Adi¨®s desfile, hola espect¨¢culo
En plena semana de la moda de Nueva York, Remo Ruffini, CEO de Moncler, y Etienne Russo, nos cuentan la importancia de un show/desfile para crear imagen de marca.
Pasarelas en naves industriales, exposiciones de fotos indies, presentaciones ¨ªntimas, performances e instalaciones con vocaci¨®n arty, grandes producciones, escenograf¨ªas teatrales¡ En la semana de la moda de Nueva York, m¨¢s all¨¢ del ir y venir de las modelos sobre las tablas, marcas y dise?adores buscan formas alternativas para mostrar sus colecciones y destacar entre los cada vez m¨¢s numerosos eventos del calendario oficial. En la ¨²ltima fashion week, celebrada este mes, uno de los montajes m¨¢s sorprendentes fue el de Moncler. Para ellos, la palabra show significa espect¨¢culo. ?Qui¨¦n necesita una puesta en escena convencional? ?Ser ¨²nicos es el lema que rige nuestra filosof¨ªa y nuestra estrategia?, nos cuenta Remo Ruffini, CEO de la firma, antes de que se apaguen las luces.
?El legado de la firma define el esp¨ªritu y la estrategia de la casa. Ser¨ªa f¨¢cil potenciar las ventas en verano vendiendo, por ejemplo, camisetas con el logo, pero preferimos centrarnos en la temporada de invierno?, dice Remo Ruffini.
Cortes¨ªa de Moncler
?Siempre que trabajamos con Ruffini tenemos libertad para dar rienda suelta a la imaginaci¨®n y proponer escenograf¨ªas fuera de lo com¨²n?, asegura Etienne Russo, el d¨ªa despu¨¦s del desfile. Considerado el ?maestro del espect¨¢culo?, este belga lleva casi 25 a?os moviendo los hilos desde la sombra de gran n¨²mero de producciones de la semana de la moda (esta temporada, 16 shows entre Nueva York, Mil¨¢n y Par¨ªs). ?En esta ocasi¨®n ten¨ªamos una fecha clave: 14 de febrero, siete de la tarde, San Valent¨ªn. ?Por qu¨¦ no enviar un mensaje de amor? Ya hay demasiadas malas noticias¡?, razona. La localizaci¨®n: Duggal Greenhouse, una nave industrial totalmente reformada en la orilla de Brooklyn con vistas al Hudson. En lugar de una pasarela, una gigantesca caja de bombones en forma de tarima m¨®vil, de la que los modelos emerg¨ªan (de dos en dos) gracias a 25 elevadores mec¨¢nicos, cada uno controlado manualmente por una persona del equipo de Russo. No se ve¨ªan, pero detr¨¢s hab¨ªa m¨¢s de 200 personas a su mando, para asegurarse de que nada fallara. ?En la ¨²ltima prueba, apenas una hora antes, una de las m¨¢quinas dej¨® de funcionar?, dice. ?Hubo un momento de p¨¢nico, pero conseguimos solucionarlo a tiempo?.
Adem¨¢s de leggings y pantalones acolchados, la l¨ªnea incorpora pieles, tejidos t¨¦cnicos y piezas de punto con grecas inspiradas en los motivos noruegos.
Cortes¨ªa de Moncler
En la banda sonora, grandes ¨¦xitos rom¨¢nticos. De Somethin¡¯ Stupid de Frank Sinatra a Baby Love de The Supremes o Ti amo de Umberto Tozzi. Y en una pantalla de led, la letra de las canciones a modo de karaoke. Imposible no tararear los temas; y m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa no sacar el m¨®vil para dejar constancia gr¨¢fica en las redes. ?Es una forma de crear conciencia de marca?, explica Ruffini. ?Solo as¨ª puedes llegar al skater de 15 a?os y a la mujer de 70?, defiende. ?No se trata solo de mostrar las piezas de las colecci¨®n; queremos recrear el ambiente de un concierto y convertir el show en un escaparate virtual?, resume. ?Nada reemplazar¨¢ la experiencia en directo?, opina Russo. ?Sin embargo, es cierto que las redes sociales han cambiado las reglas del juego. Hoy Facebook e Instagram son herramientas de comunicaci¨®n poderosas?, constata. Ganar likes es el trofeo al que aspiran cada vez m¨¢s dise?adores ¨Cson muchos los que, al entrar al desfile, comunican a los asistentes el hashtag oficial¨C. ?En mi caso, la respuesta digital nunca es el punto de partida.
En la colecci¨®n, las prendas de alto rendimiento se mezclan con piezas m¨¢s vers¨¢tiles, pensadas para el d¨ªa a d¨ªa en la ciudad.
Cortes¨ªa de Moncler
Cuando pienso en un montaje, sigo mi instinto y mi coraz¨®n. Aunque reconozco que utilizo la pantalla del m¨®vil para comprobar que el resultado final funciona a nivel televisivo?, explica. ?l no tiene cuenta en Instagram. ?Valoro mi privacidad¡ y mi tiempo?, justifica. Por eso, su reto hoy es conseguir que los dem¨¢s hagan lo mismo: ?Idear propuestas m¨¢s conceptuales, que requieran mayor atenci¨®n y, que pasados unos minutos, inviten al p¨²blico a apagar el m¨®vil y dejarse llevar por la emoci¨®n?, sue?a en voz alta. ?En 1991, cuando empec¨¦ [con Dries Van Noten], ¨¦ramos so?adores, ingenuos y genuinos. De alguna manera, la llegada de los grandes grupos de lujo [LVMH, Kering¡] nos oblig¨® a convertirnos en so?adores profesionales?, recuerda. ?Todo cambi¨® a mediados de los a?os noventa?, calcula. ?Otra figura clave fue Tom Ford, que reformul¨® la manera de entender el lujo?, se?ala.
Cortes¨ªa de Moncler
No somos una marca de moda?, insiste Ruffini. ?Para nosotros, estar presentes en la fashion week es una declaraci¨®n de intenciones, que nos diferencia del resto del mercado del skiwear?, explica. ?Por eso en nuestras campa?as es m¨¢s importante aspostar por una imagen que transmita actitud que elegir a una supermodelo?, dice. ?La colecci¨®n Grenoble [que se presenta en Nueva York] tiene mucha energ¨ªa. Quiz¨¢ naciera para deslizarse por las pistas de esqu¨ª, pero hoy su estilo se adapta perfectamente al d¨ªa a d¨ªa en la ciudad?, argumenta. ?La Gran Manzana es el h¨¢bitat natural de esta l¨ªnea. Incluso el clima es perfecto?, bromea. Fuera, el term¨®metro marca -15? C [esa semana, Manhattan vivi¨® su noche m¨¢s fr¨ªa en 60 a?os]. ?Mirar atr¨¢s es b¨¢sico para entender el legado de la marca [fundada en los Alpes franceses en los a?os cincuenta]?, opina. Las propuestas del pr¨®ximo oto?o-invierno 2015 se inspiran en las siluetas retro de los a?os sesenta; algunos de los colores remiten incluso a las obras del movimiento cin¨¦tico de aquella d¨¦cada, que fue cuando Moncler gan¨® protagonismo internacional gracias a los Juegos Ol¨ªmpicos de invierno que se celebraron en Grenoble en 1968. ?La actitud de aquellos a?os prevalece; eso s¨ª, cada temporada incorporamos innovaciones tecnol¨®gicas?. Tambi¨¦n en el desfile. ?Quiz¨¢ parezca cursi, pero es moderno, po¨¦tico, y esconde una gran complejidad t¨¦nica?, zanja Russo.
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