El nada inocente asunto del bronceado: el moreno que habla de econom¨ªa y posici¨®n social
Nada que roce la piel es superficial. Por eso, el bronceado tampoco puede serlo. El impulso de querer oscurecernos es algo profundo e hist¨®rico. Adem¨¢s de un asunto serio tambi¨¦n es apasionado: la relaci¨®n que mantenemos con el sol oscila entre la filia y la fobia, entre el temor y la veneraci¨®n
Bienvenidos a una historia del bronceado, que est¨¢ llena de idas y venidas, de ahora te quiero, ahora te odio. En ella aparecen Coco Chanel, Julio Iglesias y Miley Cyrus. Este es tambi¨¦n un intento de responder a esta cuesti¨®n: tras a?os de demonizar el sol, ?vuelve a estar de moda y bien visto broncearse? S¨ª, si hacemos caso a las pantallas, que es como hacerle caso a la vida. Vemos que, desde 2017, las b¨²squedas de la palabra ¡®autobronceador¡¯ y ¡®glow¡¯ en Google no han hecho m¨¢s que aumentar; tambi¨¦n la de protector solar. No se trata de tener la piel ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Bienvenidos a una historia del bronceado, que est¨¢ llena de idas y venidas, de ahora te quiero, ahora te odio. En ella aparecen Coco Chanel, Julio Iglesias y Miley Cyrus. Este es tambi¨¦n un intento de responder a esta cuesti¨®n: tras a?os de demonizar el sol, ?vuelve a estar de moda y bien visto broncearse? S¨ª, si hacemos caso a las pantallas, que es como hacerle caso a la vida. Vemos que, desde 2017, las b¨²squedas de la palabra ¡®autobronceador¡¯ y ¡®glow¡¯ en Google no han hecho m¨¢s que aumentar; tambi¨¦n la de protector solar. No se trata de tener la piel como los personajes de las fotos de Martin Parr, sino de que est¨¦ ¡°besada por el sol¡±, un t¨¦rmino mucho m¨¢s literario y cuyo hashtag #sunkissed arroja miles de resultados. Tampoco de tomar el sol, sino de imitar su efecto en la piel.
Un color as¨ª sugiere salud y la salud es belleza. El t¨¦rmino self-tanner se apropia de TikTok, que es como hacerlo de nuestros cerebros. Miley Cyrus aparece en los Grammy encendida de glow, salpicando de poder¨ªo al mundo. La artista es una de las inversoras de la marca de autobronceadores Dolce Glow. La categor¨ªa de productos solares gana espacio en tiendas y en las propias marcas: ya no hay estigma. Cult Beauty, una de las tiendas online de cosm¨¦tica de referencia, la coloca al mismo nivel de importancia que sus productos de rostro y cuerpo. Y no estamos hablando de tomar el sol, sino de tener color dorado, que es diferente y la clave de esta nueva manera de broncearse. Esto est¨¢ ocurriendo en 2024, pero comencemos esta historia por el principio, por el pasado.
La no tan eterna historia del bronceado
El sol lleva 4.600 millones de a?os ejerciendo su funci¨®n. Sin embargo, broncearnos con intenci¨®n y como tendencia es un invento reciente. Solo hace cien a?os que lo hacemos. Hasta principios del siglo XX, la radiaci¨®n ultravioleta impactaba en la piel y nadie hablaba de ello. Ocurr¨ªa y, en muchas culturas occidentales, no gustaba. El color de la piel nunca ha sido inocente: ya en Grecia y Roma se usaban sustancias, con frecuencia venenosas, para aclararla. Esa costumbre dur¨® siglos. Pascal Ory, en el libro L¡¯Invention du Bronzage, habla de un Antiguo R¨¦gimen epid¨¦rmico en el que la palidez revelaba la alta estirpe. Seg¨²n este historiador franc¨¦s esto comenz¨® con la era cristiana, cuando se asociaba blancura a inocencia y virginidad. El color oscuro suger¨ªa lo contrario: el vicio y, adem¨¢s, todo lo extranjero y colonizado. Intelectualizado o no, lo cierto es que el bronceado siempre ha sido un signo de estatus, en unas ¨¦pocas por su presencia y otra por su ausencia.
