?C¨®mo nos vamos a organizar si no llegan a reabrirse los colegios en septiembre?
Un fantasma recorre nuestras exiguas vacaciones de cercan¨ªas. Una serie de terror se estrena en breve en todas las plataformas nacionales. Y en abierto.
Una, dola, tela catola. Quedan tres semanas para que empiece el curso escolar y no se me quita un pellizco de angustia del est¨®mago. Un runr¨²n que me acompa?a a todas partes, una canci¨®n de comba pegadiza que por momentos recuerda al comienzo de aquella c¨¦lebre peli de terror. En los pr¨®ximos d¨ªas ir¨¢n terminando las vacaciones, la gente (quien tuvo la suerte de poder salir) ir¨¢ volviendo a casa como todos los veranos. La publicidad se ir¨¢ poblando de campa?as de vuelta al cole m¨¢s o menos desafortunadas. So?aremos con el olor a cuadernos y carpetas nuevas. Pero, un momento, un clamor lllega desde todos los grupos de WhatsApp y Telegram de madres y familias en los que estoy metida: ¡°?Pero cre¨¦is que a este paso van a llegar abrir los colegios?¡±. ¡°Y si lo hacen, ?en qu¨¦ condiciones volveremos?¡±. ¡°?Por cu¨¢nto tiempo?¡± ¡°?Y si no lo hacen, qu¨¦ va a ser de nosotras?¡±. La cancioncita inquietante se hace m¨¢s audible justo antes de dormir.?
Quila, quilete, estaba la reina en su gabinete. Las horas de cada d¨ªa avanzan con la intensidad del ¨¦mbolo que da vueltas sobre la olla a presi¨®n. Ante el aumento de casos sostenidos, el Ministro de Sanidad comparece y anuncia nuevas medidas: el cierre del ocio nocturno, entre otras. El deseo o la necesidad de abrir las aulas a tiempo y con seguridad parece que por fin est¨¢ precipitando restricciones. ?No hubiera sido mejor, con todos mis respetos para todos sectores afectados, haber pensado en ello en primer lugar y no al rev¨¦s? ?Haber puesto la educaci¨®n como una cuesti¨®n de emergencia social, de la mano de la salud? ?Podr¨¢ empezar a ejercer la comunidad escolar un poquito de presi¨®n? S¨ª, tambi¨¦n s¨¦ que sin el sector servicios este pa¨ªs se hunde, que lo ¨²nico que estamos haciendo es cambiar el orden de las fichas de domin¨® que se van tumbando primero en una bella coreograf¨ªa del desastre. No hay modo de librarse de esa musiquita.
Vino Gil, apag¨® el candil. Estamos en un momento cr¨ªtico dentro de la evoluci¨®n de la crisis sanitaria generada por el COVID 19, siguen diciendo las autoridades. Crisis sanitaria que ha devenido en crisis educativa y social, pienso yo. No dejo de preguntarme por las consecuencias que est¨¢ teniendo para las mujeres con hijos en edad escolar la incertidumbre educativa, por c¨®mo nos est¨¢ afectando a las madres trabajadoras o en b¨²squeda de empleo los posibles y desalentadores escenarios del curso 20-21. Y si hablo en femenino plural es porque ante esta situaci¨®n de horizonte educativo incierto las m¨¢s afectadas dentro de las familias somos las mujeres. No solo nuestro trabajo es percibido dentro de la familia como m¨¢s prescindible, con la debilidad laboral y personal que eso conlleva, sino que est¨¢ recayendo sobre nuestras espaldas, cual Atlas pand¨¦mico, una nueva y redoblada carga f¨ªsica y mental. Sin colegio, las mujeres nos vemos condenadas, y eso las que podemos teletrabajar, a un teletrabajo no regulado y combinable con la educaci¨®n en casa, para la que ni estamos ni queremos estar preparadas, porque sabemos que la escolarizaci¨®n es mucho m¨¢s que hacer actividades como si estuvi¨¦ramos en el cole. Pero eso, el vernos obligadas a ser maestras, trabajadoras productivas y dom¨¦sticas a tiempo completo y en la privacidad (por no decir privatizaci¨®n) del hogar, no es m¨¢s que, como siempre que hablamos de la econom¨ªa con perspectiva feminista, la parte escondida del iceberg. Cuando las crisis entran por la puerta, los derechos de las mujeres saltan por la ventana.?
