®rico o social que se quieran enumerar, un motivo adicional de segundo orden que explica el predominio cuasi mainstream de la representaci¨®n dist¨®pica de la tecnolog¨ªa: la gente tiende a suponer que cuando alguien critica o refuta algo es porque posee una mente profunda e incisiva, entrenada para trascender el orden de las apariencias y descubrir la realidad verdadera oculta tras el velo ideol¨®gico que empapa la mente de los ilusos.
?A qu¨¦ te refieres con esa mente profunda e incisiva?
Hay infinidad de pel¨ªculas, novelas, c¨®mics y ensayos que divulgan un pesimismo militante contra la tecnolog¨ªa. No ser¨¦ yo quien niegue la pertinencia, necesidad y utilidad de las cr¨ªticas y reproches que movilizan. Negar que la tecnolog¨ªa participa directamente en la gestaci¨®n de abundantes aspectos indeseables de la existencia ser¨ªa absurdo. Pero si nos detenemos ah¨ª, en la formulaci¨®n de un diagn¨®stico marcado por la censura y el abatimiento, solo aportaremos a las audiencias el espejismo de la profundidad. A donde quiero llegar es que criticar a la tecnolog¨ªa es una labor que deber¨ªa complementarse con propuestas pr¨¢cticas acerca de c¨®mo mejorar la situaci¨®n. De lo contrario, Richard Rorty insisti¨® mucho en ello, solo fomentaremos la frustraci¨®n, el derrotismo y el inmovilismo; el hecho de ser espectadores, no actores.
?La serie Black Mirror tambi¨¦n formar¨ªa parte de este inmovilismo?
Nos enfrentamos a una excelente serie que peca por desgracia del mismo error. Ataca, en casi todos sus cap¨ªtulos, a la tecnolog¨ªa con muy buenos motivos, pero sin presentar ninguna idea constructiva. Aparenta ser una ficci¨®n vanguardista e incluso progresista, pero lo cierto es que bebe de un fatalismo que hist¨®ricamente nunca ha incitado a las mayor¨ªas a la acci¨®n ni tampoco a mejorar el mundo. Llama la atenci¨®n que el sistema capitalista donde se desarrollan sus cap¨ªtulos apenas sufre la m¨¢s m¨ªnima cr¨ªtica expl¨ªcita. El trasfondo mercantilista queda en tercer plano y se libra de una censura m¨ªnimamente pormenorizada. Si la tecnolog¨ªa resulta alienante y deshumanizadora se debe, en parte cuanto menos, a la l¨®gica del orden capitalista que la atraviesa y estructura.
?Considera que a las nuevas tecnolog¨ªas se las presenta como infalibles?
En nuestros d¨ªas conviven dos descripciones antag¨®nicas en torno a la tecnolog¨ªa. Ambas se emplazan, no obstante, en id¨¦ntica ideolog¨ªa: el determinismo tecnol¨®gico. Mientras los dist¨®picos convierten a la tecnolog¨ªa en una entidad aut¨®noma que opera al margen de la voluntad humana y que engendra por s¨ª misma todos los males existentes, los tecn¨®cratas la convierten en un fetiche, en una especie de divinidad bondadosa que solucionar¨¢ por s¨ª misma todos los problemas del mundo. Ciertamente, no lo har¨¢. Y no lo har¨¢ porque, pongamos por caso, los problemas sociales se solventar¨¢n, si es que lo hacen, pol¨ªticamente, no tecnol¨®gicamente.?
?La pol¨¦mica de Facebook y Cambridge Analytica ayudar¨¢ a que la sociedad sea m¨¢s consciente de los riesgos existentes con respecto a la tecnolog¨ªa?
