Sara Lafuente Funes: ¡°Habr¨ªa que poner en el centro la reproducci¨®n y no la generaci¨®n de beneficio econ¨®mico¡±
El libro ¡®Mercados reproductivos¡¯ analiza el auge y mercantilizaci¨®n de las t¨¦cnicas reproductivas y su relaci¨®n con la precariedad del mercado laboral, y propone otras soluciones alejadas de la l¨®gica capitalista.
Sara Lafuente Funes (Madrid, 1986) acaba de publicar Mercados reproductivos: crisis, deseo y desigualdad (Katakrak, 2021), una monograf¨ªa en la que aborda la realidad de la reproducci¨®n humana en la sociedad actual, marcada por la precariedad, el retraso en la edad de la maternidad y la proliferaci¨®n de t¨¦cnicas que buscan aliviar situaciones personales mientras que cronifican problemas colectivos. Investigadora en el departamento de Biotecnolog¨ªa, Naturaleza y Sociedad de la Universidad Goethe de Fr¨¢ncfort, Lafuente Funes se encuentra estos d¨ªas en Espa?a para presentar su libro en diferentes ciudades.
?Se puede afirmar que existe un derecho a la reproducci¨®n? Si es as¨ª, ?qu¨¦ incluir¨ªa y cu¨¢les ser¨ªan sus l¨ªmites?
Por un lado existen los derechos sexuales y reproductivos y, por otro, el derecho a la salud. Lo que en mi opini¨®n no existe es el derecho a tener una criatura propia o a reproducirme yo con mis genes o yo con mi cuerpo. En todo caso, el hecho de que no exista un derecho concreto, no quiere decir que el deseo reproductivo no sea relevante, m¨¢s a¨²n en una sociedad en la que juega un papel muy importante, tanto a nivel social como en lo que se refiere a lo que somos cada uno subjetivamente. El problema es que, en el debate sobre la reproducci¨®n, en ocasiones se ha banalizado el deseo. Se ha tratado como si fuera un capricho y tampoco es eso, porque s¨ª que es un aspecto importante dentro de esa concepci¨®n amplia del derecho a la salud. Por esa raz¨®n, es importante habilitar formas de cumplir los deseos reproductivos sin que se conviertan en una forma mercantilizada ni se lleven por delante lo conseguido en materia de derechos sexuales y reproductivos, como puede ser el derecho a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo, a acceder a la planificaci¨®n familiar.
Seg¨²n explica en Mercados reproductivos: crisis, deseo y desigualdad, las t¨¦cnicas reproductivas buscan soluciones particulares a problemas colectivos. ?Qu¨¦ problemas son y por qu¨¦ no se abordan?
Si bien los problemas reproductivos se suelen vivir de forma individual, muchos tienen una base com¨²n, como el retraso de la edad a la que tenemos criaturas. Muchos de estos problemas que se resuelven ¡ªo m¨¢s bien se parchean¡ª en las cl¨ªnicas de reproducci¨®n asistida, no precisar¨ªan de esa intervenci¨®n medicalizada si se abordasen en relaci¨®n a su ra¨ªz com¨²n. El problema colectivo es averiguar por qu¨¦ se est¨¢n retrasando las edades de reproducci¨®n, pero la soluci¨®n ir¨ªa m¨¢s all¨¢ de abordar la fertilidad en s¨ª misma o cuestiones biom¨¦dicas, y alcanzar¨ªa a cuestiones como la precariedad laboral de los j¨®venes, de las mujeres que son madres, la existencia de un mercado laboral que busca que las personas seamos solo productivas¡ En ese sentido, har¨ªa falta poner en el centro de lo que defendemos la reproducci¨®n y no tanto la generaci¨®n de beneficio econ¨®mico.
En su trabajo se?ala que es no es lo mismo una crisis reproductiva que un descenso de la natalidad. ?Puede explicarnos en qu¨¦ consiste la diferencia y qu¨¦ consecuencias tiene en una sociedad?
