¡®Adult Material¡¯, la serie sobre la vida de una actriz porno que derrumba todos los clich¨¦s
Filmin acaba de estrenar esta miniserie sobre la industria del porno donde ahonda sobre la estigmatizaci¨®n de las actrices y los clich¨¦s que las persiguen para toda la vida.
¡°?Quieres ser una MILF o una madre?¡±
¡°?Est¨¢s actuando mientras hacemos el amor o est¨¢s excitada de verdad?¡±?
¡°?Te dedicas al porno por dinero o porque te gusta sentirte deseada?¡±
A Hayley Burrows, una madre de 33 a?os con tres hijos, le hacen estas preguntas varias veces, directa o indirectamente, durante los cuatro cap¨ªtulos que componen la miniserie Adult Material, que acaba de estrenarse en Filmin.?
Si partimos del imaginario popular que se ha construido en torno a la pornograf¨ªa, podr¨ªan parecer preguntas leg¨ªtimas porque adem¨¢s de cuidar de sus hijos y su marido con dedicaci¨®n, Burrows tambi¨¦n es una respetada estrella del porno llamada Jolene Dollar. Sin embargo, lejos de presentar una contradicci¨®n tr¨¢gica entre el ¨¢ngel del hogar y la trabajadora sexual, entre los valores familires y los de la industria del sexo,?Adult Material, ya?disponible?en Filmin,?cuestiona la validez de estas preguntas, en la medida que pone en duda la dicotom¨ªa entre Hayley y Jolene, como si ambas no fuesen siempre la misma mujer: una madre enfrentando el estigma de ser una MILF, sobreexpuesta en internet, cuyos miedos se extienden desde el plat¨® hasta el lecho matrimonial; y una profesional a la que le gusta su trabajo, pero que tampoco grabar¨ªa pel¨ªculas porno si no ganase suficiente dinero como para romper con su vida de clase trabajadora y pudiese pagarse as¨ª una casa grande, un descapotable y la educaci¨®n de sus hijos. En este sentido, Adult Material consigue incomodarnos desde el principio, porque en vez de interrogar a la protagonista, asumiendo que hay algo intr¨ªnsecamente denigrante en su profesi¨®n, se dedica a interrogar a quienes se sienten legitimados para formular esas preguntas, ya sean sus jefes, su marido e hijos, su madre o el propio espectador.?
La premisa del director Dawn Shadforth y la guionista Lucy Kirkwood era, de entrada, complicada: la pornograf¨ªa est¨¢ constantemente en tela de juicio desde distintos frentes y sus trabajadoras, estigmatizadas. Muchos de los productos audiovisuales se empe?an en mostrar una industria mitificada que no se corresponde con la realidad, ya sea por la v¨ªa de la denuncia ¨Ceso no deber¨ªa hacerse¨C o por la del paternalismo ¨Cno saben lo que hacen¨C. ¡°B¨¢sicamente existen dos formas de de tratar la pornograf¨ªa en el cine¡±, explica la performer y directora de porno independiente Anneke Necro, ¡°la primera parte de la idea que se gener¨® sobre qu¨¦ era la industria en la d¨¦cada m¨¢s dorada, entre los a?os 80 y 90, cuando nacieron muchas compa?¨ªas grandes. Se cre¨® esa imagen de gente que gana mucho dinero, que est¨¢ todo el d¨ªa de fiesta, personas bastante absurdas y superficiales a las que cualquier cosa les pod¨ªa suceder en cualquier momento. Digamos que representan la pornograf¨ªa como si las escenas del porno gonzo que se hac¨ªa aquellos a?os tuvieran algo que ver con la vida real de esas personas. La otra forma de hablar es desde la parte dram¨¢tica: a las actrices se las presenta como mujeres que llegan a la industria por problemas de drogadicci¨®n, porque tienen traumas infantiles o porque han sido abusadas. As¨ª que el clich¨¦ de la actriz porno es o bien la mujer despampanante y glamurosa, o todo lo contrario, la mujer que est¨¢ en una situaci¨®n muy turbia, totalmente indefensa. Sin embargo, las dos comparten una caracter¨ªsticas: ser pr¨¢cticamente idiotas, mujeres que han llegado a esa situaci¨®n porque han tomado malas decisiones en su vida. En cambio de actor porno es el listo de la pel¨ªcula, es un tipo que triunfa, que incluso se monta una productora¡±.
En Adult Material hay una conciencia muy clara de este imaginario, y aunque podemos identificar con claridad rasgos de ambas f¨®rmulas ¨Chay fiestas de desenfreno, drogas, violencia y alcohol y aparece tambi¨¦n all¨ª la figura de una joven actriz que viene de la calle y encuentra en el porno una especie de salvaci¨®n¨C, en ning¨²n momento se presenta un escenario insoportablemente s¨®rdido ni absurdamente glamuroso. De hecho, se cuestionan mucho m¨¢s los rasgos hipercapitalistas de la industria, como la precarizaci¨®n creciente de las condiciones laborales, la presi¨®n por hacerse un hueco en un mercado competitivo, la influencia de los algoritmos o la necesidad de convertirse en una marca y promocionarse en redes, que el componente moral del trabajo sexual.?