La problem¨¢tica ocasionada por el big data u otras variables en torno a la vulneraci¨®n de la privacidad y el hecho de que a nivel pol¨ªtico no se intervenga al respecto forma parte del ambiente postmoderno. Los datos son propiedad de las multinacionales y la pol¨ªtica est¨¢ndar no se atreve por ahora a desafiarlas. Su filtraci¨®n obedece a la presi¨®n ejercida por todo un entramado de tecnolog¨ªas de la transparencia que coinciden con un entorno sociol¨®gico confesionalista, marcado por la propensi¨®n de los individuos a decirlo y mostrarlo todo delante de los otros. El riesgo, tantas veces denunciado, de ver vulnerada la intimidad se da la mano con la pulsi¨®n colectiva a publicarla voluntaria y gustosamente. En este sentido, suele omitirse que el ¨¦xito de una tecnolog¨ªa depende de transformaciones sociales previas.
?Cu¨¢les ser¨ªan esas transformaciones?
Pongamos un ejemplo. El ¨¦xito de las redes sociales se sustenta en una transformaci¨®n previa de la personalidad occidental que fue analizada por varios soci¨®logos americanos en los 70. Me refiero al narcisismo, psique dominante en nuestro mundo. El narcisista anhela contar, narrar cada an¨¦cdota de su vida a los dem¨¢s. Para ¨¦l, las redes sociales son un regalo del cielo. Exhibicionismo puro. Es as¨ª que las redes sociales triunfan sobre el poso constituido por el confesionalismo. Las distop¨ªas tradicionales vaticinaban gobiernos totalitarios que llenaban las casas y calles de c¨¢maras para disolver la opacidad y arrancar la privacidad de cada persona. Ahora, es el propio individuo quien la entrega por placer. El temido big data simplemente act¨²a de punta de iceberg de este escenario sist¨¦mico dado a la transparencia en el que todos participamos en mayor o menor grado, excepto las multinacionales. Ellas s¨ª se envuelven de opacidad y resguardan su privacidad con mano de hierro.
?C¨®mo puede influir el ser humano en los desarrollos tecnol¨®gicos?
La tecnolog¨ªa no es aut¨®noma. No condiciona de manera separada del resto de agentes el destino de la humanidad, ni para bien ni para mal. Forma parte indisociable de un conglomerado social, cultural, pol¨ªtico, econ¨®mico e ideol¨®gico al margen del cual no puede entenderse nada. En lugar de ceder a la metaf¨ªsica y visualizar a una tecnolog¨ªa aut¨®noma dominando subrepticiamente al ser humano conforme a una l¨®gica interna, har¨ªamos bien en ceder a la pol¨ªtica. Visualizar a algunos seres humanos que usan mecanismos tecnol¨®gicos y otros menesteres para dominar al resto. Algunos humanos influyen en los desarrollos tecnol¨®gicos, pero la orientaci¨®n de dicha influencia depender¨¢ del contexto econ¨®mico e ideol¨®gico.
?Qu¨¦ futuro se imagina en el medio plazo?
Cuando proyectamos la mirada al ma?ana y pensamos en la tecnolog¨ªa, siempre la imaginamos en compa?¨ªa del sistema capitalista. La ¨¦poca actual se caracteriza, por encima de cualquier otra incidencia, por la incapacidad de imaginar alternativas socioecon¨®micas. En el resto de ¨¢reas, la imaginaci¨®n sigue operativa. Dado que regir¨¢ el modelo socioecon¨®mico actual, cabe suponer que seguir¨¢n expandi¨¦ndose la vigilancia y la transparencia digital que ya sufrimos. En lo que respecta a la medicina conf¨ªo en que la ingenier¨ªa gen¨¦tica logre erradicar muchas enfermedades a medio o largo plazo. Sin embargo, la esperanza que podemos depositar en la medicina servir¨¢ de poco si no la acompa?amos de buenas dosis de esperanza social. Con el modelo econ¨®mico vigente, las tecnolog¨ªas m¨¦dicas m¨¢s avanzadas corren el riesgo de acabar en poder de los privilegiados.
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