La guerra de los ¡®bots¡¯: por qu¨¦ es casi imposible comprar zapatillas de edici¨®n limitada
Desde hace algunos a?os, los programas inform¨¢ticos que permiten comprar online en tiempo r¨¦cord est¨¢n arruinando la venta real de zapatillas y prendas exclusivas. La mayor¨ªa de sus usuarios hackean la transacci¨®n para enriquecerse con la reventa. La batalla entre marcas y ¡®bots¡¯ est¨¢ servida.
Hace unas semanas, Telfar Clemens anunciaba a trav¨¦s de una ir¨®nica rueda de prensa que su nuevo modelo de bolso, uno de los objetos de deseo del pasado a?o, se vender¨¢ a trav¨¦s de una teletienda ficticia a la que se accede con un c¨®digo QR. La idea es ir un paso m¨¢s all¨¢ en el discurso par¨®dico que caracteriza a toda la comunicaci¨®n de la marca, pero tambi¨¦n, y sobre todo, deshacerse de los robots que comprar sus piezas. El dise?ador de ascendencia liberiana es uno de los muchos que comercializa sus creaciones a trav¨¦s de ¡®drops¡¯, ventas por sorpresa en un tiempo limitado. Por eso ha visto c¨®mo sus dise?os, en especial su bolso con el logo impreso, que cuesta menos de trescientos euros, se agotaba en parte porque los softwares preparados para la compra online copaban su p¨¢gina web. La idea es hacerse con una de estas codiciadas piezas en tiempo r¨¦cord para, en la mayor¨ªa de las ocasiones, revenderla hasta por cinco o seis veces su valor.
Shopify, la plataforma log¨ªstica que aloja buena parte de las tiendas online de firmas de dise?o de gama media, lleva un a?o trabajando sin descanso para burlar a los bots en una especie de guerra abierta: en los procesos de compra plantean preguntas tipo Trivial que solo pueden responder, en teor¨ªa, los humanos, pero semanas m¨¢s tarde se crean softwares m¨¢s inteligentes y vuelta a empezar. Como declaraban los propietarios de Bodega, la m¨ªtica tienda de moda urbana de Boston, al New York Times, ?los bots han arruinado el negocio?. No lo dicen porque ellos no ganen con los drops que realizan, sino porque muchos clientes han dejado de confiar en ellos dado que es imposible acceder a su inventario.
La guerra de los bots no es nueva. Hace una d¨¦cada, los sneakerhead (coleccionistas de zapatillas) hac¨ªan cola durante d¨ªas en las tiendas para hacerse con un par exclusivo. La imposibilidad de acoger tanta expectaci¨®n en el retail f¨ªsico y el boom del e-commerce hicieron que estas ventas casi por sorpresa se trasladaran al digital. Muchas grandes marcas deportivas crearon los llamados ruffles, una especie de sorteos cuyos ganadores ten¨ªan acceso a la venta en cuesti¨®n. El sistema de venta por drops se fue estandarizando y las colaboraciones entre marcas, dise?adores y celebridades aumentaron, pero lejos de caer la demanda por un super¨¢vit de oferta, la respuesta fue crear programas inteligentes capaces de burlar al sistema de venta digital.
Internet est¨¢ lleno de historias de j¨®venes que se han hecho ricos revendiendo zapatillas o prendas, primero por eBay y ahora por StockX, la plataforma que adem¨¢s de funcionar como marketplace, detalla el valor de inversi¨®n de cada producto, como si se tratara de la bolsa. La mayor¨ªa recurren a estos robots para automatizar la compra. Basta con meter los datos personales y bancarios y programar fecha y hora para la acci¨®n. No son ilegales. Un vistazo r¨¢pido en cualquier buscador revela que hay cientos e incluso algunas p¨¢ginas detallan los m¨¢s eficaces en seg¨²n que tiendas online. Los hay de todos los precios, desde los diez hasta los mil euros, en funci¨®n de la rentabilidad, el volumen de compra y las barreras (captchas, preguntas, contrase?as) que son capaces de derribar.
Hay, incluso, una nueva hornada de ¡®influencers de bots¡¯, j¨®venes, como Botter boy Nova, que mediante tutoriales explican qu¨¦ programas utilizar y c¨®mo para hacerse con productos exclusivos (y posteriormente revenderlos por mucho m¨¢s de su valor). Tambi¨¦n, por supuesto, extensos hilos en Reddit que dan consejos para la compra automatizada y la reventa posterior. Un reportaje reciente de la revista Vice entrevistaba a los empleados (an¨®nimos) de AYI Solutions, un desarrollador de bots que tiene actualmente a 40 personas en plantilla. ?No competimos con los usuarios, competimos con Adidas. Es una guerra. Cada vez que hacen algo, nuestro deber es neutralizarlo?, comenta all¨ª uno de sus portavoces.
Las grandes firmas deportivas tienen sus propias apps, cada vez con m¨¢s filtros, para contrarrestar la invasi¨®n. Pero no parece ser suficiente. Tampoco hay escapatoria a esta paradoja inevitable: la mayor¨ªa de las zapatillas que se venden mediante este sistema tienen un precio medio accesible a mucha gente. No es el desembolso sino la carencia y el propio sistema de venta por sorpresa lo que las hace valiosas. Si no se comercializaran a trav¨¦s de drops no ser¨ªan apetecibles porque no cuentan con las prerrogativas de precio alto y calidad superior del lujo cl¨¢sico, solo con las unidades limitadas y la ingente lista de espera que generan a su alrededor. Es m¨¢s, cuanto antes se agotan mayor es, obviamente, su valor en el mercado. Sin embargo, al hackear dicho sistema para lucrarse con ¨¦l cada vez son menos los clientes reales de este tipo de productos. Hacerse con unas zapatillas deseadas, por mucho tiempo y mucha pericia que se le ponga, es hoy una tarea casi imposible. Quiz¨¢ haya que volver, como Telfar, a los tiempos de la teletienda y la llamada de tel¨¦fono para seguir manteniendo la exclusividad de forma honesta.
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