?Mick Jagger o Warren Beatty?: qui¨¦n inspir¨® ¡®You¡¯re so vain¡¯, el himno al despecho y el desamor de Carly Simon
En el 75 cumplea?os de la cantante estadounidense exploramos las fascinantes teor¨ªas sobre el posible destinatario de su tema m¨¢s famoso.
Hay artistas a los que les persigue sin piedad una canci¨®n. La maldici¨®n del one-hit wonder que, en muchos casos, sepulta su carrera o la reduce a una broma articulada en torno a un tema repetido una y mil veces. No es el caso de Carly Simon (imposible pasar por alto sus discos de los 70¡¯s y los 80¡¯s u olvidar su temazo para Heartburn, la pel¨ªcula de Mike Nichols, o su Grammy y Oscar por Let The River Run, tema central del filme Armas de mujer, tambi¨¦n de Nichols), pero no se le puede negar su tenaz empe?o en alimentar con alegr¨ªa esa cruel posibilidad. Y es que, por si algo es conocida musicalmente Simon (Nueva York, 1945) es por ese misterio, que ella se ha encargado de elevar a la categor¨ªa de asunto de estado, que rodea uno de sus temas m¨¢s conocidos: You¡¯re So Vain.
En 1972, Simon editaba No Secrets, un ¨¢lbum en el que, por cierto, aparec¨ªa en la portada con el que ser¨ªa uno de sus accesorios imprescindibles: el floppy hat, y que conten¨ªa el m¨ªtico You¡¯re So Vain, la canci¨®n por la que se le seguir¨ªa preguntando d¨¦cadas despu¨¦s en cada entrevista que la artista concediera. El tema en cuesti¨®n que contiene ese estribillo tan ir¨®nico e hiriente (¡°Eres tan vanidoso/ Que probablemente creas que esta canci¨®n es acerca de ti¡±) y que fue n¨²mero uno en Estados Unidos, Australia, Canad¨¢ y Nueva Zelanda arrasando tambi¨¦n en toda Europa, era obviamente una canci¨®n con recadito. La cuesti¨®n era saber qui¨¦n era el destinatario de semejante artefacto envenenado.
La seductora Simon ten¨ªa una lista de posibles de lo m¨¢s jugosa: desde Mick Jagger (que, de hecho, hizo coros en la canci¨®n y que, seg¨²n la rumorolog¨ªa de la ¨¦poca estaba absolutamente obsesionado con Simon) hasta James Taylor (el que fuera su marido durante once a?os), pasando por Warren Beatty, David Geffen, Kris Kristofferson, William Donaldson, David Bowie, John Travolta o Jack Nicholson. Saber qui¨¦n de entre todos esos nombres o, mejor a¨²n, si pertenec¨ªa a alguien completamente inesperado que hubiera pasado por debajo del radar del cotilleo se convirti¨® en tarea prioritaria de la prensa del momento. El p¨²blico ten¨ªa derecho a saber. Y Simon jug¨® magistralmente esa baza que el curioso destino le brindaba por mucho que en alguna ocasi¨®n haya declarado sentirse molesta por esa insistente fascinaci¨®n del p¨²blico en conocer de qui¨¦n trata You¡¯re So Vain.
Preguntada una y otra vez, ella se negaba a soltar prenda o suministraba alguna pista lo suficientemente confusa como para garantizar la continuidad del misterio, pero lo bastante prometedora como para entretener a los fisgones con amenas c¨¢balas. Mientras casi todos los rumores apuntaban a Warren Beatty (la descripci¨®n de alguien tan engre¨ªdo, seductor y presumido encajaba a la perfecci¨®n con un actor al que el escritor Peter Biskind le atribuy¨® el ?m¨¦rito? de haber seducido a 12.775 mujeres) y el propio Beatty dijo estar convencido de que la canci¨®n se refer¨ªa evidentemente a ¨¦l, Simon neg¨® siempre esa posibilidad. Hace relativamente poco (en 2015 con ocasi¨®n de la publicaci¨®n de su primer libro de memorias Boys in the Trees: A Memoir) la cantante confes¨® que parte de la letra estaba dedicada a ¨¦l, pero que no pensaba desvelar el nombre de los otros dos hombres en los que se hab¨ªa inspirado para componer el musicado ajuste de cuentas. El juego continuaba y las apuestas segu¨ªan.