El descenso de la natalidad, el hecho de que nazcan menos ni?os, no es en s¨ª mismo un problema o no tendr¨ªa por qu¨¦ serlo. La idea de hablar de crisis reproductiva es se?alar que estamos reproduci¨¦ndonos en un contexto de crisis multidimensional ¡ªde cuidados, clim¨¢tica, etc¨¦tera¡ª, y dentro de esas crisis hay una que tiene que ver con lo puramente reproductivo, que afecta tanto al antes de lanzarnos a tener criaturas como al c¨®mo las criamos despu¨¦s. Actualmente, existe una gran brecha entre deseos y realidades reproductivas, esto lo muestran los datos del INE. Esta crisis se compone de frustraciones reproductivas e injusticias reproductivas: frustraciones derivadas de haber querido tener m¨¢s hijos de los que se tienen, de haberlos tenido m¨¢s tarde de lo que hubiese querido; o injusticias como las que rodean a los alt¨ªsimos niveles de pobreza infantil en el pa¨ªs. Criamos en un contexto en el que la reproducci¨®n, la crianza y el sostener y cuidar de la vida no se prioriza, sino que es algo que se resuelve sin demasiado apoyo institucional y, muchas veces, sobre los hombros de las mujeres. Esto es: socioecon¨®micamente priorizamos sostener lo productivo, no lo reproductivo. Esto se ve en que vivimos en una sociedad adultoc¨¦ntrica en la que lo productivo y lo adulto est¨¢ en el centro, pero lo reproductivo, la infancia y lo que llamamos ¡°dependencia¡± se deja en los m¨¢rgenes: se naturaliza, pero no tendr¨ªa por qu¨¦ ser as¨ª. Esto se ha visto muy claramente, por ejemplo, con la crisis de la covid-19 y el cierre de los parques.
Por lo que comenta, el capitalismo dificultar¨ªa la reproducci¨®n, al tiempo que crear¨ªa un mercado en torno a ella porque, en ¨²ltimo t¨¦rmino, tambi¨¦n necesita que la mano de obra se renueve. ?Es una situaci¨®n fruto del azar o planificada??
Si bien es clave que si no nos reproduj¨¦semos no habr¨ªa forma de mantener el capitalismo, el aumento de las t¨¦cnicas reproductivas no es tanto una situaci¨®n planificada, como una capacidad que tiene el capital de sacar nichos de mercado de muchos sitios. Adem¨¢s, el capitalismo no se sostiene solo, sino que lo hace en relaci¨®n al heteropatriarcado, lo que complica a¨²n m¨¢s la situaci¨®n. De alguna forma, lo reproductivo se ha sostenido gracias a los mandatos de g¨¦nero que han hecho que, fundamentalmente, sean las mujeres las que se hagan cargo de reproducir y sostener la vida. Socialmente se naturaliza que las mujeres deben hacer una serie de cosas ?por amor?, como han denunciado desde hace muchos a?os los activismos en torno a los cuidados, y eso ha hecho que tengan una carga mucho mayor, a menudo invisibilizada, de cuidados. La vinculaci¨®n entre ser mujer y ser madre es clave en la producci¨®n del deseo de maternidad, que hoy por hoy se construye en una tensi¨®n con la necesidad de ser productiva para el mercado laboral: esta tensi¨®n estalla cada vez m¨¢s tarde, pero sigue siendo fundamentalmente asumida por las mujeres. El problema es que la entrada mayoritaria de las mujeres en el mercado laboral no ha ido acompa?ada de la incorporaci¨®n de un n¨²mero semejante de hombres a la esfera de lo reproductivo: siguen siendo ellas las que cogen m¨¢s bajas, las que tienen la carga mental de los cuidados, las que ponen el cuerpo al servicio de las t¨¦cnicas, incluso cuando los problemas de fertilidad son masculinos.
?Cu¨¢l ser¨ªa la soluci¨®n a ese desequilibrio en las responsabilidades relativas a la reproducci¨®n y la crianza?
