¡®Blade Runner¡¯ no sirve: en busca de nuevas formas de imaginar el futuro
Nuestros imaginarios sobre el ma?ana se han quedado estancados en ideas que arrastramos desde hace m¨¢s de un siglo. Hay una urgencia por crear nuevos futuribles desde las necesidades de hoy
El calificativo original no resulta muy apropiado para el futuro que imaginamos. A veces incluso podr¨ªa decirse que el ma?ana huele a naftalina, con ideas fabuladas hace m¨¢s de un siglo que esperan su momento para sacudirse el polvo de encima y materializarse con una capa de lustre. Porque lo de los robots, el turismo espacial, las ciudades inteligentes, la reinvenci¨®n del coche en m¨²ltiples variedades (aut¨®nomo, volador¡) o los alimentos en p¨ªldoras forma parte de un imaginario que se remonta a mediados del siglo XIX, con la Segunda Revoluci¨®n Industrial. ¡°Ah¨ª hubo una gran efervescencia en toda la idealizaci¨®n del futuro, algo que se prolong¨® hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la sociedad comenz¨® a percibir la tecnolog¨ªa de una manera menos fant¨¢stica¡±, se?ala Elisabet Rosell¨®, analista de tendencias emergentes y fundadora de Postfuturear, una plataforma de difusi¨®n de estudios culturales sobre imaginarios de futuro.
Muchas innovaciones nos siguen pareciendo fascinantes, pero la mayor¨ªa son una puesta al d¨ªa de conceptos con los que llevamos especulando m¨¢s de 100 a?os. ¡°Son ideas que aparentemente vamos renovando con barnices nuevos, pero hay una urgencia en imaginar desde nuestras necesidades actuales y no desde las del siglo XIX, estamos reciclando visiones de futuro que no est¨¢n hechas a nuestra medida¡±, matiza Rosell¨®.
- Paleofuturos y retrofuturos
Pero, ?qu¨¦ ocurre si decidimos revisar todos esos t¨®picos recurrentes en busca de nuevos imaginarios? En primer lugar, deben descartarse aquellos futuribles que ya han caducado, es decir, los escenarios que se imaginaron para una fecha concreta y que una vez llegado ese momento no se materializaron o, si lo hicieron, quedaron desfasados enseguida. Se trata de futuros obsoletos o paleofuturos, un t¨¦rmino acu?ado por el periodista estadounidense Matt Novak, que en 2007 comenz¨® a recopilar muestras de este tipo en su blog Paleofuture.com, hoy en d¨ªa reconvertido en una secci¨®n de la web de tecnolog¨ªa Gizmodo.
Por ejemplo, en 1900, con motivo de la Exposici¨®n Universal de Par¨ªs, se avanz¨® que en el a?o 2000 los barcos ser¨ªan sustentados en el aire por globos de helio y se mover¨ªan impulsados por h¨¦lices a vapor. En ese mismo futuro, los equipos de bomberos volar¨ªan gracias a una especie de mochila con alas para extinguir los fuegos y la mayor¨ªa de los trabajos ser¨ªan realizados de forma casi automatizada por robots bajo supervisi¨®n humana. Como llegado el a?o 2000 ese imaginario no se cristaliz¨®, ya es algo caduco que ha pasado a ser un paleofuturo. Eso s¨ª, todas esas visiones quedaron documentadas entre 1899 y 1910 en la serie de ilustraciones En l¡¯an 2000, conformada por 87 postales producidas por el franc¨¦s Jean- Marc C?t¨¦ junto a otros artistas y que posteriormente adquiri¨® Isaac Asimov para recopilarlas en el libro D¨ªas futuros: Una visi¨®n del siglo XIX sobre el a?o 2000.
En otras ocasiones los paleofuturos no quedan enterrados para siempre, sino que son revisitados y adquieren nueva vida como realidades paralelas en novelas, c¨®mics, series de televisi¨®n, pel¨ªculas o videojuegos. Aqu¨ª se enmarcan las corrientes retrofuturistas, cuyos proyectos siempre parten de un Punto Jonbar, un momento en el que se desmarcan de la realidad hist¨®rica e imaginan un futuro alternativo que jam¨¢s existi¨®. Si ese punto tiene un componente tecnol¨®gico, los principales movimientos que encontramos son dos: el Steampunk, cuyas tramas se desarrollan en torno a los imaginarios del siglo XIX y la Segunda Revoluci¨®n Industrial, con referencias al vapor, la arquitectura de hierro y los mecanismos con engranajes enrevesados; y el Dieselpunk, inspirado en el periodo de entreguerras, con la aparici¨®n de los coches, la edad de oro de la aviaci¨®n e inventos propulsados por gasolina y gas¨®leo.