A modo de intermedio, inserto un peque?o disclaimer para lectores. Pongo el parche antes que la herida: para todos aquellos que est¨¦is tentados a permitir que vuestra excepcional familia igualitaria arruine una realidad alabada por datos, ahorraos los comentarios y arrimad el hombro (se tarda lo mismo): el 90% de las reducciones de jornada y el 80% de las excedencia por cuidado de hijos que se contabilizaron en 2019 las pidieron mujeres. ?Sobre qui¨¦nes sabemos que est¨¢n recayendo los cuidados, las responsabilidades familiares y el trabajo emocional que engrasa los v¨ªnculos sociales en esta nueva normalidad? Hab¨¦is hecho bien las cuentas: las mujeres. Y s¨ª, c¨®mo no pod¨ªa ser de otra manera (y las cifras al respecto de lo acaecido durante el confinamiento en nuestro pa¨ªs as¨ª lo avalan, como indica este informe del Instituto de la Mujer): la pandemia est¨¢ teniendo efectos muy desiguales por g¨¦nero, o por decirlo, de otra manera: ¡°Hermanas, estamos jodidas¡±.?
Candil, candil¨®n, cuenta las veinte que las veinte son. ?Atentas! Otra comparecencia: Fernando Sim¨®n pronunci¨¢ndose respecto al hecho de si deben o no abrir los colegios. Dice que s¨ª, que ser¨ªa lo deseable. Que debemos aprender a convivir con el virus. Aj¨¢. Pero, y ¨¦sta va para bingo, ?sobre qui¨¦n est¨¢ recayendo la tarea de reinventar esta nueva convivencia, la innovaci¨®n social que conlleva reorganizar toda una nueva manera de estructurar el tiempo, el espacio, las relaciones, el aprendizaje? Se nos pide que reinventemos el mundo, que mantengamos la tensi¨®n, pero, ?est¨¢n haciendo nuestras instituciones los deberes? ?Est¨¢n poniendo ellos toda la carne en el asador para crear un nuevo modelo de gesti¨®n educativa que vele por los derechos de la infancia? No, porque saben que estaremos aqu¨ª para salvarles el culo (perd¨®n por el exabrupto pero son ya cinco, seis meses de furia).?
Polic¨ªa y ladr¨®n. Recibimos el protocolo de la vuelta al cole para nuestra escuela, en nuestro caso, de la Comunidad de Madrid (suben los arpegios de la banda sonora de terror). En caso de haber contagios, la primera fase conllevar¨¢ mandar a casa a los hijos de los padres y madres que no puedan demostrar su presencialidad laboral obligada. Gota de sudor fr¨ªo por la espalda. Y en este estado de cosas, es decir, sin escuela y con las criaturas en casa, digo yo, ?no se podr¨ªa aceptar que o se curra o se cr¨ªa? Lo otro son unicornios blancos. Si para la escuela, que pare todo lo dem¨¢s, ?no? ?Por qu¨¦ nadie ha reducido las ratios, implementado espacios y edificios, reinventado los servicios de comedor?, me pregunto. Porque, para llegar a esa nueva escuela, necesitamos recursos. Muchos recursos, aem¨¢s de inventiva y responsabilidad institucional, pol¨ªticas p¨²blicas y voluntad a espuertas. Es m¨¢s, y aqu¨ª me tiro el ¨®rdago: ?dejar la educaci¨®n en manos de la responsabilidad y medios de cada familia no est¨¢ vulnerando el mismo derecho a la educaci¨®n? ?En? qu¨¦ momento la educaci¨®n dej¨® de ser un ¡°servicio¡± esencial?
Fundido a negro o ep¨ªlogo. Me siento parte de una comunidad agotada, desfondada, que ve c¨®mo ser¨¢ la responsable de remontar esta situaci¨®n y de azuzar a quien corresponda para exigir justicia educativa. No nos dej¨¦is solas. Ahora que se est¨¢ injertando artificialmente el debate sobre un supuesto ¡°borrado de las mujeres¡± yo me pregunto hasta qu¨¦ punto y a cu¨¢ntas (con menos poder para manejar la agenda medi¨¢tica de los debates) nos va a borrar socialmente esta pandemia. ?Nos veis? ?Estamos aqu¨ª? Es todo tan incierto que hasta Iker Jim¨¦nez le va a dedicar un programa a la Vuelta al cole el pr¨®ximo domingo (os dije que? era una serie de terror).?
Desde marzo hasta hoy, siento que me estoy pixelando. Yo antes era amiga, persona, era algo m¨¢s adem¨¢s de madre y trabajadora. Ahora tengo miedo a desaparecer del todo mientras la orquesta del Titanic sigue tocando.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.