De castradora a hero¨ªna del #MeToo: el documental que (por fin) redime a Lorena Bobbit
Hace 25 a?os de la castraci¨®n m¨¢s medi¨¢tica de la historia televisiva. Ahora, un documental de Amazon pone en valor su relevancia en la lucha contra el machismo y la violencia dom¨¦stica.
Lo que empez¨® como un chiste -una mujer vengativa le hab¨ªa cortado el pene a su marido porque no le satisfac¨ªa sexualmente- se convirti¨® en punta de lanza para destapar los abusos y violaciones dentro del matrimonio que, como Lorena Bobbitt, sufr¨ªan en silencio millones de mujeres en todo el mundo. El director Jordan Peele, aclamado por p¨²blico y cr¨ªtica por su terror¨ªfica D¨¦jame salir, produce el no menos espeluznante docureality?Lorena, que Amazon estrena el 15 de febrero y en el que se aclara de una vez por todas un caso ins¨®lito, el m¨¢s medi¨¢tico hasta el momento en EE.UU., malinterpretado desde que ocurriera hace ahora 25 a?os.
En busca del pene perdido
Lorena Gallo (despu¨¦s de haber recuperado su apellido de soltera) es invitada en 2015 al programa del chistoso Steve Harvey, tristemente famoso ese mismo a?o por nombrar como ganadora a la Miss Universo equivocada. As¨ª comienza el documental Lorena:?con la que hab¨ªa sido la ¨²ltima entrevista a esta mujer maltratada, que tiene que aguantar de nuevo las burlas de un hombre sobre la castraci¨®n a su ¡°pobre¡± ex marido, John Wayne Bobbitt. Durante un tiempo, la ¡°dignidad¡± de aquel ex marine (es decir, su miembro viril) fue la comidilla de todo EE.UU. Era lo ¨²nico que importaba. Contarle al mundo entero c¨®mo una mujer latina, en un arrebato de telenovela, le hab¨ªa rebanado el miembro mientras dorm¨ªa y lo hab¨ªa lanzado desde su coche a la carretera, y c¨®mo los polic¨ªas lo hab¨ªan encontrado -y metido en una caja de perritos calientes para m¨¢s guasa- y los m¨¦dicos hab¨ªan logrado reimplant¨¢rselo milagrosamente. Tantas veces se habl¨® de la mutilaci¨®n que la, hasta ahora, innombrable palabra ¡°pene¡± comenz¨® a aparecer hasta en los titulares.
La realidad era otra. La noche del 23 de junio de 1993, Lorena Bobbitt decidi¨® por fin defenderse de su marido maltratador. John Bobbitt hab¨ªa llegado borracho a casa. La amenaz¨®, le peg¨® y la viol¨®. No era la primera vez. En su declaraci¨®n inicial, Lorena no se atrevi¨® a decir la verdad. Solo balbuce¨® que le hab¨ªa atacado porque no le satisfac¨ªa sexualmente. En 1990 se hab¨ªan reportado en EE.UU. 100.000 casos de violaci¨®n, aunque se estima que se cometieron un mill¨®n. Las mujeres callaban y m¨¢s dentro del matrimonio. Pero algo estaba cambiando. En 1991, el caso de Anita Hill hab¨ªa popularizado el concepto de ¡°acoso sexual¡±; Thelma y Louise puso algunas cosas en su sitio. Los medios de comunicaci¨®n, dirigidos por hombres, hac¨ªan o¨ªdos sordos. Tuvo que ser un simb¨®lico falo cortado lo que puso en guardia a toda una naci¨®n.
Dos juicios al precio de uno
El tranquilo pueblo de Manassas (Virginia) no se hab¨ªa visto en una igual. Medios de todo el mundo se instalaron a las puertas del juzgado durante meses. Algunas personas vend¨ªan camisetas conmemorativas, salchichas y todo tipo de gadgets con formas f¨¢licas. Los Bobbitt se hab¨ªan denunciado mutuamente. Lorena demand¨® a su marido por agresi¨®n sexual conyugal. Confes¨® que consent¨ªa por miedo a que le hiciera m¨¢s da?o, que a ¨¦l le excitaba el sexo violento. A pesar de que John se contradijo durante el juicio, fue absuelto por un jurado compuesto por nueve hombres y solo tres mujeres, tras cinco d¨ªas de deliberaci¨®n. Los miembros recuerdan en el documental que ella parec¨ªa ser una mujer fuerte, que no la creyeron. Fue determinante una prenda: sus bragas no se rompieron, fueron aparentemente cortadas con unas tijeras.
Con este varapalo a su credibilidad, Lorena Bobbitt se convirti¨® en el hazmerre¨ªr de programas como el de David Letterman, que lleg¨® a enumerar las excusas que podr¨ªa dar durante la causa (¡°practicaba para trinchar el pavo¡± fue la m¨¢s aplaudida), y a ser descrita en alg¨²n peri¨®dico como ¡°la mujer latina de sangre caliente¡±. A diferencia del juicio de John, que fue a puerta cerrada por considerarse un caso de asalto sexual, en el suyo s¨ª se autoriz¨® el acceso de las c¨¢maras de televisi¨®n, lo que convirti¨® el proceso en un aut¨¦ntico circo y dio origen a programas de noticias las 24 horas (la CNN lleg¨® a retransmitirlo entero) un a?o antes de que ocurriera algo parecido con el caso O.J. Simpson. Para m¨¢s inri, el juicio, que tendr¨ªa que haberse celebrado en Navidad, se retras¨® a enero, lo que acapar¨® a¨²n mayor atenci¨®n.