Antes que eso, en 2003, la cantante realiz¨® una peculiar subasta que demuestra hasta qu¨¦ punto el secreto de You¡¯re So Vain est¨¢ a la altura de interrogantes hist¨®ricos de la talla del Santo Grial. Simon subast¨® el nombre del susodicho en una subasta ben¨¦fica. Por 50.000 d¨®lares, Dick Ebersol, ejecutivo de la cadena televisiva NBC tuvo derecho a saber la misteriosa identidad del antiguo amante de Simon. Por supuesto, previa firma de contrato en el que el adinerado entrometido se compromet¨ªa a no desvelar a nadie el codiciado enigma. S¨®lo se le permiti¨® dar una pista: en el nombre del desconocido amante hab¨ªa una ¡®e¡¯. Esto no dejaba fuera de la carrera a casi nadie. Despu¨¦s de eso, la cantante fue suministrando algunas letras m¨¢s. Una ¡®a¡¯, una ¡®r¡¯¡ Casualmente, cada indicio sol¨ªa coincidir con el lanzamiento de un nuevo disco. Durante todas estas d¨¦cadas, los tabloides han seguido haciendo conjeturas, intentando descartar posibles candidatos. Caso de David Geffen: se conocieron dos a?os despu¨¦s del lanzamiento del disco, eso sin contar con el detalle de que Geffen es gay.
Curiosa tanta literatura cuando la opci¨®n m¨¢s razonable parece ser la de que simplemente el personaje retratado en You¡¯re So Vain es, como suele ocurrir en estos casos, un compendio de unos cuantos hombres que en aquel momento pasaron por la vida de la artista dejando un dudoso sabor de boca. Pero quiz¨¢s lo mejor de toda esta intriga sea el, hasta ahora, ¨²ltimo cap¨ªtulo. Y es que Simon se ha encargado de cantarle a los cuatro vientos que si a alguien se le adapta esta canci¨®n como anillo al dedo es a Donald Trump (al que, por cierto, y seg¨²n una entrevista en The Guardian, calific¨® de ¡®repulsivo¡¯ cuando le conoci¨®). As¨ª, en 2016 convirti¨® You¡¯re So Vain en una especie de himno anti-Trump mutando el famoso verso ¡°Tu bufanda era [de color] albaricoque¡± por ¡°Tu cara era [de color] albaricoque¡±.
Y es que Simon es una mujer sin pelos en la lengua, la perfecta entrevistada que no ha dudado en hacer bandera de sus filiaciones pol¨ªticas (pro Clinton), de sus compromisos ideol¨®gicos (ha participado en numerosos conciertos antinucleares o por la paz), de sus ideas feministas (a¨²n as¨ª mostr¨® en alguna ocasi¨®n ciertas dudas respecto al movimiento #MeToo, pero se uni¨® con fervor a la campa?a para desenmascarar a Harvey Weinstein asegurando que sufri¨® abusos, no sexuales, pero s¨ª financieros y de poder) o en hablar de su truculenta infancia. Y es que Simon, hija de Richard Simon, cofundador de la todopoderosa editorial Simon and Schuster, tuvo una ni?ez trufada de sucesos dur¨ªsimos. Con tan s¨®lo siete a?os sufri¨® abusos de un amigo de la familia, que por aquel entonces era un adolescente de 16 a?os. En 1960, su padre ¨Cpor otra parte, cl¨¢sica figura bastante ausente en la vida de la peque?a Carly¨C muere tras una larga depresi¨®n. La madre, mientras tanto, manten¨ªa un romance con el joven que hac¨ªa de ni?ero en la casa. Simon (quien, por cierto, se llama Carly porque sus padres esperaban un ni?o al que llamar¨ªan Carl, as¨ª que ante el ¡®inconveniente¡¯ decidieron a?adir una ¡®y¡¯ al final) recuerda, en una entrevista para Los Angeles Times, toda esa ¨¦poca como un tiempo casi envuelto en brumas.
