?Jesucristo en la tostada? Un esc¨¢ner cerebral explica c¨®mo se forma la pareidolia facial
Un estudio cient¨ªfico refleja el proceso neuronal por el que creemos ver caras humanas en objetos inanimados y abre la puerta a la comprensi¨®n de trastornos del espectro autista, la esquizofrenia o el p¨¢rkinson
Una tarde de 1994, Diana Duyser una dise?adora de joyas de Florida, Estados Unidos, vivi¨® una epifan¨ªa en su cocina. El mensaje le lleg¨® a trav¨¦s de un s¨¢ndwich de queso a la plancha. ¡°Fui a darle un mordisco, y entonces vi a esta se?ora mir¨¢ndome¡±, declar¨® al peri¨®dico Chicago Tribune. Las quemaduras en la superficie del pan dibujaban una silueta reconocible. ¡°Era la Virgen Mar¨ªa. Me qued¨¦ en estado de shock¡±, dijo entonces. En lugar de terminar su merienda, Duyser la meti¨® en una bolsa de pl¨¢stico y cont¨® su historia a la prensa, primero local, despu¨¦s nacional, y con los a?os,...
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Una tarde de 1994, Diana Duyser una dise?adora de joyas de Florida, Estados Unidos, vivi¨® una epifan¨ªa en su cocina. El mensaje le lleg¨® a trav¨¦s de un s¨¢ndwich de queso a la plancha. ¡°Fui a darle un mordisco, y entonces vi a esta se?ora mir¨¢ndome¡±, declar¨® al peri¨®dico Chicago Tribune. Las quemaduras en la superficie del pan dibujaban una silueta reconocible. ¡°Era la Virgen Mar¨ªa. Me qued¨¦ en estado de shock¡±, dijo entonces. En lugar de terminar su merienda, Duyser la meti¨® en una bolsa de pl¨¢stico y cont¨® su historia a la prensa, primero local, despu¨¦s nacional, y con los a?os, a la internacional. Una d¨¦cada despu¨¦s, con el s¨¢ndwich incorrupto convertido en icono pop, hizo una subasta por eBay, donde lo vendi¨® por 28.000 d¨®lares. La venta dej¨® bastante claro que la se?ora Duyser era un genio del marketing, pero tambi¨¦n que no era la ¨²nica en ver un rostro humano (o divino) en una rebanada de pan.
Es lo que pasaba hace no tanto, cuando se constru¨ªan ermitas, se vend¨ªan reliquias o se contaban historias de fantasmas o alien¨ªgenas. Pero en los ¨²ltimos a?os, la ciencia ha empezado a entender el complicado proceso neuronal por el que los humanos creemos ver caras en todas partes. Se llama pareidolia facial y hace unos d¨ªas, una investigaci¨®n publicada en la revista PNAS analizaba c¨®mo y d¨®nde se produce en el cerebro. Su estudio puede abrir la puerta a la comprensi¨®n de trastornos del espectro autista, la esquizofrenia o el p¨¢rkinson.
¡°Este trabajo usa un electroencefalograma y est¨¢ en l¨ªnea con lo investigado ¨²ltimamente¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica el neuropsic¨®logo Saul Mart¨ªnez-Horta. ¡°Desde hace alg¨²n tiempo, con la capacidad que tenemos de segmentar en milisegundos, qu¨¦, cu¨¢ndo y d¨®nde se produce actividad en nuestro cerebro, estamos empezando a comprender toda la secuencia de procesos que acompa?a a la percepci¨®n¡±.
En el caso de la pareidolia, la secuencia ser¨ªa la siguiente: cuando vemos un rostro humano, o algo que se le parece vagamente, en nuestro cerebro se produce ¡°un di¨¢logo¡± entre diferentes ¨¢reas. Por un lado, est¨¢n las zonas que se ocupan de los est¨ªmulos visuales. Por otro, las zonas de la memoria, que rellenan los huecos de lo que estamos viendo con lo que ¡°probablemente estemos viendo¡±. Y por ¨²ltimo, una zona llamada giro fusiforme facial que juega un papel cr¨ªtico en las etapas m¨¢s tempranas del reconocimiento de las caras, no as¨ª de cualquier otro est¨ªmulo visual. ¡°Es decir, las caras se empiezan a procesar en una zona diferente del cerebro y adem¨¢s empiezan a procesarse antes¡±, se?ala el Mart¨ªnez-Horta.
C¨®mo reconocer a Elvis
La percepci¨®n humana no se explica como si estuvi¨¦ramos constantemente analizando el mundo externo. Lo que vemos del mundo suele ser una anticipaci¨®n, percibimos aquello que al cerebro le parece m¨¢s probable. ¡°Cuando t¨² ves a Elvis, no est¨¢s reconociendo todos los elementos que conforman la cara de Elvis, sino que tu cerebro ya tiene una representaci¨®n tipo de su cara, lo conoce¡±, se?ala el experto. As¨ª se evita invertir una ingente cantidad de recursos leyendo toda la informaci¨®n que le llega. ¡°El cerebro accede a almacenes de memoria en los que guardamos piezas, fragmentos, que se parecen a lo que estamos viendo. Y en este punto, ya algo le empieza a decir a tu sistema visual, oye, que este podr¨ªa ser Elvis¡±.