La ruptura con los habituales prejuicios y representaciones del porno es especialmente visible en la construcci¨®n de la protagonista. Shadforth y Kirkwood consiguen establecer una curiosa dial¨¦ctica en tres tiempos: asumen algunos clich¨¦s, rompen con otros y, sobre todo, desaf¨ªan la relaci¨®n del espectador con estos clich¨¦s, tanto cuando son asumidos como cuando son rechazados. En la pr¨¢ctica, esto se traduce en cosas como que Hayley Burrows tenga un coche rosa descapotable ¨Cclich¨¦¨C, que a su marido no le importe la profesi¨®n y la ayude incluso cuando ella no tiene tiempo ¨Canticlich¨¦¨C y que ella sea igual de consciente de su condici¨®n social cuando se disfraza de enfermera para sus fans de Internet como cuando va al colegio privado a reunirse con la directora ¨Ccuestionamiento de los clich¨¦s¨C.
La situaci¨®n de Hayley depende tanto de sus propios actos como de los conceptos y las categor¨ªas culturales mediante las que los dem¨¢s la encasillan. La escena que mejor lo ilustra tiene lugar en un plat¨® de televisi¨®n, donde la invitan para ser parte de un debate sobre trabajo sexual. Hayley est¨¢ profundamente nerviosa, se siente vulnerable y expuesta en un formato audiovisual que no controla. En un gui?o metanarrativo, descubrimos que en cuanto la televisi¨®n adopta la narrativa period¨ªstica, a Jolene Dollar no se la deja hablar, ni se toman en serio sus opiniones, a pesar de que es la ¨²nica que conoce de primera mano aquello de lo que se est¨¢ discutiendo. Todo juega en su contra para que el p¨²blico pueda sentenciarla f¨¢cilmente como una in¨²til por sus intervenciones y una ca¨ªda estrepitosa en pleno directo, debido a los nervios y a los tacones que viste, confirman que a las actrices porno es mejor no sacarlas de su entorno. De nuevo, no se puede estar en contra o a favor de lo que dice Hailey, igual que no se la puede ver simplemente como una mujer empoderada ni tampoco maltratada, pero s¨ª deber¨ªamos sentir incomodidad por la jaula del estigma en la que est¨¢ encerrada contra su voluntad.?
Hay muchos otros temas sobre los que la serie pivota con acierto. Por el ritmo y las cantidad de preguntas por minuto que es capaz de formular, Adult Material recuerda a los mejores momentos de I may destroy you (HBO): en ambos casos se abordan temas muy sensibles desde una perspectiva que no es maniquea ni panfletaria, proporcionando muchas m¨¢s preguntas que respuestas. En los cuatro cap¨ªtulos de Adult Material nada es gratuito, ni las bromas, ni los personajes, ni la posici¨®n de la c¨¢mara. Por citar algunos ejemplos, la serie explora desde la contradicci¨®n de que mujeres que? p¨²blicamente tienen un discurso contra la pornograf¨ªa puedan ser consumidoras de los v¨ªdeos m¨¢s violentos, hasta? la independencia que han positivilitado apps como Only Fans para las actrices porno, sin dejar de problematizar Internet como una plataforma donde resulta imposible borrar las im¨¢genes de contenido sexual. Tambi¨¦n muestra las dificultades que enfrentan los hijos de una trabajadora sexual en el colegio y la carga que debe asumir ella en consecuencia para destensar situaciones que no tendr¨ªa que afrontar con ning¨²n otro trabajo.?
En cuanto al machismo que inunda el mundo pornogr¨¢fico, Adult Material no pretende minimizarlo pero tampoco cae en estereotipos o caricaturas al construir los personajes masculinos: a pesar de que las mujeres son las protagonistas, cobran m¨¢s y su proyecci¨®n p¨²blica es imprescindible para el buen funcionamiento de la industria, ellos acumulan poder econ¨®mico y simb¨®lico; son los propietarios de las empresas que les dan trabajo, y se comportan como cualquier jefe que quiere que sus productos generen muchos beneficios: no son genios del mal, figuras perversas que disfrutan mancillando el cuerpo de la mujer, sino eficientes gestores que no quieren dejar de ganar ni un euro, aunque esto suponga poner en riesgo a sus trabajadoras.?
