Por qu¨¦ Winston Churchill convirti¨® el pintalabios en un producto de primera necesidad en tiempos de guerra
En plena Segunda Guerra Mundial, el gobierno brit¨¢nico consider¨® que los labiales eran imprescindibles como levantadores de moral para el pueblo. Desde entonces, las ventas de cosm¨¦ticos se han posicionado como bar¨®metro econ¨®mico en ¨¦pocas de recesi¨®n.
¡°Ahora, m¨¢s que nunca, la belleza es tu deber¡±, manifest¨® la edici¨®n brit¨¢nica de la revista Vogue en 1941. En plena Segunda Guerra Mundial, el eslogan beauty is your duty no tard¨® en convertirse en un acto de compromiso patri¨®tico inapelable, defendido y reforzado por el mism¨ªsimo Winston Churchill. Por trivial que pueda parecer, en tiempos de crisis el papel de la industria de la belleza ha sido considerado como esencial por los gobiernos que supieron entender la ascendencia psicol¨®gica y social de un simple pintalabios. A pesar de que en el Reino Unido se paraliz¨® la producci¨®n de cosm¨¦ticos en aras de empresas m¨¢s urgentes, Churchill decidi¨® hacer una excepci¨®n con el l¨¢piz de labios al afirmar que su uso ¡°levantaba la moral de la poblaci¨®n¡±. Fue considerado producto de primera necesidad al mismo tiempo que las mujeres se serv¨ªan de un tamp¨®n de tinta para sellos como colorete. Mientras que la gasolina, el az¨²car o los huevos eran racionalizados, los labiales se repart¨ªan con la misma asiduidad que la harina. As¨ª se transform¨® un mero b¨¢sico de belleza en el s¨ªmbolo por antonomasia del estilo de vida de la sociedad moderna.
¡°Winston Churchill entendi¨® que llevar pintalabios rojo hac¨ªa a las mujeres sentirse fuertes, seguras y atractivas, unos sentimientos especialmente preciados en tiempos de crisis¡±, explica a S Moda Rachel Felder, periodista en revistas como The Cut o The New Yorker y autora del libro Red Lipstick: An Ode to a Beauty Icon. El Ministerio de Abastecimiento public¨® un memorando que aseguraba que el maquillaje para ellas era tan importante durante la guerra como el tabaco para los hombres, evidenciando por otra parte el sexismo de la ¨¦poca. ¡°El acto de pintarse los labios emana un mensaje de autoridad y convicci¨®n. Para las mujeres que lo llevan es tanto una espada como un escudo, escondiendo cualquier inseguridad y demostrando fuerza asertiva¡±, a?ade la escritora.
El primer ministro no solo no racion¨® los labiales, sino que pidi¨® a las mujeres que se lo pusieran como acci¨®n propagand¨ªstica para levantar el ¨¢nimo de los soldados que luchaban por volver a casa con aquellas esposas que no hab¨ªan perdido un ¨¢pice de belleza. El odio p¨²blico y notorio de Adolf Hitler por cualquier tipo de cosm¨¦tica era otra poderosa raz¨®n para reclamarlo con m¨¢s convicci¨®n si cabe. ¡°Eran vidas ordinarias impactadas por acontecimientos extraordinarios. Si cada parte de su existencia era intervenida por el gobierno, la apariencia era lo ¨²nico que pod¨ªan controlar¡±, afirma la historiadora Laura Clouting en The Telegraph.
Publicaciones de moda y firmas cosm¨¦ticas se sumaron sin reticencias al reclamo del eje aliado. Elizabeth Arden cre¨® un kit de maquillaje pensado para las mujeres de la marina estadounidense a juego con sus uniformes y Helena Rubinstein cre¨® tonos de pintalabios y sombras con nombres como ¡®Rojo de regimiento¡¯, ¡®Comando¡¯ o ¡®Rojo combatiente¡¯. ¡°Ning¨²n labial ¨Cni el de nuestra firma ni el de ninguna otra¨C va a ganar la guerra. Pero simboliza una de las razones por la que estamos peleando¡ el preciado derecho de las mujeres a lucir femeninas y hermosas, bajo cualquier circunstancia¡±, afirmaba, de nuevo con filtro sexista, la campa?a publicitaria ¡®Guerra, mujeres y pintalabios¡¯ de la marca Tangee.