Romper el silencio
Lorena Bobbitt ten¨ªa s¨®lo 23 a?os cuando fue a juicio. Inmigrante ecuatoriana, hab¨ªa crecido en Venezuela y albergaba el sue?o americano de labrarse un futuro en EE.UU. Lleg¨® a Virginia en 1987, conoci¨® a John un a?o despu¨¦s en un baile de marines y se casaron en 1989, cuando su visa de estudiante estaba a punto de expirar. Lorena consigui¨® un trabajo en un sal¨®n de belleza, John se qued¨® en el paro tras dejar el ej¨¦rcito. El poco ingl¨¦s que sab¨ªa lo aprendi¨® viendo series y concursos. Lorena aspiraba a conseguir el estatus de su jefa. Lleg¨® a robarle dinero. De la entrevista que concedi¨® a Vanity Fair antes del juicio, resultan inquietantes sus fotos, posando con ropa con dibujos de Mickey Mouse o en ba?ador dentro de una piscina. S¨®lo tuvo una cosa clara desde el principio: prefer¨ªa pasar 20 a?os en la c¨¢rcel que llegar a un acuerdo que pudiera expulsarla de EE UU.
Durante el juicio, se demostr¨® que Lorena hab¨ªa sufrido malos tratos desde un mes despu¨¦s de la boda. Cuatro a?os viviendo un aut¨¦ntico infierno en el que las palizas y las violaciones (tambi¨¦n anales) eran habituales. Lleg¨® a abortar coaccionada por su marido. Dos d¨ªas antes del ataque, Lorena hab¨ªa interpuesto incluso una denuncia en comisar¨ªa. John se limit¨® a negar todos los hechos, contradiciendo las declaraciones de vecinos, amigos y polic¨ªas. Incluido el valioso testimonio de una clienta que rompi¨® su silencio y pudo corroborar haber visto los moratones en los brazos de Lorena (este es uno de los ¡®momentazos¡¯ del documental). Un jurado compuesto por siete mujeres y cinco hombres declar¨® no culpable a Lorena de la agresi¨®n, pues consider¨® que actu¨® fruto de ¡°un impulso irresistible¡±, al recordar de golpe todos los abusos sufridos. Su ¨²nica condena fue pasar 45 d¨ªas de evaluaci¨®n psiqui¨¢trica en un centro.
El ciclo del abuso
¡°La vida es m¨¢s preciada que un pene¡±, se oye decir a la abogada de Lorena durante el juicio. ¡°No lo va a entender porque es un hombre¡±, le reprocha una descompuesta Lorena al fiscal entre sollozos. El caso de Lorena Bobbitt evidenci¨® la falta de apoyo para las v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica, aunque algunos lo tildasen de ?venganza feminista contra el patriarcado?. Por si a alguien le quedaba alguna duda con respecto a sus protagonistas, el tiempo puso a cada uno en su sitio. Lorena pas¨® p¨¢gina, se ti?¨® de rubia, fue a grupos de autoayuda, se volvi¨® a casar, tuvo una hija y cre¨® una organizaci¨®n para ayudar a las v¨ªctimas de la violencia machista. Mientras ella rechazaba posar en Playboy, su ex marido conoc¨ªa en una fiesta de la revista a Ron Jeremy, con el que rodar¨ªa una pel¨ªcula porno en 1994.
Despu¨¦s de un tour por el pa¨ªs rentabilizando su pene, John se someti¨® a otra cirug¨ªa que sali¨® mal, lo que aprovech¨® para rodar Frankenpenis (1996). Acabados sus 15 minutos de gloria, trabaj¨® en diferentes oficios y fue detenido por golpear a una stripper del club Bunny Runch, donde trabajaba como portero. El due?o comenta en el documental que era un t¨ªo encantador que cuando beb¨ªa se volv¨ªa ¡°gilipollas¡±. Una mujer denuncia -ocultando su rostro- que la viol¨® y tortur¨® durante d¨ªas. Una escort lo confirma: el hombre que abusa, lo sigue haciendo. John, que se cas¨® un par de veces y fue encarcelado por malos tratos, no parece arrepentirse de nada, se r¨ªe y llama a su mujer ?Freddy Krueger?. El tipo que conduce ahora una moto con la matr¨ªcula ¡°DJ Trump¡± y luce orgulloso una camiseta de The Punisher?mientras dispara, niega las acusaciones en la entrevista. Pero Lorena sigue recibiendo cartas suyas y mensajes al m¨®vil, en los que le pide que finjan volver a estar juntos para sacarse una buena ¡®tajada¡¯. Ella le responde, lac¨®nica, en la distancia: ¡°D¨¦jame en paz, te cort¨¦ el pene, d¨¦jame en paz¡±.
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