La clave es hacernos cargo colectivamente tanto de lo productivo como de lo reproductivo, con igual participaci¨®n de hombres y mujeres en ambas esferas, y haciendo a las empresas y al ¨¢mbito p¨²blico tambi¨¦n responsable de garantizar la esfera reproductiva, sin la cual no podr¨ªa existir la productiva. Aunque no se solucionar¨ªan todos y cada uno de los casos, s¨ª se resolver¨ªa un gran n¨²mero de aquellos que se tratan de manera biom¨¦dica y en el mercado privado. Esto es: la gran mayor¨ªa de tratamientos en las cl¨ªnicas de reproducci¨®n asistida tratan hoy por hoy problem¨¢ticas vinculadas al retraso de la edad de maternidad y paternidad. Abordar la ra¨ªz del problema, ese retraso, en lugar de sus consecuencias individualizadas, los problemas reproductivos de cada cual, es m¨¢s ¨²til para abordar la crisis reproductiva, y la brecha entre deseos y realidades. Esto pasa por abordar los motivos que hacen que retrasemos la reproducci¨®n y afecta a muchos aspectos de la vida: regulaci¨®n laboral, crisis habitacional¡ Asegurar el derecho a la vivienda es clave, pero tambi¨¦n asegurar que tengamos horas para cuidar y tejer alianzas que vayan m¨¢s all¨¢ de la familia nuclear. Otro ejemplo de respuestas colectivas a este problema ser¨ªa el de luchar por la ampliaci¨®n del n¨²mero de personas reconocidas en la filiaci¨®n: si la filiaci¨®n permitiese m¨¢s figuras adem¨¢s de las de padre y madre podr¨ªamos buscar alternativas diferentes a las que nos propone el mercado, como, por ejemplo, la gestaci¨®n por sustituci¨®n, y basadas en llegar a acuerdos de crianza: esto ser¨ªa clave para quien no pueda gestar, pero s¨ª quiera criar, pero ya no ser¨ªa dentro del marco r¨ªgido de la familia nuclear.
En el libro menciona el caso de empresas de Estados Unidos que inclu¨ªan en los seguros m¨¦dicos de sus empleadas la crioconservaci¨®n de ¨®vulos. ?Es eso un avance social o una forma de promover el retraso de la maternidad para no asumir pol¨ªticas de conciliaci¨®n familiar?
El problema en este caso es que pueden ser ambas cosas a la vez. Para algunas mujeres puede funcionar como un avance, como una soluci¨®n que les d¨¦ un respiro. Sin embargo, al mismo tiempo, supone medicalizar algo que tal vez no precisaba ser medicalizado y que, como dec¨ªamos antes, parchea lo individual sin tocar lo colectivo. Adem¨¢s, en este caso hace quedar bien a unas empresas que est¨¢n transmitiendo a sus trabajadoras el mensaje de que entreguen a las compa?¨ªas los mejores a?os de sus vidas y pospongan lo reproductivo. Por eso, si no van acompa?adas de medidas de conciliaci¨®n, las propuestas de cubrir la crioconservaci¨®n se convierten en una trampa.
?Qui¨¦n deber¨ªa hacerse cargo de esas medidas de conciliaci¨®n? ?El sector p¨²blico o el privado?
Probablemente los dos. El problema es que se ha entendido que el sector p¨²blico se tiene que hacer cargo de una serie de cuestiones, mientras que el sector privado puede simplemente disponer de todas las horas productivas de las personas. Lo que tendr¨ªamos que hacer es tender a un sistema en el que las empresas asuman que sus trabajadores necesitan tiempo para cuidar y que tienen que dedicar su tiempo otras cuestiones adem¨¢s de trabajar.
En el caso de la reproducci¨®n asistida parece que hay un permanente desfase entre la realidad y la regulaci¨®n. ?Por qu¨¦ la legislaci¨®n va siempre a remolque de la t¨¦cnica?