Para lograr una piel clara o dorada se han cometido locuras a lo largo de la historia. Pensemos en Michael Jackson. Cualquier boomer recuerda c¨®mo intentaba animar su color mezclando Nivea con mercromina o usando crema de zanahoria de Natural Action, algo que hoy provocar¨ªa vah¨ªdos en cualquier dermat¨®logo. Esos disparates son herederos, a la contra, de los que comet¨ªa Isabel I de Inglaterra, que rein¨® en el siglo XVI. Ella destroz¨® su piel, como tantas mujeres de clase alta de la ¨¦poca, aplic¨¢ndose cerusa, un compuesto cargado de plomo, con el objetivo de parecer blanca; tanto la maltrat¨® que tuvo que dejar de posar para los retratos reales. Esta historia aparece en La terrible historia de las cosas bellas, de Katy Keller (Alpha Decay, 2023) en el que reflexiona sobre la paradoja de amar la belleza en el capitalismo. Seg¨²n esta periodista, muchos gestos hermosos en los que nos refugiamos esconden fealdad y dejar que el sol nos torre es uno de ellos.
El bronceado siempre ha sido un signo de estatus, en unas ¨¦pocas por su presencia y otra por su ausencia
Viajamos al futuro y llegamos a los albores de la Revoluci¨®n Industrial, cuando tiene lugar uno de los puntos de giro de la historia del bronceado. A mediados del siglo XIX, tambi¨¦n en Inglaterra, donde comienza y desde donde se extiende, la piel blanca pierde terreno frente a la bronceada. La raz¨®n es clara: los obreros de las f¨¢bricas se mudan del campo a la ciudad donde pasan los d¨ªas en interiores; por tanto, son las clases altas las que disfrutan del ocio al aire libre y reciben el sol. Quien se broncea es porque puede.
Esto no dur¨® mucho tiempo. De nuevo, la idea se dio la vuelta (esta es una historia con muchas de ellas, como las de los veraneantes en una tumbona) y a lo largo del siglo XIX el sol volvi¨® a convertirse en enemigo. Es la ¨¦poca en la que vemos a las damas con parasoles y sombreros. Pensemos en los cuadros de Sorolla, en los que las mujeres pasean por la playa cubiertas de la cabeza a los pies o en el Retrato de Madamme X de Singer Sargent, en el que la piel de porcelana de Virginie Am¨¦lie Gautreau refulge. La clase alta no trabajaba al aire libre y la mujer, menos y eso deb¨ªa quedar claro. Seg¨²n Ory, los hombres, que por su trabajo est¨¢n m¨¢s expuestos al sol, se sienten atra¨ªdos por mujeres de piel blanca, consideradas ¡°como valiosos tesoros, signos externos de riqueza, superioridad y, en este sentido, guardadas del alcance de otros machos al mismo tiempo que del sol¡±. De la mano de la lectura social est¨¢ siempre la de g¨¦nero.
Esta idea se extendi¨® durante muchos a?os hasta que lleg¨® el siglo XX y con ¨¦l la creencia m¨¦dica de que la exposici¨®n al sol contaba con muchos beneficios: curar ¨²lceras en la piel, fortalecer huesos, etc. Fue Niels Finsen quien defendi¨® la fototerapia y le dijo al mundo que el sol era saludable; le concedieron el Nobel de Medicina por ello. El sol era terap¨¦utico, pero no era moderno. Tuvo que llegar Coco Chanel para que lo convirtiera en deseable. La leyenda, en este caso cierta, cuenta que descendi¨® de un barco en Cannes en 1923 con la piel quemada por el sol. Pero, cuenta Inmaculada Urrea, experta en Chanel, que ella ya llevaba a?os tomando el sol en la playa. Hay una imagen de ella en 1918 tumbada en la playa. Urrea reflexiona as¨ª sobre el tema: ¡°En los veinte se consolida su celebridad. Todo lo que hac¨ªa lo pon¨ªa de moda. Es la d¨¦cada en la que tambi¨¦n aparec¨ªa con perlas llevadas de forma informal porque contrastaban con el bronceado. Ella fue la primera influencer a nivel mundial¡±. Y lanza otra idea interesante: ¡°Era una campesina que lleg¨® al mundo del lujo, pero llev¨® a cabo algunas venganzas. Sus clientas, que eran gentes pudientes que jam¨¢s se hab¨ªan atrevido a estar bronceadas para no parecer que trabajaran en el campo, terminaron queriendo tener la piel tostada¡±. Ella no fue la ¨²nica responsable de que el bronceado se convirtiera en algo atractivo. Ayudaron el auge de los deportes, la conquista de las vacaciones pagadas, la incipiente democratizaci¨®n de los viajes y la evoluci¨®n de los trajes de ba?o, algo a lo que Chanel tambi¨¦n contribuy¨®. Al final va a ser cierto que lo invent¨® casi, casi todo.
Desde los a?os veinte y hasta los noventa, con la excepci¨®n de las dos guerras mundiales, en las que Europa estaba ocupada sobreviviendo, el mundo quiso estar bronceado. Las razones eran obvias: solo quienes ten¨ªan vacaciones tomaban el sol. Qui¨¦n no querr¨ªa eso. La piel morena era aspiracional, una palabra que entonces no aparec¨ªa en ning¨²n anuncio.
