Entre la subversi¨®n, lo reivindicativo y la moda: la generaci¨®n uniceja pide paso contra el estigma
?Capitalizaci¨®n o avance social? Las mujeres reclaman su vello facial y el movimiento #unibrow cuestiona las normas sociales.
Por supuesto que tener entrecejo es como tener nariz. Menuda bobada. Lo constata Mar¨ªa, sin ning¨²n rastro de pudor. Incluso con rectitud. ?Soy igual de consciente de tener entrecejo que de tener nariz. No pienso mucho en ello, igual que no pienso en que tengo nariz todo el tiempo?. De repente, la pregunta sobre la relaci¨®n con su vello facial se torna casi embarazosa. Lou, sin embargo, tambi¨¦n es muy sincera y confiesa: ?El otro d¨ªa estaba hablando con mi amiga, otra que es peluda, y dec¨ªamos que de aqu¨ª 5 a?os volver¨¢n las cejas finas. Y llegar¨¢ el d¨ªa en que no querremos tenerlas as¨ª y tendremos que depil¨¢rnoslas. Estamos disfrutando de nuestro momento?. Ella tiene 20 a?os. Mar¨ªa es un poco mayor. Igualmente, que dejarse el entrecejo sea una decisi¨®n pol¨ªtica o no, deber¨ªa ser un debate absurdo para una abrasadora e insufrible tarde de julio. Deber¨ªamos poder ahorr¨¢rnoslo. Pero Margot detona la controversia: ?Yo creo que toda normalizaci¨®n social y toda asunci¨®n pol¨ªtica pasa por una conversi¨®n en lo trendy?. Bueno, Margot y las m¨¢s de 90k publicaciones que acumula el movimiento #unibrow en Instagram desde hace relativamente poco. Pero antes de entrar en el asunto es apropiado rebobinar y atravesarlo desde el principio, o desde las historias, las creencias y las mitolog¨ªas.
EL TERCER OJO
De todas las cosas que se pueden encontrar sobre el entrecejo en internet y en los libros, resulta especialmente m¨ªstica y enigm¨¢tica la que hace referencia al ojo invisible, al que todo lo ve. Por lo que se sabe, guarda cierta relaci¨®n con el sexto chakra y con todo aquello que no podemos percibir los que tenemos la mirada ordinaria. En esta l¨ªnea, la antigua Grecia tambi¨¦n se lucraba de conjeturas parecidas. Las mujeres con el entrecejo frondoso eran las m¨¢s listas y deseadas, y las ricas que quer¨ªan ser como ellas y que no hab¨ªan nacido dotadas y bendecidas por el vello se las pintaban. Despu¨¦s estaban las de la Europa Central del siglo XVIII, que si ten¨ªan las cejas poco pobladas lo resolv¨ªan con pelo de rat¨®n. Tambi¨¦n cuenta Sana Noor Haq en The Guardian que la difusi¨®n de los ideales de belleza heteronormativa en Ir¨¢n era una pr¨¢ctica habitual en la dinast¨ªa Qajar (1785-1925), en la que las cejas eran seductoras y codiciables. Pero a finales del siglo XX los est¨¢ndares iran¨ªs se empe?aron en imitar a los europeos en un f¨¦rreo esfuerzo de asimilaci¨®n: dejaron de adorar las cejas contundentes.
Y as¨ª podr¨ªa continuar con las isabelinas, la ¨¦poca medieval, Marlene Dietrich, Greta Garbo y Christina Aguilera. O Betty la fea, Cara Delevigne, Frida Khalo y Anna Hathaway en Princesa por sopresa. Mujeres peludas o mujeres peladas. En definitiva, la pol¨¦mica inagotable de las mujeres y el pelo.
