Breve historia del futuro
Caemos en la tentaci¨®n de pensar en una m¨²sica de verdad. Y olvidamos que toda la m¨²sica, es producto de la innovaci¨®n. De una ruptura que alg¨²n d¨ªa se convertir¨¢ en tradici¨®n.
A mediados de 1975, Brian Eno, dos a?os despu¨¦s de haber abandonado Roxy Music, fue atropellado por un taxi y se sumi¨® en una lenta y dolorosa convalecencia. Su estado le impidi¨® durante semanas realizar tareas como subir el volumen de la m¨²sica. Especialmente un d¨ªa, en que la sonoridad del disco que escuchaba no pod¨ªa vencer los ruidos de la calle. El resultado: imaginar una nueva forma de concebir la m¨²sica para que forme parte del ambiente, al igual que la luz o el ruido de la cisterna. Con ¨¦l naci¨® la m¨²sica ambient, de ampl¨ªsima repercusi¨®n hasta nuestros d¨ªas.
Narrativa, ejecuci¨®n, canci¨®n, instrumentaci¨®n, melod¨ªa-armon¨ªa¡ La m¨²sica est¨¢ tan llena de convencionalismos como de cerebros que intentan romper los moldes que la constri?en. La m¨²sica del futuro siempre ha estado entre nosotros. Desde que el f¨ªsico e inventor Charles Grafton Page descubri¨® que con un im¨¢n, una bobina y una bater¨ªa se genera una frecuencia audible y creara, con ello, la llamada m¨²sica galv¨¢nica. O desde que los compositores franceses Erik Satie y Darius Milhaud lanzaron la primera m¨²sica destinada a ¡°no ser escuchada¡±, que dieron en llamar la m¨²sica de mobiliario. Fue la obsesi¨®n del futurista Luigi Russolo y su orquesta que generaba ruido, los intrarumori. Y la del inventor de origen ruso?Leon Theremin al crear uno de los primeros instrumentos electr¨®nicos, que dio en bautizar con su propio nombre. Caemos en la tentaci¨®n de pensar en una m¨²sica de verdad. La de Wolfgang Amadeus Mozart, Miles Davis, Bunbury o Lennon & McCartney.
Y solemos olvidar que su m¨²sica, toda la m¨²sica, es producto de la innovaci¨®n. De una ruptura que alg¨²n d¨ªa se convertir¨¢ en tradici¨®n.?
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