Y es en las primeras d¨¦cadas del siglo XX cuando aparecen los primeros productos de bronceado. Y de nuevo fue Chanel una pionera. En 1927 lanz¨® Huile Tan, un aceite cuyo slogan dec¨ªa: ¡°Broncea la piel y la protege de las quemaduras del sol¡±. Y a?os m¨¢s tarde, la l¨ªnea Chanel pour L¡¯?t¨¦. En paralelo, Jean Patou recogi¨® esa tendencia y lanz¨® su aceite bronceador, Huile de Chaldee, que se vend¨ªa en una botella de cristal de Baccarat. No era para todos los bolsillos y eso cuadraba con el halo elevado del bronceado. A?os m¨¢s tarde, 1935 Eug¨¨ne Schueller lanz¨® un producto m¨¢s accesible: un bronceador con filtro solar bajo el nombre Ambre Solaire. Era la ¨¦poca en la que Scott Fitzgerald, en Suave es la noche, describ¨ªa personajes morenos y fabulosos.
Cuando termin¨® la II Guerra Mundial, el bronceado comenz¨® a vivir una era dorada, sirva el chiste f¨¢cil, animada por el uso recomendado por los m¨¦dicos, el auge de los deportes al aire libre, del surf y la posibilidad de viajar a lugares c¨¢lidos a disfrutar del ocio en una tumbona. Anotemos otra fecha: 1953. De ese a?o data el que quiz¨¢s es el anuncio de bronceado m¨¢s famoso de la historia: el de Coppertone. La ilustraci¨®n que recordamos era de Joyce Ballantyne y en su versi¨®n cinematogr¨¢fica, la ni?a era una tal Jodie Foster. Este producto indicaba que la familia entera se bronceaba y en Espa?a esto no ser¨ªa tan ex¨®tico: son los a?os en los que se fragua el modelo econ¨®mico de sol y playa que explotar¨ªa en los a?os sesenta. La historia del bronceado consciente camina paralela a la de los viajes y, en este camino aparece una invitada: la fotograf¨ªa en color. Tambi¨¦n era el momento en el que Hollywood resplandec¨ªa en tecnicolor y las pieles de las estrellas luc¨ªan m¨¢s y mejor cuando estaban doradas.
Pero ese desmelene solar no durar¨ªa siempre, el sol da?aba la piel y habr¨ªa que plantearse protegerse de ¨¦l. En 1962: apareci¨® el concepto de SPF (Sun Protection Factor), al que nadie, excepto los m¨¦dicos, hizo caso. Broncearse es, por definici¨®n, una reacci¨®n. As¨ª lo afirma el doctor Jorge Arroyo, dermat¨®logo en Cl¨ªnica Dr Morales Raya: ¡°El bronceado es una respuesta de la piel ante el da?o producido por la radiaci¨®n ultravioleta. Aunque habitualmente se ha asociado a la belleza y a un h¨¢bito saludable, en realidad se considera un marcador de que la piel ha estado sometida al ¡®ataque¡¯ de la radiaci¨®n, y aparece para defenderse de ese ataque¡±. Eran a?os de la lata azul de Nivea: hab¨ªa que broncearse y prolongar el color, se sab¨ªa que el sol quemaba, pero a¨²n no era un enemigo. La sociedad ya se estaba dando cuenta de que para estar bronceada no necesitaba esa estrella de 1,4 millones de kil¨®metros de di¨¢metro que estaba encima de nuestras cabezas. En los setenta ya se inventaron los autobronceadores, un invento de Coppertone que apelaba a quien no pod¨ªa viajar y a quien no ten¨ªa un sol refulgente a mano. Los a?os ochenta y los noventa fueron a?os gloriosos para el bronceado: los da?os se ignoraban o se quer¨ªan ignorar. Los negocios de rayos UVA salpican las ciudades. Lo le¨ªmos y vimos en American Psycho. Nadie triunfaba en negocios con la piel p¨¢lida. Guerlain lanza en 1984 sus polvos Terracotta y su versi¨®n econ¨®mica, los polvos del Nilo se cuelan en el neceser de muchas mujeres espa?olas; quien no estaba moreno todo el a?o es porque no quer¨ªa. De esa ¨¦poca son las fotograf¨ªas de Gunilla von Bismarck y sus amigos de fiesta en Marbella con pieles brillantes, de entonces es la imagen de Julio Iglesias, que construy¨® su identidad en torno al bronceado, de las princesas de M¨®naco en su eterna y dorada vacaci¨®n. Fue en 1989 cuando apareci¨® una mujer llamada Isabel Sartorius que pod¨ªa convertirse en reina con un ba?ador de Mickey Mouse y la piel morena. El pa¨ªs estaba euf¨®rico y eso se traduc¨ªa en aspectos lozanos y refulgentes. Es la era de la Espa?a irresponsable y del bronceado irresponsable.
