?Es bueno ¡®googlear¡¯ antes de una cita?
La tentaci¨®n de rebuscar en Internet datos sobre nuestro futuro acompa?ante es muy fuerte, pero los expertos recomiendan no hacerlo y acudir, lo m¨¢s virgen posible, a su encuentro.
La primera impresi¨®n ha muerto, al menos como la entend¨ªamos antes. Ya no es nuestra presencia la que la conforma, sino nuestro perfil en Facebook, nuestro CV en Linkedin o nuestros comentarios en Twitter los que contribuyen a crearla, a disposici¨®n de cualquiera que quiera conocerla en unos pocos golpes de click y sin derecho al olvido, porque ya saben que lo que entra en la red es casi imposible borrarlo.
Nuestra primera impresi¨®n navega a la deriva por el ciberespacio, sin saber muy bien a quien debe impresionar. Como un alter ego de nuestra persona en el mundo digital, con una vida paralela, en ocasiones mucho m¨¢s interesante que la del personaje aut¨¦ntico. Resulta sorprendente como a veces a la hora de ligar hay personas que parecen m¨¢s interesadas en el personaje digital que en aprovechar los primeros momentos para conocerse. Por las noches, en las discotecas, no es dif¨ªcil escuchar frases como "?Tienes Facebook? o ?Cu¨¢l es tu Instagram?".
La idea de recabar informaci¨®n sobre alguien que nos suscita inter¨¦s, antes de conocerlo, es ya una tradici¨®n de siglos en el mundo de las citas rom¨¢nticas y la b¨²squeda de pareja. Pero gracias a la era digital llegar a casa de alguien y empezar a rebuscar en sus armarios, agendas, diarios, ¨¢lbumes de fotos y cajones, es posible. Ahora se llama googlear y adem¨¢s no est¨¢ mal visto. Seg¨²n Mario Luna, coach en seducci¨®n y coautor de Ligar es f¨¢cil si sabes como (Anaya Multimedia, 2012) junto a Ray Habana y H¨¦ctor Latorre, ¡°las mujeres son las que m¨¢s b¨²squedas hacen en la red sobre sus citas antes de quedar con ellas. Es normal, son m¨¢s selectivas, quieren sentirse seguras y descartar candidatos que, en principio, no resulten interesantes. Los hombres lo hacen menos. Si es solo un ligue, a ¨¦l le basta con que la chica sea guapa, pero cuando busca algo m¨¢s serio tambi¨¦n sondea las redes sociales. Podr¨ªa decirse que el hombre lo hace a posteriori, cuando ha estado ya con alguien, le gusta y quiere pasar a mayores, o cuando busca pareja estable¡±.
La tentaci¨®n de ver fotos, posts o bucear en la vida privada del conocido de una amiga que nos va a presentar esta noche es muy grande y dif¨ªcil de vencer, pero ya hay expertos que apuntan que, aunque esta pr¨¢ctica puede ahorrarnos mucho tiempo, descartando personajes que creemos incompatibles, tambi¨¦n puede hacer que perdamos la oportunidad de conocer al pr¨ªncipe azul. El error reside en que cuando elegimos o rechazamos a un posible sujeto, bas¨¢ndonos en datos o perfiles encontrados en la red, lo hacemos en funci¨®n de la racionalidad y el amor tiene poco que ver con la raz¨®n. ?Qu¨¦ hubiera sido, por ejemplo, de Elizabeth Taylor y Richard Burton, si se hubieran googleado antes de conocerse en el rodaje de Cleopatra ¨Cse cuenta que en realidad se vieron por primera vez en una fiesta en 1953, pero ambos se miraron con indiferencia¨C? Burton era violento, le gustaba el alcohol y ten¨ªa fama de amante irresistible. El perfil de Liz tampoco parec¨ªa el de la perfecta esposa: se hab¨ªa casado ya cuatro veces, estaba viuda de Mike Todd y le hab¨ªa robado a Eddie Fischer a su amiga Debbie Reynolds. Sin embargo la chispa salt¨®, los besos durante el rodaje eran cada vez m¨¢s largos y, con ri?as y divorcios incluidos, creo que todos coincidir¨ªan en que el hombre m¨¢s importante en la vida de Liz fue el actor gal¨¦s y viceversa. ¡°Imag¨ªnate tener al o¨ªdo la voz de Richard Burton mientras haces el amor. Borraba todas las preocupaciones y las penas.¡± dijo una vez Taylor. Para Burton ella ¡°era una diosa del sexo¡±. Del mismo modo, si googlearamos a Serge Gainsbourg, su foto de Facebook hubiera echado para atr¨¢s a muchas, adem¨¢s de algunas declaraciones suyas, en las que se calificaba a si mismo como ¡°torpe, violento y depresivo¡±. Sin embargo, el m¨²sico, cantante, autor y compositor sali¨® con algunas de las mujeres m¨¢s deseadas de la ¨¦poca.
Elizabeth Taylor y Richard Barton en su primera boda (se casaron dos veces) en 1964.
Getty
The Wasghinton Post publicaba un art¨ªculo sobre este tema titulado The blind date meets the all-seeing Internet, en el que se preguntaba si la red hab¨ªa dado muerte y enterrado para siempre a las citas a ciegas. En el reportaje, Nancianne Sterling, la mujer que est¨¢ detr¨¢s de TargetLove.com, alertaba de los inconvenientes de rebuscar en las redes sociales, especialmente despu¨¦s de comprobar que muchos de sus clientes evitaban quedar con otros tras descubrir que esa persona no ten¨ªa la misma ideolog¨ªa pol¨ªtica que ellos. ¡°La gente argumenta m¨²ltiples razones por las que alguien no es bueno antes de conocerlo. Es como buscar informaci¨®n cuantitativa para tomar una decisi¨®n sin emoci¨®n. Y cuando se ha tomado esa decisi¨®n, ya no se podr¨¢ sentir lo mismo por esa persona de lo que se hubiera sentido sin disponer antes de toda esa informaci¨®n¡±. Sterling a?ade tambi¨¦n que un exceso de datos mata el misterio inherente a toda persona, que se va revelando a los dem¨¢s de forma natural a lo largo del tiempo.