No creo que sea la t¨¦cnica la que va muy r¨¢pido. Lo que va muy r¨¢pido es el mercado y, en este sentido, en el Estado espa?ol se ha aplicado poco el principio de precauci¨®n. La normativa existente no solo es muy laxa, sino que a veces parte de una confianza en la t¨¦cnica como algo bueno en s¨ª mismo. Por eso, si bien a nivel sanitario y en lo que se refiere a la seguridad de las t¨¦cnicas est¨¢ todo garantizado, no ha habido un debate sobre qu¨¦ supone la introducci¨®n masiva de estas t¨¦cnicas o, m¨¢s bien, de las pr¨¢cticas asociadas a las t¨¦cnicas. Eso se ve muy claramente en la donaci¨®n de ¨®vulos, que se presenta como una t¨¦cnica, cuando en realidad es una transferencia de capacidad reproductiva de unas mujeres, generalmente m¨¢s j¨®venes y precarias, a otras que est¨¢n accediendo a las cl¨ªnicas en una doble faceta: como pacientes y como clientes. Por eso, tal vez deber¨ªa haber un mayor debate social sobre qu¨¦ se est¨¢ mercantilizando, c¨®mo se est¨¢ haciendo, en qu¨¦ t¨¦rminos, si es mejor el sistema de anonimato de los donantes o el de no anonimato¡ En lugar de eso, lo que se ha hecho ha sido una regulaci¨®n que solo se plante¨® si lo que ya se estaba haciendo de facto estaba bien o no.
?C¨®mo se explica que s¨ª exista una legislaci¨®n que no permita comercializar con ¨®rganos para trasplantes y, sin embargo, s¨ª permita que se puedan contratar t¨¦cnicas reproductivas que acabar¨¢n dando lugar a una persona?
No hace falta irse a la donaci¨®n de ¨®rganos. Tenemos otros ejemplos, como la donaci¨®n de sangre o la donaci¨®n de m¨¦dula. En todo caso, resulta curioso que en un pa¨ªs en el que la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes funciona tan bien y en el que existen unas medidas muy claras sobre c¨®mo donar el material biol¨®gico, eso no se aplique en las donaciones de semen u ¨®vulos. La explicaci¨®n tal vez est¨¦ en el papel tan importante que tiene la industria en torno a la reproducci¨®n asistida, que ha hecho que muchas decisiones en torno a este tema se hayan tomado desde una l¨®gica privatizada y de mercado. Por eso, plantear c¨®mo ser¨ªa un sistema p¨²blico de donaci¨®n de gametos puede ser una buena forma de hacernos preguntas y darnos cuenta de c¨®mo en la donaci¨®n de gametos hay una mercantilizaci¨®n mayor que en las donaciones de otros materiales biol¨®gicos.
?Qu¨¦ cree que debe hacerse con los hechos consumados? ?Hay que perseguir a las personas que han contratado una gestaci¨®n subrogada al margen de la ley espa?ola o hay que legalizar esas situaciones por el bien de los menores?
Lo importante no es tanto abordar lo que hemos hecho hasta ahora como ver c¨®mo queremos que sea esto en el futuro. Para no tener que lidiar con casos individuales y hechos consumados, deber¨ªa existir un debate y una regulaci¨®n internacional sobre gestaci¨®n por sustituci¨®n, como la que existe en el tema de venta de ¨®rganos. Adem¨¢s, la legislaci¨®n nacional debe ser consecuente con lo que pasa a nivel internacional, porque no podemos tener un doble sistema que, a nivel estatal, proh¨ªba la gestaci¨®n por sustituci¨®n, y que lo que haga sea externalizarlo. En mi opini¨®n, es una situaci¨®n compleja que hay que abordar desde la complejidad, y que probablemente necesite un consenso a medio y largo plazo a escala internacional.
En principio, una legislaci¨®n sobre gestaci¨®n subrogada deber¨ªa amparar a las mujeres que prestan su cuerpo para gestar los beb¨¦s de otras personas. Pero, ?c¨®mo deber¨ªa hacerlo? ?Desde el ¨¢mbito penal para determinar si lo que se est¨¢ haciendo est¨¢ o no permitido? ?Desde el civil, por entender que es un contrato privado entre las partes? ?Desde el laboral para garantizar unos derechos y deberes derivados de una relaci¨®n laboral? ?Desde el mercantil?