Aunque hablar sobre maquillaje en tiempos tan duros pueda resonar como un tema fr¨ªvolo y superficial, m¨¢s all¨¢ de la colaboraci¨®n clave de la industria a la hora de transformar sus l¨ªneas de producci¨®n para producir mascarillas o gel desinfectante, Rachel Felder defiende su utilidad y relevancia. ¡°El pintalabios sube la moral, pero es mucho m¨¢s que eso: en tiempos de crisis, como hizo durante la Segunda Guerra Mundial, les aporta a las mujeres un sentido de normalidad. En estos d¨ªas, en los que la gente est¨¢ lidiando con el estr¨¦s, el confinamiento y la p¨¦rdida de sus seres queridos, mantener esos peque?os detalles diarios que te hacen sentir normal es muy importante. El pintarse los labios de rojo cada ma?ana empodera¡±. Una vez ganada la contienda, hasta la mism¨ªsima reina Isabel II ¨Cque presume de una gran colecci¨®n de pintalabios¨C encarg¨® la manufactura de su propio tono de labial rojo con matices azulados y a juego con su estilismo, con motivo de su coronaci¨®n en 1952.
Su simbolismo es tal que, a principios de este siglo, Leonard Lauder, por entonces consejero delegado de Est¨¦e Lauder, acu?¨® el t¨¦rmino ¡®efecto pintalabios¡¯. Este indicador econ¨®mico hace referencia al hecho de que la industria cosm¨¦tica se mantiene imperceptible o incluso incrementa sus ventas en tiempos de crisis. Los consumidores dan prioridad a los ¡®lujos¡¯ asequibles en lugar de hacer otras grandes inversiones, m¨¢s arriesgadas, como viviendas o veh¨ªculos. Tanto despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, como en la Nueva York post 11-S o durante la recesi¨®n econ¨®mica de 2008, las ventas de cosm¨¦ticos florecieron. La cuesti¨®n es si leer los labios volver¨¢ a ser un bar¨®metro ¨²til de la situaci¨®n financiera tras la crisis del coronavirus. ¡°Creo que, una vez las tiendas f¨ªsicas vuelvan a abrir, subir¨¢n las ventas de maquillaje, pero en especial los labiales porque suponen un pronunciamiento firme. Parte de eso se deber¨¢ al ¡®efecto pintalabios¡¯, pero tambi¨¦n a que, en tiempos extraordinarios, la gente siente el deseo de arreglarse, salir a la calle y lucir lo mejor que puedan¡±, concede Felder. Una vez superemos la pandemia, las ganas de volvernos a presentar ante el mundo dejando atr¨¢s los pijamas y ch¨¢ndales se intuyen m¨¢s vigorosas que nunca.
Como prueba definitiva de la relevancia del pintalabios en tiempos de crisis, pero especialmente en la Segunda Guerra Mundial, est¨¢ lo contado por el teniente coronel brit¨¢nico Mervin Willet Gonin tras liberar el campo de concentraci¨®n de Bergen-Belsen. En su diario narra su sorpresa cuando la Cruz Roja lleg¨® al campo con una gran cantidad de barras de labios, un pedido contrario a lo que hab¨ªan reclamado como prioritario. ¡°No s¨¦ qui¨¦n las pidi¨®, pero me encantar¨ªa saberlo. Fue obra de un genio, inteligencia en estado puro. Creo que nada hizo m¨¢s por estas internas que esas barras de labios. Las mujeres se tumbaban en la cama sin s¨¢banas ni camisones, pero con los labios rojos. Las ve¨ªas deambular sin nada m¨¢s que una manta por encima de los hombros, pero con los labios pintados de rojo. Por fin alguien hab¨ªa hecho algo para convertirlas de nuevo en individuos. Eran alguien, ya no solamente un nombre tatuado en el brazo¡±, escribi¨®, corroborando que aquel simple producto ¡°les hab¨ªa devuelto su humanidad¡±. Un episodio que el propio Banksy, el c¨¦lebre y huidizo artista callejero, quiso reivindicar en su obra Pintalabios del Holocausto.
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