Como ciegas y confusas hormigas
De pronto un virus hizo saber a la humanidad que su vida era un episodio contingente
En el futuro los historiadores podr¨ªan escribir de nosotros: en el a?o 2020 las pesadillas de los ciudadanos no se produc¨ªan de noche a causa de un mal sue?o, sino al despertar cada ma?ana y encontrarse con un enemigo invisible y mortal que se hab¨ªa apoderado del planeta. La noticia ocupaba las 24 horas del d¨ªa en todas las emisoras de radio y canales de televisi¨®n. La imagen m¨¢s recurrente en las pantallas era la de los m¨¦dicos, enfermeros y auxiliares sanitarios equipados como astronautas que aparec¨ªan flotando por los pasillos y salas de los hospitales de campa?a repletas de camillas con cuerpos exang¨¹es. En el primer momento, a esos intr¨¦pidos astronautas se les ve¨ªa metidos en sacos de pl¨¢stico y la cabeza cubierta con una bolsa de basura a modo de escafandras de fortuna, remedios caseros ingeniados ante el p¨¢nico que hab¨ªa creado la inesperada tragedia. Las ambulancias no cesaban de descargar nuevos cuerpos contaminados y las funerarias, rebosados ya los camposantos, depositaban los f¨¦retros sobre las pistas de patinaje art¨ªstico de los palacios del hielo.
En el futuro los historiadores podr¨ªan escribir de nosotros: en el a?o 2020 sucedi¨® que los relatos de plagas b¨ªblicas y de pestes bub¨®nicas medievales, episodios de pulgas mort¨ªferas que tra¨ªan las ratas en los barcos desde Oriente por la ruta de la seda, se hab¨ªan convertido en una nueva y angustiosa realidad planetaria. Los ciudadanos del a?o 2020 no pod¨ªan creer que un d¨ªa ser¨ªan protagonistas de esa clase de relatos de postrimer¨ªas que hab¨ªan le¨ªdo de adolescentes en los veranos, tumbados en la hamaca. La imaginaci¨®n de la gente no estaba preparada para aceptar que semejante tragedia podr¨ªa volver a suceder fuera de las novelas de terror y que el fin de la raza humana, lejos de estar provocado por un formidable cataclismo bajo una lluvia de fuego, pod¨ªa comenzar un lunes por la ma?ana con un simple estornudo de un ser an¨®nimo que hab¨ªa cogido un extra?o catarro en un punto perdido de cualquier continente.
Los historiadores en el futuro podr¨ªan escribir que en aquel a?o fat¨ªdico de 2020 en todos los pa¨ªses hab¨ªa ciudades en estado de sitio, con sus fronteras cerradas, las calles desiertas, sus habitantes confinados en sus casas. ?Qu¨¦ hab¨ªa sucedido? Sencillamente se dec¨ªa que un chino an¨®nimo se hab¨ªa comido un murci¨¦lago y de ese almuerzo, que tal vez hab¨ªa sido muy placentero, se hab¨ªa escapado un virus m¨¢s letal y amenazante que la bomba de hidr¨®geno, puesto que besarse y abrazarse equival¨ªa a matarse.
En la primavera de 2020 los ciudadanos espa?oles tambi¨¦n fueron obligados a meterse en sus casas bajo un estado de alarma decretado por el Gobierno y a causa de este encierro la gente hab¨ªa dejado por un tiempo de expeler basura en el espacio. Los ciudadanos se sorprendieron al ver desde los balcones y ventanas que nunca como entonces el cielo hab¨ªa estado tan puro y transparente. Este recuperado esplendor de la naturaleza bajo el chillido alegre de los p¨¢jaros y la gloria de las flores devolvi¨® a los ciudadanos la memoria de los tiempos en que la gente viv¨ªa en medio de una austeridad aseada y una vida sencilla se correspond¨ªa con un mar limpio, con los montes y valles incontaminados bajo la luz de los d¨ªas azules.
En medio de la pandemia hab¨ªa ciudadanos que se preguntaban si semejante tragedia planetaria servir¨ªa para corregir el camino que hab¨ªa tomado la historia en direcci¨®n al abismo. ?Para qu¨¦ servir¨ªan en adelante los ej¨¦rcitos si un extra?o resfriado del ministro de la Guerra pod¨ªa causar m¨¢s p¨¢nico que cualquier armamento nuclear? ?Acaso no ser¨ªan ya completamente rid¨ªculos los desfiles militares? La covid-19 hab¨ªa convertido la humanidad en un hormiguero confuso gobernado por unos pol¨ªticos que se comportaban como hormigas m¨¢s ciegas todav¨ªa. Fue aquel tiempo en que el tapabocas obligatorio hab¨ªa borrado todas las sonrisas, pero los ciudadanos en el a?o 2020 aprendieron a descifrar el car¨¢cter, la inocencia o la maldad de las personas solo por la mirada limpia o sucia que se establec¨ªa por encima de la mascarilla. De pronto un simple virus les hizo saber que la vida de la humanidad era un episodio contingente, una aventura bioqu¨ªmica sin sentido en la historia de este planeta y que si ma?ana desapareciera de la faz de la tierra, todos los animales, ¨¢rboles y plantas celebrar¨ªan una gran fiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.