En la actualidad, la reproducci¨®n por sustituci¨®n no es una pr¨¢ctica reconocida en el ordenamiento jur¨ªdico espa?ol. En nuestro pa¨ªs, quien gesta y quien pare tiene solo dos opciones: dar el beb¨¦ en adopci¨®n o ser la madre de ese beb¨¦. Otra cosa es que queramos incluir en la ley otras formas porque, si bien es verdad que el debate se ha centrado en c¨®mo regular la gestaci¨®n por sustituci¨®n, en mi opini¨®n ser¨ªa m¨¢s interesante ver si tendr¨ªa sentido ampliar las figuras de filiaci¨®n m¨¢s all¨¢ de las de padre y madre. Para ello, lo ideal ser¨ªa no vehicularlo a trav¨¦s del mercado y la figura que este nos ha ofrecido ¡ªque es justamente la gestaci¨®n por sustituci¨®n¡ª sino a trav¨¦s de nuevas figuras de filiaci¨®n que se puedan construir desde una l¨®gica relacional en lugar de mercantil. En ese caso no ser¨ªa tan importante legislar sobre la figura de la gestante, sino sobre otras formas posibles de filiaci¨®n.
Aunque la gestaci¨®n subrogada no es legal en Espa?a, en lo que se refiere a otras t¨¦cnicas de reproducci¨®n nuestro pa¨ªs es uno de los l¨ªderes del mercado europeo. ?Es una cuesti¨®n de demanda interna o damos servicio a ciudadanos procedentes de otros pa¨ªses?
Espa?a es el principal destino de turismo reproductivo a nivel europeo. Eso es as¨ª porque es muy utilizada la donaci¨®n de ¨®vulos, mientras que en otros pa¨ªses es m¨¢s dif¨ªcil, bien porque no est¨¢ permitido, bien porque no est¨¢ compensado, bien porque hay menos precariedad o porque las donaciones no son an¨®nimas. Toda esa mezcla de factores, sumada a que hay un nivel biom¨¦dico muy alto, ha funcionado como reclamo de no residentes que vienen a hacerse los tratamientos reproductivos.
?Qu¨¦ relaci¨®n hay entre mercado reproductivo y adopci¨®n? ?Las exigencias en las adopciones abocan a la gente al mercado reproductivo o son realidades diferentes?
Son dos cosas muy distintas. La adopci¨®n es un sistema para dar un hogar seguro y amoroso para que crezcan criaturas que no lo tienen. No es una v¨ªa de acceso ¡ªo no deber¨ªa serlo¡ª para que las adultas tengamos hijos. Eso no quiere decir que en ocasiones se tienda a pensar la adopci¨®n desde ese punto de vista, que no es el ideal. Por eso, tal vez sea necesario que se revisen algunas cuestiones relacionadas con la adopci¨®n. Como no soy experta, no s¨¦ qu¨¦ es aquello que se deber¨ªa cambiar, pero s¨ª creo que la perspectiva que habr¨ªa que mantener en la adopci¨®n es que los menores tengan un sitio en el que crecer de la mejor manera posible.
Seg¨²n explica en su libro, el mercado reproductivo no se limita a la reproducci¨®n de individuos, sino que reproduce tambi¨¦n situaciones de clases o determinada racializaci¨®n. ?C¨®mo se produce ese fen¨®meno y qu¨¦ problemas conlleva?
La reproducci¨®n asistida no solo reproduce beb¨¦s, sino que busca beb¨¦s sanos; y en esa forma de entender qu¨¦ es un beb¨¦ sano o garantizar unos marcadores de salud, se dan una serie de cosas. Por ejemplo, se reproduce una forma de entender la familia, como puede ser el parecido f¨ªsico o la continuidad familiar. En el caso que se introduzcan ¨®vulos o esperma donado, la legislaci¨®n obliga a que haya una coordinaci¨®n fenot¨ªpica, lo que significa que se busca que las pacientes y las donantes se parezcan. Eso hace que se acepten o rechacen una serie de donantes. Por eso, aunque no hay una selecci¨®n gen¨¦tica, porque no est¨¢ permitido por la ley, los profesionales s¨ª seleccionan donantes seg¨²n c¨®mo entiendan ellos ese parecido f¨ªsico.