Por entender estos movimientos dentro de la cultura popular, Wild wild west (1999) ser¨ªa una pel¨ªcula enmarcada en el Steampunk, con im¨¢genes de distintos cachivaches impulsados por vapor: m¨¢quinas voladoras, ara?as mec¨¢nicas gigantes y tanques. Por lo que respecta al Dieselpunk, uno de sus referentes cinematogr¨¢ficos es Sky Captain y el mundo del ma?ana (2004), ambientada en un alternativo 1939 donde unos gigantescos robots quieren dominar la Tierra.
Seg¨²n comenta Rosell¨®, hoy en d¨ªa el retrofuturismo es un fen¨®meno ¡°de capa ca¨ªda¡± del que tan solo queda algo residual est¨¦ticamente, sin grandes novedades desde el punto de vista cultural, tras haber vivido un boom en Espa?a hasta hace unos cinco a?os.
Uno de los que comprob¨® este inter¨¦s por desenterrar imaginarios de futuro es F¨¦lix J. Palma, autor de la que se considera la primera ¡°trilog¨ªa victoriana¡± de la literatura espa?ola, conformada por El mapa del tiempo (2008), El mapa del cielo (2012) y El mapa del caos (2014). De entrada, Palma reconoce que ¨¦l fue el primer sorprendido cuando la primera de estas novelas fue etiquetada como Steampunk: ¡°Creo que solo siendo muy generoso puede incluirse en esa corriente, pero en las secuelas s¨ª a?ad¨ª elementos m¨¢s caracter¨ªsticos del g¨¦nero, como una concesi¨®n a los fans y porque la est¨¦tica me gusta¡±.
Adem¨¢s de la nostalgia de algo que nunca sucedi¨® o el desencanto por vivir un presente que no es el que nos prometieron, este autor se?ala que lo que fascina a los lectores y escritores aficionados al Steampunk es ¡°el esp¨ªritu ingenuo de esa ¨¦poca o su visi¨®n positivista de la ciencia¡±. Sin embargo, Palma puntualiza que al grueso de los aficionados, ¡°aquellos que no son lectores habituales pero acuden disfrazados a los festivales¡±, lo que m¨¢s le atrae es la est¨¦tica: ¡°Imagino que su lectura del movimiento es mucho m¨¢s superficial. De hecho, cada vez hay m¨¢s novelas en las que el aspecto est¨¦tico prima sobre el resto¡±, asegura.
- Nuevos futuribles: los tres ma?anas
?Qu¨¦ queda de esos hipot¨¦ticos futuros una vez descartados los paleofuturos y retrofuturos? Una de las alternativas para imaginar el ma?ana es la prospectiva, que seg¨²n el Word Economic Forum es la disciplina que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en ¨¦l. Pero durante los ¨²ltimos a?os algunas voces han se?alado debilidades en la prospectiva m¨¢s cl¨¢sica. Este es el caso de Jordi Serra, director de investigaci¨®n del Centre for Postnormal Policy & Futures Studies (CPPFS) y profesor asociado del curso Internet and Global Society en Blanquerna- URL (Universitat Ramon Llull).
Seg¨²n Serra, la realidad actual es muy diferente a la de los que concibieron la prospectiva a finales de la Segunda Guerra Mundial, ya que somos unos 3.000 millones de personas m¨¢s y han aparecido las TIC y la conectividad global, lo que conlleva un salto cu¨¢ntico en relaci¨®n a aquella ¨¦poca. Y, por otro lado, se trata de una disciplina cuyos m¨¦todos no contemplan la existencia de sesgos durante la investigaci¨®n, por lo que muchas de sus anticipaciones pueden ser err¨®neas.
Por eso, desde el CPPFS trabajan en un enfoque particular de la prospectiva que se conoce como Teor¨ªa de los Tiempos Postnormales y que refleja la gama de alternativas que nos abre el futuro desde el m¨¦todo de los tres ma?anas: el presente extendido, los futuros familiares y los futuros impensados.
¡°No son escenarios complementarios ni consecutivos, sino m¨¢s bien modos alternativos de contemplar el futuro y que responden a necesidades y prop¨®sitos diferentes¡±, puntualiza Serra.