¡°Crec¨ª con much¨ªsimo misterio en mi casa¡±. Con semejante expediente no resulta muy sorprendente que Simon confesara haberse gastado toda su herencia en psicoan¨¢lisis. Episodios de ansiedad, terror a volar, ataques de p¨¢nico antes de subir al escenario¡ En la larga y ya citada entrevista a The Guardian asumi¨® que empez¨® a tomar Prozac en 1989 para lidiar con sus nervios y que tiene ¡°inter¨¦s en las pastillas?. ?Tienen un cierto efecto sobre m¨ª de la misma manera que las chucher¨ªas lo tienen. Si quiero cambiar mi estado de conciencia, especialmente si tengo un terrible dolor de cabeza, hay algo muy prometedor en tomar una pastilla¡±, afirm¨®. Aunque el romance de Simon con la qu¨ªmica no lleg¨® nunca, seg¨²n dice ella misma, ni a la categor¨ªa de anecd¨®tico. Debe ser que para eso ya estaban sus maridos que cumpl¨ªan las creces el clich¨¦ de artista o pareja de artista enganchado. ?Me pregunto si la coca¨ªna se sigue consumiendo habitualmente. La he tomado cuatro veces, en mis enc¨ªas, y me encant¨®. Pens¨¦ que era maravilloso. Me hizo sentir segura. Me hizo perder toda mi autoconciencia. En realidad estaba grabando, no en el escenario?, contaba en The Guardian.
Aunque quiz¨¢s su mejor an¨¦cdota en torno a terapias psicol¨®gicas sea esa en la que cuenta que, tras un encuentro a medianoche con Beatty, acudi¨® a la ma?ana siguiente a su cita rutinaria con su terapeuta y al narrarle su cita rom¨¢ntica de la noche anterior detect¨® algo raro. Una extra?a e inexplicable incomodidad. ¡°No eres el primer paciente del d¨ªa de hoy que estuvo anoche con Warren Beatty¡¡±
Aunque el repertorio amatorio de Simon no llegue a los dudosos records de Beatty es lo suficientemente amplio y bien surtido de nombres como para proporcionar jugosos chascarrillos. Como aquel en el que las hermanas Simon (Carly empez¨® cantando junto a su hermana Lucy formando el d¨²o The Simon Sisters) casi se convierten, por obra y gracia de Sean Connery, en ¡°Simon Sisters Sandwich¡±. Las explicaciones sobran. Tras las insinuaciones por parte del actor de formar un tr¨ªo durante un crucero trasatl¨¢ntico desde su hogar a Londres en 1965, fue Lucy, la mayor de las Simon, quien la ¨²ltima noche del viaje se llev¨® el gato al agua, cosa que seg¨²n parece sent¨® regular a Carly quien a la vuelta del periplo decidi¨® que casi mejor iniciaba una carrera en solitario.
Carly Simon ha estado casada dos veces. Una primera con James Taylor (1972-1983) y otra segunda con James Hart (1987-2007). Su primer matrimonio se rompi¨® por supuestas infidelidades, pero sobre todo por las adicciones de Taylor. La propia Simon ha contado que en una ocasi¨®n que Taylor se inyect¨® hero¨ªna delante de ella. En una habitaci¨®n del Chateau Marmont. Le pidi¨® a Simon que mirara c¨®mo lo hac¨ªa. ¡°No puedo tenerte a ti y a mi adicci¨®n al mismo tiempo¡±.
Dos hijos y una ruptura que fue cualquier cosa menos amable (nunca m¨¢s volvieron a hablarse) despu¨¦s, Simon conoce al vendedor de seguros previamente divorciado James Hart. Las cosas no saldr¨ªan mucho mejor. Tal y como contar¨ªa el propio Hart (convertido en escritor por obra y gracia del matrimonio con Simon) en su consabido libro de memorias Lucky Jim: ¡°Estaba empezando a preguntarme sobre mi posible bisexualidad. Pero cuando conoc¨ª a Carly, todas las dudas sobre mi sexualidad se disiparon. Nunca en mi vida hab¨ªa sido tan hetero. As¨ª que pens¨¦: ¡®Bueno, quiz¨¢s me equivoqu¨¦¡¯¡±. Y ah¨ª empez¨® la silenciosa tragedia de Hart contra lo inevitable. Hart era gay. Para no confrontar esa realidad se sumi¨® en una espiral de encuentros furtivos con hombres que a su vez le llevaron a intentar huir en formato adicci¨®n al crack y a la coca¨ªna. Obviamente, el matrimonio con Simon no result¨®.
Hoy la cantante vive con el cirujano Richard Koebler, su pareja desde hace m¨¢s de 15 a?os, en la isla de Martha¡¯s Vineyard (que debe tener el r¨¦cord de m¨¢s celebrities por metro cuadrado del mundo: los Clinton, Evan Dando, Bill Murray, Beyonc¨¦, Ted Danson, David Letterman, Meg Ryan, Paul McCartney o Jake Gyllenhaal pasan temporadas all¨ª) y sigue luciendo esa sonrisa que la hizo tan popular y que har¨ªa palidecer de envidia a la mism¨ªsima Isabel Pantoja.
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