Aunque la ley no permite elegir el sexo del beb¨¦ o el color de los ojos, s¨ª que se puede descartar embriones por enfermedades gen¨¦ticas, como puede ser el s¨ªndrome de Down. ?Qu¨¦ consecuencias ¨¦ticas puede tener esa decisi¨®n?
Es una cuesti¨®n sobre la que ha habido poco debate social. Uno de los problemas de la reproducci¨®n tard¨ªa es que aumentan los problemas gen¨¦ticos de los embriones. Ese hecho ¡ªjunto a una regulaci¨®n muy laxa¡ª ha llevado a que las pruebas gen¨¦ticas sean bastante frecuentes. Dichas pruebas buscan evitar problemas gen¨¦ticos con el embri¨®n, para lo cual se?alan aquellos que no son compatibles con la vida, es decir, que no se implantar¨ªan o terminar¨ªan en aborto espont¨¢neo. Sin embargo, tambi¨¦n detectan algunas cuestiones gen¨¦ticas que s¨ª son compatibles con la vida, como es s¨ªndrome de Down o problemas de variedad cromos¨®mica como el s¨ªndrome de Turner o Klinefelter. Cuando se detecta una anomal¨ªa gen¨¦tica, en principio, se tiende a descartar esos embriones y a transferir otros que no tienen esa diferencia gen¨¦tica. Eso abre cuestiones de profundo calado ¨¦tico, que se est¨¢n resolviendo por los profesionales o los comit¨¦s de ¨¦tica de las cl¨ªnicas reproductivas como si fueran cuestiones t¨¦cnicas, aunque tal vez deber¨ªan llevar a un debate m¨¢s amplio sobre qu¨¦ pasa con la diversidad gen¨¦tica y qu¨¦ pasa con la diversidad en nuestra sociedad.
?La decisi¨®n de descartar esos embriones se consulta a la madre o queda en manos del equipo m¨¦dico?
Entiendo que se consulta con las pacientes y que probablemente la decisi¨®n se tome contando con ellas, pero es verdad que se construye una din¨¢mica en la que se da por hecho que se descartan. De hecho, si se plantease el transferirlos, casi podr¨ªa ser un problema para algunos profesionales.
?Qu¨¦ papel ha jugado el colectivo LGTBI+ en el tema de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n?
Muchas veces se habla de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n como si hubiesen abierto la posibilidad de que las personas LGTB tuvieran descendencia. Incluso la gestaci¨®n por sustituci¨®n se suele vincular a la figura de los hombres gais cuando, en realidad, la gran mayor¨ªa de las personas que acuden a la gestaci¨®n por sustituci¨®n son parejas heterosexuales. Lo que sucede es que son menos visibles porque, una vez pasados los nueve meses, a una pareja heterosexual no se le va a preguntar qui¨¦n ha gestado el beb¨¦.
La realidad es que las personas LGTB han tenido descendencia siempre y las mujeres lesbianas tienen capacidad de tener hijos sin recurrir a las t¨¦cnicas reproductivas. Lo que sucede es que, el hecho de que la regulaci¨®n no reconozca, por ejemplo, la donaci¨®n no an¨®nima de esperma, obliga a las mujeres que no tienen ning¨²n problema reproductivo a pasar por una cl¨ªnica para acceder al esperma, en lugar de poder llegar a acuerdos con amigos que sean reconocidos como donantes.
Esas mujeres solas o parejas de lesbianas que quisieran someterse a una reproducci¨®n asistida, ?deben medicalizarse y someterse a un proceso de hormonaci¨®n?
S¨ª. Por eso es importante que haya un reconocimiento legal a otras formas para personas que no quieran medicalizar su proceso. Entendiendo que claro que las cl¨ªnicas son una ayuda a un mont¨®n de parejas de lesbianas o mujeres solas, pero tambi¨¦n que las opciones no tienen por qu¨¦ limitarse a estas.