MOVIMIENTO #UNIBROW
Hace unos meses Rosal¨ªa se sumaba a la belleza disidente e irrump¨ªa en el videoclip de A Pal¨¦ luciendo una entreceja impecable. Curiosamente, eligi¨® esta insignia para su canci¨®n m¨¢s perversa e inquietante, en la que se rebela ante todos los que la acusan de apropiaci¨®n cultural. Por otro lado, parece imposible hablar de celebridades cejudas sin pasar por Frida Khalo. Sus cejas son de todos. Las hemos manoseado por completo y nos las hemos apropiado. Carmena, ¡®Cejas del mal¡¯ en Instagram, es mejicana y siente una profunda dependencia con la artista: ¡°Cuando era adolescente me identificaba con Frida Kahlo, particularmente por su ceja. Pero eso me hacia sentir mal, porque su imagen no es tradicionalmente bella. Sent¨ªa que yo tambi¨¦n era una persona rara o anormal. Pero despu¨¦s pens¨¦ que tener algo en com¨²n con ella era una se?al, y que yo tambi¨¦n pod¨ªa ser artista?. Frida Khalo ha pasado de ser expulsada a ser un s¨ªmbolo pop exitoso. Pero las que capitanean actualmente la reivindicaci¨®n femenina por el vello facial son todas las mujeres que est¨¢n inundando las redes con sus cejas silvestres bajo el lema #unibrow. Sophia Hadjipanteli tiene 21 a?os, es griega y es la fundadora (o as¨ª se presenta en Instagram). Hoy en d¨ªa la siguen m¨¢s de 440k personas. Pero hoy en d¨ªa es dif¨ªcil no tenerle miedo a las garras del sistema y algunas ya temen que sea una moda m¨¢s.
ENCANTO SUBVERSIVO?
Ante el titubeo de si el vello facial es una reivindicaci¨®n feminista, si es una cuesti¨®n de aceptaci¨®n y autocuidado o de si, sencillamente, ha logrado pasar con ¨¦xito las verificaciones del sistema, hablamos con Mar¨ªa Gaminade, Lou Mart¨ª, Margot Rot y Cl¨¤udia Groshe sobre su relaci¨®n con el entrecejo. Peri¨®dicamente, parece que todas las cuestiones que penetran al mainstream deben atravesar este debate.
Lou empieza su historia explicando que en su trabajo la escogieron porque llevaba pelos en el sobaco. A su jefe le pareci¨® ?guay?. Por aquel entonces, trabajaba como asistente de casting. En este sentido, nos deber¨ªamos cuestionar si hablamos de inclusi¨®n o si hablamos de la exigencia opresiva y asfixiante que vivimos las mujeres. El nivel de respeto y tolerancia hacia nuestro pelo a¨²n debe pasar por el aprobado del jefe para validarnos como aptas aspirantes a un puesto de trabajo. Sobre otras experiencias laborales, Lou destaca que la industria de la moda incluye a diversidad de razas, cuerpos y g¨¦neros, pero tiene dudas sobre quienes la conforman. No tiene claro que sean personas deconstruidas que despu¨¦s vayan a darle trabajo a esa gente, fuera de las c¨¢maras. Por otro lado, Lou no tiene ning¨²n problema con su propia uniceja porque es la parte favorita de su cara. Sin embargo, dice que depilarse le da ?mucha rabia?, pero que el pelo de las piernas a¨²n no lo tiene aceptado.
Saltamos a Margot, que describe la relaci¨®n con su vello como ?fr¨¢gil y aleatoria?. Algunos d¨ªas le gusta much¨ªsimo su entrecejo y otros le aburre. Es una cuesti¨®n de autoestima dice. Margot, como la mayor¨ªa de las entrevistadas, sit¨²an la explosi¨®n del problema, o del complejo, en la adolescencia. Recuerda pasarse las clases tap¨¢ndose la cara con la mano si por la ma?ana se hab¨ªa olvidado de depilarse. Un d¨ªa, volviendo de la universidad, despu¨¦s de otra inc¨®moda jornada que describe con pesadez y agotamiento mental, decidi¨® aceptarse y sinti¨® un alivio. Desde entonces tiene una relaci¨®n bastante sana con su entrecejo, aunque reconoce que para la mayor¨ªa se ha convertido en un adjetivo extra?o y distintivo. ?Me gusta much¨ªsimo que haya dise?adores preocupados por subvertir ciertos est¨¢ndares pero no es m¨¢s que la capitalizaci¨®n de un elemento que se supone que est¨¢ fuera. En el momento en el que pasa a ser asumido por el sistema deja de tener potencia pol¨ªtica?. Aun as¨ª, no puede evitar sentirse afortunada por encajar dentro de los c¨¢nones en la mayor¨ªa de cuestiones controvertidas, como el peso o el color de piel. Descarta la normalizaci¨®n y apela a la cuesti¨®n sist¨¦mica: ?Para que una disposici¨®n est¨¦tica sea vista con?normalidad ha de ser asumida por los dispositivos que dictan qu¨¦ es lo normal y qu¨¦ no lo es. El sistema necesita incluir cada vez m¨¢s modelos diversas, porque existen, y el funcionamiento de la industria depende de que todas estemos satisfechas.?Cuantas m¨¢s?estemos dentro, m¨¢s podremos seguir consumiendo?.