Mario Luna es tambi¨¦n partidario de dejar la b¨²squeda de documentaci¨®n para despu¨¦s, ¡°cuando realmente nos interese alguien de verdad. Recomendar¨ªa, por una raz¨®n puramente ego¨ªsta, que uno fuera a la primera cita lo m¨¢s virgen posible, en cuesti¨®n de informaci¨®n, y que no se perdiese la experiencia de conocer a alguien por si mismo, sin ning¨²n tipo de prejuicios. Pero entiendo que casi nadie hace ya esto. La tecnolog¨ªa es cada vez m¨¢s sofisticada y dentro de poco con unas gafas o lentillas podremos saber todo respecto a la persona que tenemos enfrente. La tecnolog¨ªa hace que cambiemos nuestra forma de pensar y entra?a sus peligros. Puede contribuir, por ejemplo, a que vayamos perdiendo la capacidad de intuici¨®n ante un desconocido, que viene de nuestra parte inconsciente pero que nos ha servido de mucho en la evoluci¨®n de la especie¡±.
La edici¨®n americana del Huffington Post publicaba otro art¨ªculo sobre el tema titulado Facebook stalking your date isn¡¯t such a good idea. Here¡¯s why, en el que su tesis fundamental se resum¨ªa en esta m¨¢xima: ¡°demasiada informaci¨®n hace dif¨ªcil el enamoramiento¡±. Nicole B. Ellison, un profesor asociado de Informaci¨®n de la University of Michigan, en Ann Arbor, nos previene en el reportaje del peligro de comportarnos con criterios de compradores, cuando en realidad lo que estamos buscando es pareja ¨Cbusque, compare y si encuentra algo mejor compre-; mientras Eli J. Finkel, profesor de psicolog¨ªa de la Northwestern University en Evanston, Illinois, que ha publicado estudios sobre las citas online, sostiene que ¡°si lo que estamos buscando en la red es si determinada persona y yo tenemos cierta conexi¨®n, no hay evidencia de que podamos acceder a eso online¡±. ¡°Crees que sabes lo que quieres, pero lo que realmente necesitas es sentarse junto a alguien y tomar una cerveza¡±, confesaba Finkel.
La qu¨ªmica, es tambi¨¦n otra de las facetas que se pierden cuando acudimos a una cita con el historial de nuestro partenaire, debidamente estudiado. ?Qu¨¦ hay del tono de voz, del lenguaje corporal, de las expresiones y las feromonas? Seg¨²n apunta Brian Alexander, coautor del libro The Chemistry Between Us: Love, Sex and the Science of Atracction (Penguin Group. USA, 2012), ¡°no se puede determinar si alguien es un potencial compa?ero por otros m¨¦todos que no sean estar juntos y mirarse a los ojos. La mirada es la herramienta fundamental que los humanos han usado a lo largo de la evoluci¨®n para interpretar las intenciones del otro¡±.
?Debemos entonces volver a la ¨¦poca de las cavernas, iluminarnos con antorchas, escribir cartas de amor con estilogr¨¢fica y aceptar cualquier cita a ciegas sin chequear antes el perfil del interfecto e ir de fracaso en fracaso, despreciando toda la tecnolog¨ªa que est¨¢ a nuestra disposici¨®n? Matt Prager, coach de citas y licenciado por la Princeton University y NYU, adem¨¢s de autor de las series de libros de autoayuda This or Prozac, salt¨® a las p¨¢ginas los peri¨®dicos por su labor de ciber Cyrano, que acab¨® desempe?ando en Nueva York. Prager chatea y suplanta la personalidad de sus clientes, demasiado ocupados para buscar citas online. Cuando finalmente consigue un t¨ºt ¨¤ t¨ºt su representado acude a la cita despu¨¦s de estudiarse un dossier con informaci¨®n sobre su potencial media naranja, que Matt le ha proporcionado. Evidentemente, Prager es un optimista en este campo y ve la botella medio llena, como comenta a S Moda: ¡°La gente miente a menudo en los perfiles y datos que introduce sobre si mismo, pero a¨²n as¨ª Internet da algunas pistas sobre la persona. En algunos casos, muchos suben sus v¨ªdeos y esto es todav¨ªa m¨¢s interesante porque uno puede ver como alguien habla, se mueve, su lenguaje corporal. Es cierto que googlear a la cita puede quitar el misterio pero tambi¨¦n contribuye a darnos seguridad, ya que lo m¨¢s dif¨ªcil a la hora de buscar pareja online es cuando se pasa al mundo real y hay que conocer a la persona con la que se ha estado chateando. Si esto no existiera, muchas personas jam¨¢s se atrever¨ªan a quedar con nadie¡±.
Prager nos da un consejo final para no ser demasiado estrictos ni categ¨®ricos con la informaci¨®n que hayamos obtenido en la red sobre nuestro futuro acompa?ante: googlearnos a nosotros mismos ¨Clo que se conoce ya como ego surfing¨C y preguntarnos si el perfil que vemos nos hace o no justicia y qu¨¦ aspectos deber¨ªamos a?adir o quitar para evitar que otros se lleven una mala primera impresi¨®n en el face-to Facebook antes de pasar al cara a cara.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.