El primero de esos ma?anas, el presente extendido, puede definirse como el futuro oficial que encontramos en los informes de organismos como la OCDE o la UE, as¨ª como en algunos anuncios publicitarios que presentan las novedades de las compa?¨ªas tecnol¨®gicas. Esta manera de anticipar utiliza tendencias, es decir, analiza las transformaciones que ocurren en el presente para intentar deducir los cambios del futuro, as¨ª que parte de la premisa de que lo que ya existe se mantendr¨¢, con modificaciones, durante los pr¨®ximos a?os. ¡°Sin embargo, si tu manera de anticipar es extrapolar, acabar¨¢s equivoc¨¢ndote porque el futuro menos probable es aquel en el que nada cambia¡±, matiza Serra. En definitiva, el presente extendido no es muy fiable, a pesar de que ahora mismo domina el imaginario de muchas personas y de importantes sectores econ¨®micos, seg¨²n Serra.
Por eso, en vez de estudiar el cambio, el segundo de los ma?anas introduce especulaciones acerca del impacto que pueden tener algunas disrupciones que han comenzado a suceder o est¨¢n a punto de hacerlo. Para mostrar estos futuros familiares, a menudo se recurre a mensajes que se nos presentan a trav¨¦s de los medios, la literatura, el cine, la televisi¨®n, las redes sociales... Aqu¨ª encontramos futuribles bajo un prisma que, a menudo, busca m¨¢s una respuesta emocional que racional, como cuando Blade runner 2049 explora la interacci¨®n entre seres humanos y posthumanos o cuando Black mirror nos pone delante de impactos potenciales de tecnolog¨ªas que ya empezamos a usar. ¡°Este tipo de ejemplos exploran posibilidades poco probables, pero no imposibles y, de cierto modo, nos interpelan a pensar sobre c¨®mo nos gustar¨ªa que fuera el futuro. Se trata de ser m¨¢s conscientes de los impactos potenciales de ciertos cambios¡±, apunta Serra.
En muchas ocasiones, esos futuros familiares abren la puerta a la complejidad y se hace necesario ampliar la perspectiva, ensanchar los horizontes y descubrir elementos que se salen de la pauta. Estos escenarios son los propios del tercer ma?ana, el de los futuros impensados, que tienen que ver con nuestra capacidad de cuestionar e incluso desaprender a partir de situaciones que caen fuera del an¨¢lisis cr¨ªtico y evidencian futuribles que se alejan de lo que consideramos concebible.
Por ejemplo, en octubre de 2017, Arabia Saud¨ª concedi¨® la ciudadan¨ªa a Sophia, una robot humanoide con inteligencia artificial que goza de derechos civiles en algunos casos superiores a los de las mujeres de ese pa¨ªs. Esto provoca muchas reflexiones, seg¨²n Serra: ¡°?C¨®mo es posible que un r¨¦gimen tan retr¨®grado haya sido capaz de concebir esta posibilidad? ?Qu¨¦ implicaciones tiene esto para los colectivos femeninos del pa¨ªs? ?Qu¨¦ puede ocurrir a partir de esta realidad?¡±. Dicho de otro modo, estos escenarios nos ponen delante de un espejo que nos devuelve una imagen de futuro que no quer¨ªamos haber considerado, nos incomoda o nos obliga a repensar de una manera profunda las premisas sobre las que asentamos el d¨ªa de ma?ana.
Otros movimientos que han aparecido recientemente para generar nuevos imaginarios de futuro surgen de la sinergia entre la prospectiva y el dise?o, tal y como apunta Elisabet Rosell¨®: ¡°Algunas tendencias en dise?o han dejado a un lado al usuario para centrarse en el ecosistema y elucubrar sobre sus posibles impactos en la sociedad¡±. Aqu¨ª hay toda una retah¨ªla de nuevas corrientes que dan para otro reportaje: dise?o ficci¨®n, dise?o especulativo, dise?o transaccional¡ A pesar de todo, Rosell¨® recuerda que es imposible predecir qu¨¦ ocurrir¨¢ porque ¡°el futuro no existe¡± y estamos delante de infinitas posibilidades en un mundo complejo y lleno de imprevistos.
¡°Al final, los verdaderos avances vendr¨¢n del hecho de que las ideas circulen y otras personas se las apropien, las desarrollen y mejoren para hacer frente a desaf¨ªos brutales. Tenemos que aprender a navegar por periodos de cambios turbulentos preservando aquello que creemos valioso y eliminando los lastres que no nos ayuden¡±, sentencia Serra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.