¡®Decorfidal¡¯, decorar tu casa para alcanzar la paz mental
La est¨¦tica victoriana ha llegado a un punto de no retorno. La sustituye un estilo luminoso y depurado que no quiere saber nada de animales disecados ni objetos herrumbrosos.
Suced¨ªa demasiadas veces. Pasar la cena temiendo que un p¨¢jaro seco te arrebatase la ensalada. O sentir un pel¨ªn de repel¨²s al percatarse de que se guardaban bombones dentro botes de medicinas que ¨Cprobablemente¨C se hab¨ªan usado para meter sanguijuelas. La est¨¦tica neovictoriana hab¨ªa calado hondo en barrios como Brooklyn, Shoreditch y sus sat¨¦lites. El vintage r¨²stico salpicado de taxidermia y osamentas de ballena era el marco perfecto para esos ubicuos barbudos que fantasean con pasar el resto de sus vidas cortando le?a. Pero como era de esperar, le ha llegado su hora. Seg¨²n el New York Times la nueva tendencia en interiorismo reclama ambientes m¨¢s limpios, tranquilos y luminosos. Se sigue preocupando por lo hecho a mano, los artefactos recuperados y los materiales de buena calidad pero prescindiendo de los cachivaches de buhonero y l¨¢mparas de metal herrumbroso. Los locales m¨¢s concurridos de las grandes ciudades se fijan en la California de los setenta, en lugar de las granjas decimon¨®nicas. Y como muy gr¨¢ficamente describe el art¨ªculo del diario neoyorkino, cambian los p¨¢jaros por los cactus.
No hay nada m¨¢s que fijarse en las viviendas que muestran blogs y revistas de decoraci¨®n. En sus habitaciones no se ven cornamentas de ciervo, los tonos de pintura m¨¢s oscuros de Farrow and Ball y los retratos de se?ores antiguos que nadie sabe quien son. En Espa?a lugares como el Caf¨¦ Federal han arrebatado el protagonismo a las teter¨ªas de vajilla desparejada y en Instagram ganan la batalla locales de comida sana como Dimes, y no lugares oscuros donde se comen jabal¨ªes enteros. No es casualidad que el cambio de paradigma venga con el declive de la ropa vintage, que ha alcanzado precios tan desorbitados que compensa comprar la versi¨®n sin apolillar de Alessandro Michele.
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¡°Las tendencias cambian muy r¨¢pido y lo que parec¨ªa un tema m¨¢s del mundo de la moda, poco a poco se introduce tambi¨¦n en el interiorismo¡± opina Bel¨¦n Senra la dise?adora detr¨¢s de las piezas de macram¨¦ contempor¨¢neo de Ranran Design. ?El trabajo de esta interiorista y artesana gallega capta perfectamente el esp¨ªritu del momento: artesano, aunque menos anclado en lo retro. Sus tapices y colgantes de macram¨¦ se han dejado ver en proyectos de profesionales como Amber Lewis, una de las interioristas m¨¢s solicitadas de California.
¡°En Los Angeles donde actualmente vivo, se siguen utilizando elementos industriales pero con l¨ªneas m¨¢s depuradas. Personalmente me identifico con un estilo playero o tropical, espacios blancos con plantas de hojas gigantes, y toque de color con tejidos artesanales, grandes piezas de cer¨¢mica con acabado desgastado y maderas naturales. Lo que en Espa?a relacionar¨ªamos con una casa en Formentera o Bali¡§, explica Senra, cuya colecci¨®n m¨¢s reciente ha sido en colaboraci¨®n con el pueblo Hmong del Norte de Vietnam. La p¨¦rdida de inter¨¦s por lo antiguo deja la puerta abierta al trabajo de j¨®venes artesanos y dise?adores: ¡°Los que hacen cosas siguen teniendo lo vitnage como referencia pero con l¨ªneas m¨¢s depuradas. En general hay un resurgir del mundo artesanal a lo moderno¡§, opina Senra.
En Ranran Design, el trabajo capta perfectamente el esp¨ªritu del momento: artesano, aunque menos anclado en lo retro.
RanRan Design
Ahora falta poner un nombre a la tendencia. En el NY Times proponen ¡°post vintage¡± o ¡°nuevo modernismo¡±. En la web de decoraci¨®n Houzz lo denominan ¡°buen gusto¡±, y lo describen como una mezcla de estilo escandinavo y japon¨¦s con elementos industriales. En esta p¨¢gina relacionan esta decoraci¨®n zen con la popularidad del mindfulness y la meditaci¨®n, y puede que no vayan desencaminados. En esta ¨¦poca cada vez m¨¢s desquiciada, lo normal es que busquemos ambientes poco abigarrados que transmitan calma. Un ansiol¨ªtico sensorial, que podr¨ªamos llamar ¡§decorfidal¡§. Para que no se diga que no ponemos nuestro granito de arena en el bautizo.
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