Anneke Necro, aunque todav¨ªa no ha visto la serie, confirma que no se trata s¨®lo de problem¨¢ticas ficcionadas. Adult Material tambi¨¦n es un acierto en cuanto retrata situaciones que de una forma u otra copan el mundo del porno actualmente. ¡°Hay que tener en cuenta que es una industria como cualquier otra, lo que significa que funciona dentro del capitalismo y dentro del patriarcado, por lo tanto las personas que tienen poder siempre son hombres, blancos, heterosexuales, cisg¨¦neros, etc¡±; tambi¨¦n est¨¢ de acuerdo en que el estigma que acompa?a a cualquier mujer que deja el porno es enorme, m¨¢s a¨²n sobre las madres y especialmente desde que los v¨ªdeos se distribuyen masivamente en internet. ¡°Entiendo cuando la gente dice que salir del porno es complicado, no en el sentido de c¨®mo se plantea muchas veces, como si hubiera una mafia o una mano negra detr¨¢s que no te deja salir de la industria, no va por ah¨ª el tema, pero de alguna forma tienes que borrar una parte de tu vida y eso es super dificil cuando con un par de clicks puedes encontrar a cualquiera que haya hecho porno. El estigma es muy real¡±.
A pesar de que el retrato del mundo del porno es primordial en Adult Material, su fuerza argumental no podr¨ªa entenderse sin tener en cuenta el debate que abre en torno al consentimiento. De entre todo los temas que trata, quiz¨¢ este es el ¨²nico en el que indaga hasta las ¨²ltimas consecuencias, abord¨¢ndolo desde m¨²ltiples perspectivas. La serie es el relato de dos historias de abuso sexual, ambos perpetrados por hombres poderosos que se aprovechan de su edad y situaci¨®n de poder dentro de la industria, sobre dos mujeres j¨®venes a las que les faltan precisamente eso: poder y edad para decir que no. Para Necro volvemos a estar ante un ejemplo que, si bien no es la norma, s¨ª necesita narrarse y contextualizarse bien en tanto que ocurre en un ¨¢mbito donde no hay un marco legal que pueda frenar esas relaciones de abuso: ¡°Las personas que trabajan tanto delante como detr¨¢s de la c¨¢mara lo hacen sin convenios, nuestro trabajo ni siquiera se considera un trabajo, no tenemos ning¨²n tipo de marco que regule qu¨¦ es un abuso, cu¨¢ntas horas tenemos que trabajar, cu¨¢nto se tiene que cobrar, vacaciones, bajas, todo esto no existe. El otro problema en el porno es que la forma de trabajar es muy ambigua, puedes llegar en un rodaje y que te a?adan una pr¨¢ctica sexual a una escena. Se suelen escudar en el hecho de que el porno es as¨ª, es como se trabaja, que lo tienes que hacer porque te van a pagar y ya est¨¢. Pero c¨®mo puedo yo demostrar que esa pr¨¢ctica no iba a hacerla o que no se me hab¨ªa avisado de alguna cosa cosa. C¨®mo denuncias una situaci¨®n irregular en un trabajo donde la ley no te ampara¡±.?
Los dos ¨²ltimos cap¨ªtulos de la serie abordan expl¨ªcitamente la desprotecci¨®n legal que sufren las trabajadoras, incluso cuando hay pruebas y estas juegan a su favor. Sin embargo, tampoco aqu¨ª toma el camino f¨¢cil: en vez de sobredimensionar la condici¨®n de v¨ªctimas de las protagonistas, y pintar el mundo de la pornograf¨ªa como el coto de caza de un grupo de hombres sin escr¨²pulos, enfatiza la agencia ambas, quien incluso estando terriblemente condicionadas por factores econ¨®micos, morales, medi¨¢ticos y judiciales siguen siendo due?as de sus decisiones ¨Co por lo menos tanto como cualquier otra mujer de clase trabajadora¨C. Y no solo eso. Adem¨¢s se dar¨¢n cuenta de que las mismas din¨¢micas de abuso se reproducen fuera de la industria pornogr¨¢fica, a nivel medi¨¢tico y pol¨ªtico, por parte de aquellos quienes creen que es su deber salvarlas. La serie no solo nos pregunta hasta qu¨¦ punto una relaci¨®n sexual es consentida si una de las dos personas tiene mucho que perder y la otra nada, sino que tambi¨¦n plantea si es l¨ªcito ¡°salvar¡± a una persona que no quiere ser salvada, contra su voluntad, s¨®lo porque considera que esa no es la vida que deber¨ªa llevar.?
En Adult Material no hay respuestas. Las preguntas se superponen unas a otras, en un juego de espejos que nos obliga a cuestionar siempre nuestra posici¨®n. Todos los temas se abordan a diferentes escalas, y Shadforth y Kirkwood tensan la cuerda sin llegar a romperla nunca. La serie rechaza la narrativa tr¨¢gica: nadie est¨¢ predestinado a nada, ni hay decisiones irreversibles. Tampoco es un canto a la libre elecci¨®n, y est¨¢ muy lejos de sugerir que la vida es un lienzo en blanco. M¨¢s bien todo lo contrario: de la mano de Hayley Burrows, nos obliga a recorrer un territorio inestable, el de la industria del porno, donde las motivaciones y las decisiones son siempre m¨¢s complejas y ambiguas de lo que parec¨ªan al principio.
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