Dylan, Brenda y Kelly: mucho m¨¢s que el tri¨¢ngulo amoroso de los 90
Luke Perry tambi¨¦n ser¨¢ recordado por haber sido el epicentro de uno de los mayores dramas emocionales cat¨®dicos que vivi¨® la generaci¨®n X.
Si existe una ruptura grabada a fuego en la memoria de la generaci¨®n X es esa en la que suena REM de fondo en un porsche descapotable en la playa. Con Losing my religion?como eco de un atardecer aparentemente id¨ªlico se rompieron muchas ilusiones na¨ªfs adolescentes: Brenda (Shannen Doherty) cortaba con Dylan (Luke Perry) por el agobio (y soledad emocional) de haberse imaginado pre?ada a sus 16. El drama y cataclismo generacional llegar¨ªa poco despu¨¦s con su estancia veraniega en Par¨ªs. Una escapada que sirvi¨® para desarrollar uno de los giros de gui¨®n m¨¢s ¨¦picos de?la serie que Vanity Fair etiquetar¨ªa como el paradigma del ?caucasian chic? de los 90: en su ausencia, Dylan se enrolla con su mejor amiga, Kelly (Jenni Garth). La pu?alada fue hist¨®rica. Se iniciaba as¨ª la leyenda del tri¨¢ngulo amoroso m¨¢s potente de la televisi¨®n desde que otra rubia (Linda Evans) y morena (Joan Collins) librasen sus propias batallas por un hombre en Dinast¨ªa.
Puede que Sensaci¨®n de Vivir fuese un s¨ªmbolo del privilegio blanco estadounidense, una serie a la que la cr¨ªtica acus¨® de ser ?un anuncio de consumismo y estatus donde hasta los extras est¨¢n de buen ver?, pero molde¨® e influy¨® sobre la angustia adolescente de toda una generaci¨®n. Algo que reconoci¨® hasta el museo de la Radio y Televisi¨®n estadounidense, que incluy¨® en su colecci¨®n permanente el episodio en el que Andrea lucha por distribuir condones en ese aspiracional e impoluto instituto en el que, por cierto, en la vida real fueron compa?eros de clase Monica Lewinsky, el hijo de Katharine Graham y la propia Donna (Tori Spelling, hija del productor).
Con menos af¨¢n de sacar las u?as estereot¨ªpicas de la pelea de gatas y m¨¢s centrada en analizar las consecuencias sobre qu¨¦ pasa cuando se derrumban los pilares de confianza que sostienen los v¨ªnculos emocionales de la adolescencia, la piedra angular de la serie, esa relaci¨®n a tres, lleg¨® en la tercera temporada. El p¨²blico nunca se cans¨® de la trama: el fantasma de este tr¨ªo dar¨ªa juego durante todo el show (y hasta en su reboot). ?Brenda-Dylan-Kelly fue un romance con estructura propia, eternamente extra?o e inacabado?, recuerda Tim Teeman en The Daily Beast a prop¨®sito de la s¨²bita muerte de Luke Perry por infarto cerebral.
Los altibajos emocionales y el ahora-s¨ª ahora-no de Brenda con Dylan perduraron hasta la cuarta temporada, cuando Doherty abandon¨® la serie afectada por habladur¨ªas de divismo y maldad en el set de rodaje del que se deshar¨ªa y rehabilitar¨ªa a?os despu¨¦s. Dylan y Kelly lo intentaron hasta la sexta temporada, cuando Perry abandon¨® el show tras enamorarse de la hija del supuesto asesino de su padre y Brandon conquistara a la rubia del tr¨ªo. Dylan volver¨ªa en la novena temporada, desvelando una supuesta relaci¨®n con Brenda de dos a?os durante su elipsis y poniendo contra las cuerdas a Kelly por su adicci¨®n a la hero¨ªna. La ecuaci¨®n parec¨ªa resuelta al final de la serie: Dylan y Kelly acababan juntos. El cierre perfecto, como la vida misma, nunca llegar¨ªa. Lleg¨® el reboot en 2008, y Kelly aparec¨ªa en la nueva generaci¨®n separada de Dylan pero con hijo de ambos, Sammy. Brenda llegar¨ªa aparecer en alg¨²n cap¨ªtulo y ambas recordar¨ªan sus andanzas con el moreno de tup¨¦ a los James Dean igual de atormentado, pero m¨¢s sensible y amable.
?Este tri¨¢ngulo sobrevivir¨¢ a Perry, de hecho, nos sobrevivir¨¢ a todos nosotros. Como la mejor televisi¨®n, y como las mejores tramas en la televisi¨®n y como los recuerdos del propio Perry, seguir¨¢ siendo apreciado m¨¢s all¨¢ de lo que dur¨®?, apunta Deeman y desvela la existencia de un rinc¨®n de internet en el que se debate entre el ?y t¨² de qui¨¦n eres, de Kelly o Brenda? Gana la morena.
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