La experiencia de Mar¨ªa, en cambio, tiene que ver con la aceptaci¨®n y el crecimiento personal. Lo ha vivido como un proceso madurativo, ajeno a la cr¨ªtica. ?Vengo de un entorno muy convencional en el que a¨²n no me siento incluida dentro de los c¨¢nones. Con veintipocos empec¨¦ a trabajar en un contexto creativo y pude darle la vuelta y aceptar m¨¢s cosas de mi personalidad que nunca cuajaron con lo tradicional?. Adem¨¢s, confiesa que esto le cost¨® hasta una relaci¨®n. ?Tuve detractores, como mi pareja de entonces, y lo dejamos porque est¨¦ crecimiento no cuadraba con la relaci¨®n que llev¨¢bamos?. Aceptar su vello ha sido un reencuentro con sus ra¨ªces y con todos los unicejos de su familia. Ahora no le tiene apego alguno al vello: ?A veces pienso en volver a quit¨¢rmelo un tiempo, como quien piensa en cortarse el pelo o te?irse de un color?.
El ¨²ltimo caso es el de Cl¨¤udia y tiene particularidades distintas, pero revela otra realidad. Quiz¨¢s se trate del siguiente prejuico que tengamos que afrontar. Cl¨¤udia tiene el s¨ªndrome del ovario poliqu¨ªstico, que le ha derivado a un desajuste hormonal, que le ha provocado un aumento de testosterona, y ahora tiene barba. Tambi¨¦n tiene vello en otras partes del cuerpo poco comunes en mujeres, como la zona intermamaria o la aureola de los pechos. En el m¨¦dico le recomendaron las pastillas anticonceptivas, pero le anticiparon un trastorno ansioso-depresivo. Entonces, decidi¨® hacerse la l¨¢ser. ?Una cosa es dejarse pelo en las piernas, en el sobaco, o en la uniceja, pero en la cara es otra cosa?. Atravesar la adolescencia fue complicado y el complejo se agudiz¨® cuando empez¨® a hacer de modelo. Hace unos a?os particip¨® en un proyecto de la fot¨®grafa y directora de cine Irene Moray sobre la aceptaci¨®n del vello corporal, en el que se sinti¨® muy c¨®moda y agradecida, pero en general ha sentido una falta de referentes absoluta. Asegura que las mujeres con barba a¨²n siguen estando totalmente excluidas. Siguen esperando en el banquillo del partido de futbol a que les toque saltar al campo. ?Si saliera una campa?a con una mujer con barba a¨²n ser¨ªa el elemento central?, y a?ade, ?una uniceja vende m¨¢s, pero si es guapa o est¨¢ arreglada?.
?OTRO MERCADO ES POSIBLE?
Y lo cierto es que todas ellas son bellas y todas forman parte de un entorno creativo que se maneja con soltura por las redes. El acto liberador y pol¨ªtico, en su caso, no es sencillo, pero s¨ª m¨¢s amable. Vuelvo a Margot: ?Depende del ambiente en el que convivas tu experiencia ser¨¢ una u otra?. Hablando de cejas pobladas, abruptas, contundentes, inesperadas, irreverentes, inquietantes, un compa?ero me fren¨®. ?Me dan igual las cejas mientras todas las caras que las luzcan sean bajadas del Olimpo?. ?Qu¨¦ pasa con todas aquellas que el sistema no trata con indulgencia? Pues que a¨²n nos queda un rato.
Sea como sea, el culto al entrecejo ha sido siempre como un talism¨¢n de la historia, un relato sobre poder, desobediencia, pronunciamiento, convicci¨®n. El borde de la mirada, el extremo, siempre inc¨®modo. Las cejas son y ser¨¢n un fetiche. Merecer¨¢n nuestra atenci¨®n. Volveremos a ellas una y otra vez. Y sino, que se lo pregunten a Fernando Sim¨®n.
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