El extra?o asesinato sin resolver de Dian Fossey, ¡®la se?ora de los gorilas¡¯
National Geographic dedica una miniserie documental a la primat¨®loga, asesinada hace 32 a?os e inspiraci¨®n para el personaje protagonista de Gorilas en la niebla.
El 27 de diciembre de 1985, encontraron muerta a Dian Fossey en su caba?a del Centro de Investigaci¨®n Karisoke, en las monta?as Virunga, de Ruanda. Alguien hab¨ªa abierto un boquete en la pared y la hab¨ªa acuchillado brutalmente. Su asistente, Wayne McGuire, revel¨® que ¡°su cara hab¨ªa sido cortada por la mitad con un machete¡±. Por entonces, Fossey ten¨ªa 53 a?os, llevaba 18 en ?frica estudiando a los gorilas y era relativamente famosa, no tanto como lo ser¨ªa tras su muerte, cuando Sigourney Weaver la interpret¨® en Gorilas en al niebla (1988) pero s¨ª reconocida como la mujer de una de las portadas m¨¢s famosas de National Geographic y se?alada como la mujer que cambi¨® la imagen de los gorilas en la imaginaci¨®n popular, de monstruosos King Kong a seres dolientes, primos hermanos de los humanos.
El canal National Geographic acaba de estrenar en Espa?a Dian Fossey: Mi vida entre gorilas, una serie documental en tres episodios que incluye fragmentos del diario personal de la primat¨®loga, le¨ªdos por Sigourney Weaver. La serie funciona como una mezcla de documental de naturaleza, biograf¨ªa de Fossey e investigaci¨®n criminal en torno a la muerte de la cient¨ªfica, que 32 a?os despu¨¦s sigue sin estar clara. Descartada la hip¨®tesis del robo, las autoridades de Ruanda procedieron a arrestar a todos los trabajadores del centro Karisoke, incluido un rastreador, Emmanuel Rwelanka, al que Fossey hab¨ªa despedido y que se suicid¨® en la c¨¢rcel. El otro acusado por el tribunal ruand¨¦s fue McGuire, que nunca lleg¨® a servir su sentencia porque consigui¨® huir a Estados Unidos y su pa¨ªs nunca lo ha extraditado. El investigador, que no ha tenido una vida f¨¢cil ¨Cha perdido varios trabajos en cu¨¢nto sal¨ªa a la luz su conexi¨®n con el caso Fossey¨C aparece en el documental y niega las acusaciones, una versi¨®n que corroboran todos los que les conoc¨ªan. ¡°Dian cre¨ªa que la iban a matar. Me dijo que si escuchaba disparos en la noche, no me preocupase por ella, que saliese corriendo. No la mat¨¦. Era mi amiga y s¨®lo sal¨ªa perdiendo con su muerte¡±, declara en la serie.
Sospechosos no faltan, porque Fossey cultiv¨® muchos enemigos en vida y se hab¨ªa convertido en una figura inc¨®moda para casi todo el mundo, incluso para los turistas occidentales que llegaban a las monta?as de Virunga atra¨ªdos precisamente por sus investigaciones y a los que Fossey lleg¨® a asustar con disparos, temerosa de que contagiaran enfermedades a ¡®sus¡¯?gorilas. Semanas antes de morir hab¨ªa enviado una carta, que nunca lleg¨® a destino, acusando a las autoridades de Ruanda de tr¨¢fico de oro. Aunque sus principales rivales eran los cazadores furtivos de primates (que hac¨ªan, por ejemplo, ceniceros con las manos de los gorilas), con los que Fossey manten¨ªa una guerra sin cuartel. La cient¨ªfica captur¨® y at¨® a varios de ellos, les restreg¨® excrementos de gorila y les pinch¨® los test¨ªculos con ortigas. Lleg¨® incluso a secuestrar durante unas horas al hijo de un cazador furtivo.
Todo eso sucedi¨® despu¨¦s de 1977, el a?o en el que muri¨® Digit, el gorila con el que Fossey manten¨ªa una relaci¨®n especial. Se cree que Digit luch¨® contra los cazadores furtivos y se sacrific¨® para salvar al resto de su manada. Finalmente, le capturaron, decapitaron y cortaron las manos. Fossey, que mont¨® una fundaci¨®n en su nombre, nunca lleg¨® a superar aquel golpe y pas¨® parte de sus ¨²ltimos a?os alcoholizada, encerrada en su caba?a en un estado cercano a la psicosis y murmurando maldades contra la humanidad en general y la poblaci¨®n africana en particular.
En el documental tambi¨¦n se habla m¨¢s abiertamente que nunca de la otra relaci¨®n que le marc¨® y que tambi¨¦n acab¨® mal, esta vez con un humano, el fot¨®grafo Bob Campbell. El reportero de National Geographic, autor de las fotos y los v¨ªdeos m¨ªticos en los que se ve a Fossey interactuar con los gorilas ( y principal bru?idor de su leyenda) y la primat¨®loga mantuvieron un intenso romance y pasaron mucho tiempo solos en las monta?as de Ruanda. En la serie se leen fragmentos del diario de Fossey sobre Campbell en los que parece claro que ella esperaba que ¨¦l, que estaba casado, se quedase a su lado. Pero el fot¨®grafo regres¨® a Estados Unidos con su esposa. ¡°Siento l¨¢stima por ¨¦l porque no se atreve a hacer lo que quiere¡±, escribi¨® ella. En realidad, vivi¨® su abandono como una traici¨®n y confirm¨® sus sospechas de que los primates superaban a los humanos en dignidad y honradez.
Al final, el retrato que emerge de la cient¨ªfica en la serie es m¨¢s interesante y tridimensional que el de la santa laica conservacionista que aparec¨ªa en Gorilas en la niebla o la peligrosa mis¨¢ntropa obsesiva y racista que pint¨® uno de sus bi¨®grafos Harold P.T. Hayes en el libro The Dark Romance of Dian Fossey (1990), una vida compleja y fascinante con un final cruel.
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