Cuando los abdominales importan m¨¢s que el talento
Las nuevas exigencias de la industria del cine restan valor a virtudes como la elegancia o la capacidad en favor del f¨ªsico de los actores.
El torso descubierto de Zac Efron en la ¨²ltima edici¨®n de los MTV Movie Awards demostr¨® cu¨¢l es la consigna a seguir: Hollywood quiere a sus actores cachas y con los abdominales bien definidos. La tendencia imperante parece relegar a un segundo plano valores como el talento, la elegancia o la capacidad para interpretar, y todo apunta a que las t¨¦cnicas actorales ya no se imparten en escuelas de prestigio o teatros donde los profesionales puedan dar rienda suelta a su genio. El gimnasio es el nuevo templo para la consagraci¨®n del actor. As¨ª lo afirman al menos algunas voces que observan con sorpresa e indignaci¨®n la cosificaci¨®n del cuerpo masculino en la peque?a y gran pantalla, una realidad que, por cierto, las actrices llevan a?os padeciendo, sobre todo con relaci¨®n al paso del tiempo y sus consecuencias.
En el n¨²mero de mayo de la revista estadounidense Men's Journal, el periodista Logan Hill firma una diatriba denunciando que "los actores de hoy pasan m¨¢s tiempo en el gimnasio que ensayando", un descontento que a tenor de las reacciones que ha provocado en otros medios de comunicaci¨®n ya se ha convertido en clamor. Seg¨²n Hill, "resulta inconcebible que los int¨¦rpretes pasen m¨¢s tiempo con sus entrenadores que con los directores" y explica que hoy por hoy "las exigencias absurdas no entienden de sexos". Adem¨¢s, a?ade que actualmente "la mayor¨ªa de los contratos de las grandes estrellas incluyen un presupuesto para entrenadores personales, nutricionistas y comida a domicilio seleccionada".
James Bond, seg¨²n Sean Connery y Daniel Craig.
Cordon Press
Para evidenciar este cambio de percepci¨®n sobre los int¨¦rpretes masculinos, Hill pone como ejemplos a las grandes estrellas de antes. "Brando nunca hizo flexiones y Al Pacino no tomaba batidos de prote¨ªnas", afirma. A continuaci¨®n, hace un recorrido por la historia del cine contando an¨¦cdotas sobre la creciente obsesi¨®n por el f¨ªsico del hombre y sit¨²a el punto de inflexi¨®n a partir del personaje de Brad Pitt en El club de la lucha (1999). Algo que contrasta con otros nombres propios de anta?o, cuando nadie cuestionaba el atractivo y el talento de Cary Grant, un tipo espigado y sin tableta, ni reprobaba la delgadez de Gary Cooper.
Hace unos a?os los roles hipertrofiados se limitaban solamente a las pel¨ªculas de acci¨®n, y los encantos del resto de actores de Hollywood ten¨ªan que ver m¨¢s con un rostro atractivo y una personalidad carism¨¢tica. "Hace una d¨¦cada, los h¨¦roes de acci¨®n se llamaban Stallone, Van Damme o Schwarzenegger", asegura Deborah Snyder, que ha producido filmes como 300 o El hombre de acero. Y explica: "Ahora esperamos que todos los actores se transformen en seres enormes e imponentes". Una moda cuyas ra¨ªces podr¨ªamos encontrar en la obsesi¨®n por el f¨ªsico de la sociedad estadounidense, o m¨¢s bien, de ciertos estratos de esa sociedad, los que casualmente acogen a los l¨ªderes de opini¨®n.
Paul Newman, pudoroso, y Micheline Presle en la pel¨ªcula ¡®El premio¡¯ (1963).
Cordon Press
Hay quienes prefieren matizar las palabras de Hill. Dodai Stewart, de la publicaci¨®n digital Jezebel, defiende que la equivalencia entre hombre y mujer a la hora de abordar esta tendencia no es del todo cierta, ya que lo que se demanda de ellos no es la delgadez o la juventud, sino "la virilidad, la fuerza y el vigor f¨ªsicos". Para Stewart, eso de incidir "en el poder masculino en un mundo de hombres" es un problema aparte. "No se pueden establecer analog¨ªas cuando los est¨¢ndares femeninos tienen una fuerte carga sexual gracias al pecho y el trasero, nunca por los b¨ªceps", asegura. En contra de la fuerza bruta exhibida por ellos, "la imagen de la mujer siempre va asociada a esa pose sumisa, obediente y d¨®cil". Rechazable en ambos casos, pero cierto.
Esta realidad ha levantado en armas a quienes se atreven a cuestionar el modelo actual, aunque este no se imponga en todos los casos. C¨®mo olvidar que existen honrosas excepciones de actores que por una u otra raz¨®n no han sucumbido a estos requerimientos est¨¦ticos. Ah¨ª est¨¢n Leonardo DiCaprio, Seth Rogen, Benedict Cumberbatch, James Franco o Daniel Day-Lewis. De todas formas, hablamos de estrellas consagradas que no precisan de ning¨²n otro reclamo. En la cantera de j¨®venes talentos, sin embargo, parece un milagro encontrar a alguien que no haya pasado por las salas de musculaci¨®n. Resulta oportuno remitirnos al documental America the beautiful, dirigido por Darryl Roberts, que hace seis a?os aventuraba que todo esto pod¨ªa suceder. Su tesis, una sociedad vertebrada por el culto al cuerpo y con consecuencias devastadoras, resulta perfectamente aplicable al caso de Hollywood. Ahora solo falta que los espectadores de medio mundo cambien la Coca-Cola por el batido de prote¨ªnas.
James Franco, como quien oye llover.
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