Pero ninguna fiesta, ni las del Marbella Club ni las de Mayte Commodore duran para siempre. Con el nuevo siglo lleg¨® el miedo. Y aqu¨ª la tendencia volvi¨® a darse la vuelta: del amor al sol se pas¨® a odio. En los 2000 aprendimos palabras como melanoma o carcinoma y otras m¨¢s leves, como manchas y todas son peligrosas. El sol se demoniz¨® y los solares dejaron de llamarse as¨ª para pasar a ser protectores solares. Las siglas SPF se colaron en la conversaci¨®n cosm¨¦tica. Quien tomaba el sol lo reconoc¨ªa con la boca peque?a y siempre con atenuantes: ¡°Pero uso protecci¨®n 50¡å. Hab¨ªa que vivir en una cueva para no saber que tomar el sol de manera imprudente podr¨ªa tener da?os graves en la salud. Aprendimos la expresi¨®n ¡°bronceado responsable¡± y la utilizamos verano a verano aunque el doctor Arroyo la matiza: ¡°No existe el bronceado saludable¡±.
?Y ahora? Ya sabemos que podemos elegir entre broncearnos con sol y sin ¨¦l. El 90% de la vitamina D, tan necesaria, se recibe exponi¨¦ndonos a ¨¦l pero no nos emocionemos: los expertos afirman que solo son necesarios diez minutos sin fotoprotector en verano. La cosm¨¦tica, de nuevo, sale al rescate: contamos con los productos adecuados para poder estar morenos y protegidos. S¨ª se puede. Las marcas invierten millones en ello. Ahora hay gotas autobronceadoras, mousses, s¨¦rums, cremas con color¡ Todo sea por lograr ese efecto ¡°besado por el sol¡±, que es m¨¢s el que logramos tras unas vacaciones cortas, que tras dos meses tumbados al sol.
Seg¨²n el departamento de marketing de Shiseido en 2023 Espa?a ha sido un mercado bastante din¨¢mico en el consumo de productos de tratamiento y maquillaje. En el segmento de productos con un acabado bronceado en la piel, como cremas hidratantes o productos de maquillaje se ha producido un crecimiento a doble d¨ªgito. Esto confirma que queremos tener buen color, pero el sol no es necesario para lograrlo. Como curiosidad, cuentan que el consumo de autobronceadores es mayor en las ¨¢reas noroeste y norte central de Espa?a. Tiene sentido. M¨¢s ejemplos del dinamismo del sector. Sof¨ªa Vergara se uni¨® en 2021 al laboratorio espa?ol Cantabria Labs para lanzar Toty, una marca de cuidados solares. Las tendencias en maquillaje como latte make up exigen piel morena cualquier d¨ªa del a?o. Los autobronceadores de nueva generaci¨®n ni dejan color naranja Trump, marcan rayas ni huelen: ahora son gotas que se a?aden a la hidratante o cremas que van modulando el tono aplicaci¨®n tras aplicaci¨®n. La reina Letizia luce orgullosa una piel bronceada todo el a?o, proceda o no proceda del sol. El deseo de estar bronceados ¡°puede estar relacionado con la autoimagen y la autoestima, ya que muchas personas perciben que un tono de piel m¨¢s oscuro mejora su apariencia y confianza en s¨ª mismas¡±. Esto es lo que afirma Gonzalo Jim¨¦nez Cabr¨¦, psic¨®logo cl¨ªnico en GrupoLaberinto. Y a?ade: ¡°Adem¨¢s, el bronceado puede enmascarar imperfecciones cut¨¢neas, lo que refuerza su atractivo visual¡±. ?Y no es eso lo que queremos nobles, estrellas y gentes de a pie?
Sin embargo, no es lo mismo broncearse bajo el sol que mediante cosm¨¦ticos en un cuarto de ba?o; quiz¨¢s lo primero sea m¨¢s peligroso, pero es m¨¢s atractivo. Descansar en la cubierta de un barco o tumbarse en el bordillo de la piscina implica tiempo libre y eso ayuda al buen humor. La cosm¨¦tica aporta eficiencia y resultados. En lo primero hay m¨¢s poes¨ªa y en lo segundo m¨¢s prosa. En la vida (y en la piel) hay espacio para ambas.