Pero, ?qu¨¦ pasa cuando vemos a Elvis en una patata frita? El di¨¢logo que se produce entre diferentes zonas de nuestro cerebro a veces funciona como el juego del tel¨¦fono escacharrado y env¨ªa a nuestra cabeza informaci¨®n err¨®nea. No hay una cara, pero creemos verla. ¡°El hecho de que la pareidolia suceda, especialmente con caras que conocemos muy bien, se explica porque almacenamos su significado en la memoria¡±, explica Mart¨ªnez-Horta. Y porque, de alguna forma, estamos programados para ver caras humanas. Estamos obsesionados con ellas.
Susana Mart¨ªnez-Conde, neur¨®loga en la Universidad del Estado de Nueva York, mide esta obsesi¨®n en su laboratorio. ¡°Analizamos los movimientos de los ojos, exponiendo a los participantes a todo tipo de im¨¢genes, y vemos que pasamos mucho m¨¢s tiempo examinando las caras que el resto de objetos¡±, confirma en conversaci¨®n telef¨®nica. Esto, a nivel evolutivo, tiene sentido, ¡°porque siendo animales sociales, es importante reconocer si la cara que estamos viendo es de un amigo, un familiar, un enemigo o un vecino con el que hemos peleado¡±. De hecho, es un rasgo com¨²n con otros mam¨ªferos sociales, como los monos, que tambi¨¦n sufren pareidolia.
Las pareidolias dicen m¨¢s sobre los que vemos que sobre lo que vemos. En las ilusiones ¨®pticas se refleja nuestra forma de entender el mundo. Y esta es una forma abrumadoramente masculina. En un estudio publicado por la revista PNAS, se comprob¨® que el 80% de los participantes ten¨ªan un sesgo masculino a la hora de dar un g¨¦nero a las caras. En las tostadas, en las patatas o en las paredes, vemos por todos lados caras de hombres. Hay una tendencia a percibir los rostros ilusorios como masculinos en lugar de femeninos, en una proporci¨®n de cuatro a uno. Solo el 3% de los participantes ten¨ªa un sesgo femenino.
Esta alucinaci¨®n refleja la tendencia m¨¢s amplia del cerebro a encontrar significado donde no lo hay. ¡°A ordenar componentes desordenados en una percepci¨®n coherente, de forma artificial. Porque no es un fen¨®meno que exista en el mundo, sino que lo construimos, de forma que nuestra percepci¨®n subjetiva no corresponde a la realidad objetiva¡±, se?ala Mart¨ªnez-Conde.
Sucede lo mismo con los sonidos, cuando creemos que alguien ha dicho nuestro nombre. O con las psicofon¨ªas o los mensajes ocultos en pistas de audio. ¡°La informaci¨®n est¨¢ desorganizada, pero como estamos cableados para reconocer palabras y otorgarles un significado, tendemos a encontrar palabras donde no las hay¡±, explica la experta. La percepci¨®n es m¨¢s construcci¨®n y simulaci¨®n que reconstrucci¨®n exacta de la realidad.
Pero despu¨¦s de percibir esta supuesta cara, nuestro cerebro reeval¨²a lo que estamos viendo. A menos que entren en juego creencias religiosas o esot¨¦ricas, entendemos que es una alucinaci¨®n o una ilusi¨®n ¨®ptica. Siempre y cuando no haya alg¨²n tipo de enfermedad. ¡°Nosotros estudiamos mucho el fen¨®meno la pareidolia en el contexto de enfermedades neurodegenerativas, especialmente en el p¨¢rkinson¡±, explica Mart¨ªnez-Horta. Un estudio de 2021 aseguraba que m¨¢s del 47% de los pacientes de p¨¢rkinson hab¨ªa experimentado este tipo de ilusi¨®n ¨®ptica. ¡°Antes de que los pacientes tengan alucinaciones m¨¢s complejas y grotescas empiezan a ver caras por todos lados¡±, confirma el experto. Pero aqu¨ª no se da este proceso posterior de comprensi¨®n, as¨ª que la pareidolia se integra como parte de la realidad.
La comprensi¨®n de este fen¨®meno puede ayudar a entender mejor las enfermedades neurodegenerativas, y a explicar c¨®mo los humanos percibimos el mundo que nos rodea. Tener localizada la parte del cerebro responsable de este fen¨®meno no solo confirma que ese de la tostada no es Jesucristo, sino que puede ayudar a entendernos mejor. ¡°La pareidolia nos cuenta muy bien¡±, resume Mart¨ªnez-Horta. ¡°El hecho de que no tengamos un control sobre lo que estamos viendo es un ejemplo de c¨®mo percibimos muchas veces el mundo¡±.
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