?C¨®mo es la realidad de las personas gestantes, por ejemplo hombres trans, en el tema de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n?
Los hombres trans pueden gestar y pueden tener hijos de forma normal, pero, si quieren recurrir a la reproducci¨®n asistida, se enfrentan a un contexto complicado, porque las cl¨ªnicas son espacios muy cisnormativos. Hacen falta protocolos espec¨ªficos para tratar a hombres trans en el ¨¢mbito de la reproducci¨®n asistida, no porque las necesidades fisiol¨®gicas sean distintas, sino para que se les reconozca su situaci¨®n y se les interpele como hombres que pueden gestar.
?Hasta qu¨¦ punto es importante abordar el futuro de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n con una mirada feminista? ?C¨®mo es posible hacer eso en una sociedad patriarcal?
Como con todos los temas, es importante abordarlo desde una ¨®ptica feminista y, como con todos los temas, va a haber resistencias, pero tambi¨¦n hay mucha fuerza. Creo que el feminismo es un punto de vista importante a la hora de abordar las cuestiones de justicia reproductiva, de igual modo que la creatividad feminista es ¨²til para pensar nuevas f¨®rmulas que den respuesta a nuestros deseos reproductivos y que lo hagan de un modo m¨¢s igualitario.
Para finalizar, su trabajo no es una cr¨ªtica a las t¨¦cnicas reproductivas per se, sino a aquellas que se basan en el lucro privado. ?Cu¨¢les ser¨ªan las t¨¦cnicas ¨¦ticamente aceptables y hasta qu¨¦ punto cabe una remuneraci¨®n por ellas?
No busco tanto diferenciar qu¨¦ t¨¦cnica s¨ª o qu¨¦ t¨¦cnica no, sino mostrar que unas t¨¦cnicas que se crearon a finales de la d¨¦cada de los setenta han devenido en un mercado concreto, el cual ha sido modelado por unos a?os de expansi¨®n del neoliberalismo y de privatizaci¨®n de la salud, que a su vez ha provocado que las pr¨¢cticas socio-t¨¦cnicas que hemos desarrollado est¨¦n mercantilizadas y privatizadas. La cuesti¨®n ser¨ªa ver qu¨¦ cuestiones previas podemos abordar para no necesitar esas t¨¦cnicas y, posteriormente, c¨®mo regular, no ya tanto las t¨¦cnicas, sino las transferencias de capacidad reproductivas, que es donde yo ubicar¨ªa la donaci¨®n de ¨®vulos y la gestaci¨®n por sustituci¨®n y donde surgen los mayores conflictos ¨¦tico-pol¨ªticos que tenemos que abordar.
Al hilo de lo anterior, en su libro habla de ?altruismo? y ?altruismo con compensaci¨®n?. ?Podr¨ªa explicarnos en qu¨¦ consiste cada una y cu¨¢l es, en su opini¨®n, la que es preferible?
Lo que se plantea en el libro es que hay diferentes modelos de esas transferencias de capacidad reproductivas. Hay modelos laborales ¡ªsi se plantea como un trabajo¡ª, hay modelos altruistas ¡ªcomo las donaciones de sangre¡ª y luego estar¨ªa el altruismo con compensaci¨®n, que es lo que se da ahora con la donaci¨®n de ¨®vulos, que son donaciones que se compensan con, en torno, a mil euros. El altruismo con compensaci¨®n introduce la donaci¨®n en el mercado pero no del todo, porque ni se paga a las mujeres a precio de mercado ni su contribuci¨®n est¨¢ dentro del ¨¢mbito relacional o altruista. Sin embargo, s¨ª hay alguien que obtiene un beneficio con esa donaci¨®n: la cl¨ªnica. Por eso, habr¨ªa que ver si queremos que socialmente los ¨®vulos, el esperma o los embriones formen parte de un r¨¦gimen mercantil o laboral, o si preferimos que sea un r¨¦gimen altruista que no est¨¦ mercantilizado. Yo incluso propongo una cuarta v¨ªa, que ser¨ªa resolverlo buscando formas relacionales.
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